El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, usó ayer la muerte de un jugador de fútbol americano en un accidente de tránsito con un inmigrante presuntamente indocumentado para presionar a favor del muro que quiere construir en la frontera con México y de restringir la entrada de inmigración en el país. 

“Es vergonzoso que una persona que está ilegalmente en nuestro país matase al defensor de los (Indianapolis) Colts Edwin Jackson. Es solo una más de tantas tragedias evitables”, escribió Trump en Twitter.

“Tenemos que hacer que los demócratas sean más duros respecto a la frontera y a la inmigración ilegal, ¡RAPIDO!”, añadió el mandatario.

En un tuit posterior volvió a abogar por sustituir el sistema inmigratorio legal basado en la reagrupación familiar –que él denomina “migración en cadena”– por otro basado en el mérito. 

Jackson, que tenía 26 años, murió el domingo cuando un conductor chocó contra el auto en el que viajaba y que conducía otra persona. Según la cadena de noticias CNN, que citó a la policía del estado de Indiana, donde tuvo lugar el accidente, el conductor que impactó contra ellos era un inmigrante indocumentado que iba ebrio. Las fuentes policiales citadas por el canal lo identifican como un hombre originario de Guatemala que fue deportado dos veces, en 2007 y 2009. 

Jackson, defensor oriundo de Atlanta, fue contratado en 2015 por los Colts, dos veces campeones de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL), y jugó gran parte de la temporada de 2016. Murió horas antes del Super Bowl, en la que los Philadelphia Eagles vencieron a los New England Patriots.

Manteniendo el tono irónico y desafiante, el presidente republicano aseguró que le “encantaría” forzar un cierre parcial del gobierno estadounidense por falta de fondos, si la oposición demócrata en el Congreso no acepta sus reformas al sistema migratorio.

“Si no cambiamos la legislación para deshacernos de estos vacíos legales por los que los asesinos y los pandilleros entran en el país, si no la cambiamos, entonces, tengamos un cierre, haremos un cierre y merecerá la pena para nuestro país”, dijo Trump durante una reunión en la Casa Blanca, en referencia esta vez a la pandilla Mara Salvatrucha, un grupo criminal surgido en Los Angeles y compuesto principalmente de jóvenes inmigrantes de El Salvador.

“Me encantaría ver un cierre, si no nos conseguimos encargar de este tema (...). Si tenemos que cerrar (el gobierno) porque los demócratas no quieren seguridad, y por otro lado, no quieren encargarse de nuestras Fuerzas Armadas, entonces cerrémoslo, tendremos otro cierre”, agregó el magnate. 

El presidente decidió sumar su voz de esta manera al ya caliente debate que divide aguas en el Congreso por el tema migratorio y por la constante inestabilidad presupuestaria, producto de la falta de acuerdo el año pasado para aprobar una ley de presupuesto anual. 

Desde entonces, el Congreso aprueba leyes presupuestarias parciales que duran, como máximo cinco semanas. En la última de estas votaciones, la oposición demócrata condicionó su apoyo a que el oficialismo republicano llegue a un acuerdo con ellos antes de mañana jueves para redactar una reforma migratoria, que garantice la ciudadanía a cientos de miles de jóvenes inmigrantes, más conocidos, como “dreamers” (soñadores). 

En medio de este clima de tensión y de frenetismo, porque los fondos para mantener funcionando al gobierno de Estados Unidos vencen en la medianoche de mañana, las palabras de Trump fueron como combustible. 

Por eso, la vocera de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, intentó  rebajar el tono a las declaraciones del mandatario republicano.

“No estamos abogando por un cierre del gobierno”, dijo Sanders en una conferencia de prensa. Aún así, matizó que si la oposición demócrata decide no cooperar para aprobar un presupuesto esta semana, “el presidente da la bienvenida a esa pelea”. “Es una pelea que ganamos la última vez, y que estamos muy seguros de que ganaremos de nuevo”, agregó Sanders.

La amenaza de Trump había llegado poco después de que se supiera que los líderes del Senado, el republicano Mitch McConnell y el demócrata Chuck Schumer, estaban cerca de un acuerdo presupuestario de dos años que evitaría el cierre del gobierno esta semana.

Hace apenas tres semanas, los demócratas habían atado este debate al de la legalización de los llamados soñadores. La falta de acuerdo obligó a Trump a cerrar parcialmente su gobierno durante casi tres días. 

Finalmente y bajo mucha presión, la oposición cedió y le dio tres semanas más al gobierno para consensuar una reforma migratoria. 

Con ese espíritu, hace una semana, Trump propuso al Congreso una reforma que permitiría acceder a la ciudadanía a 1,8 millón de indocumentados que llegaron a Estados Unidos de niños, a cambio de 25.000 millones de dólares para construir el muro y reforzar la seguridad fronteriza, y de una serie de cambios al sistema de migración legal. La cifra de 1,8 millón de inmigrantes es superior a los 690.000 “soñadores” que están protegidos de la deportación por el programa DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia), cuya vigencia expira el 5 de marzo por orden de Trump.

Pero la propuesta del presidente recibió una respuesta fría entre los demócratas, y Trump ha subrayado que no aceptará ningún plan que no incluya fondos para el muro en la frontera con México y aborde sus otras prioridades, como las trabas a la reunificación familiar de los inmigrantes legales.

El líder demócrata del Senado, Schumer, reaccionó rápido al desafío del presidente y no dudó en subir la apuesta ante la prensa: “Ya tuvimos un cierre del gobierno por culpa de Trump”.