Adolfo Pérez Esquivel nació en Buenos Aires el 26 de noviembre de 1931. Es arquitecto, artista plástico, fue maestro de escuela primaria y secundaria y profesor universitario. Se formó en los años 60 recorriendo América Latina. Sobrevivió a un vuelo de la muerte en 1977 y fue preso político de la dictadura militar. En 1980 recibió el Premio Nobel de la Paz por su compromiso con la defensa de la Democracia y los Derechos Humanos. 

Actualmente es presidente del Consejo Honorario del Servicio Paz y Justicia en América Latina, presidente ejecutivo del Servicio Paz y Justicia Argentina, de la Comisión Provincial por la Memoria de Buenos Aires, de la Liga Internacional por los Derechos y la Liberación de los Pueblos, de la Academia Internacional de Ciencias Ambientales, y de la Fundación Universitat Internacional de la Pau de San Cugat del Vallés (Barcelona). También es miembro del Tribunal Permanente de los Pueblos, del Comité de Honor de la Coordinación internacional para el Decenio de la no-violencia y de la paz, del Jurado Internacional del Premio de Derechos Humanos de Núremberg, del jurado del Premio de Fomento para la Paz “Felix Houphouet Boigny” de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), y parte del Consejo Directivo del Instituto Espacio para la Memoria (IEM).

Es titular de la Cátedra “Cultura para la Paz y los Derechos Humanos”, en la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) y, desde el Servicio Paz y Justicia, lleva adelante el proyecto educativo “Aldea de Jóvenes para la Paz”, cuyo objetivo es el trabajo con niños bajo riesgo social.

Autor, entre otros, de El Cristo del Poncho (1981); Via Crucis Latinoamericano y Paño de Cuaresma (1992); Caminar junto a los pueblos. Experiencias no violentas en América Latina (1995); y Resistir en la Esperanza (2011). Fue distinguido con el título de Doctor Honoris Causa por una innumerable cantidad de universidades en la Argentina y el mundo. 

Adolfo Pérez Esquivel tiene 86 años y las convicciones intactas.