La decisión de eliminar a las “grid girls” o azafatas de la Fórmula 1 a partir de esta temporada 2018 –y reemplazarlas por niños pilotos– recibió numerosos comentarios elogiosos desde el movimiento de mujeres. Pero también se escucharon algunos reclamos por la pérdida de puestos de trabajo, del mismo modo que ocurrió cuando en octubre el club Boca Juniors decidió dejar de contratar a las porristas –Las Boquitas–, con el argumento de que no eran acordes a los tiempos de una sociedad conmovida por el movimiento “Ni Una Menos”. ¿Cosificadas o desempleadas? ¿Es un debate válido? Lo cierto es que el machismo y la discriminación hacia los cuerpos feminizados adquieren distintas caras en los deportes que mueven más dinero. Las muestras de un patriarcado reforzado son múltiples. Desde colocarlas como adornos eróticos para un público machote –como sigue ocurriendo en el boxeo, entre round y round y también en los grandes torneos de tenis, incluso, obligándolas a llevar vestimentas completamente inapropiadas para el clima imperante con tal de que se luzca la marca del auspiciante– hasta imponerles a jugar en superficies más propensas a las lesiones como pasa en el país con el básquet y sucedió en el último Mundial de Fútbol Femenino, en Canadá, donde los partidos se disputaron en canchas de césped sintético, a pesar del reclamo a la FIFA de jugadoras de distintos seleccionados (ver aparte). Distintas voces consultadas por PáginaI12 aportan sus reflexiones en torno al tema y ponen en evidencia algunas de las –tantas– desigualdades que todavía enfrentan las mujeres en el terreno deportivo.

“Es una gran noticia que saquen a las azafatas de la Fórmula 1. Hace un tiempo hubiera sido impensado porque las mujeres han ocupado ese rol históricamente en ese súper evento, casi un espectáculo circense donde circula un montón de dinero y muchísimas publicidades, lo que lo convierte en un gran negocio”, celebró en diálogo con PáginaI12 Mónica Santino, DT de fútbol femenino, ex jugadora, y especialista en deporte y género. La Fórmula 1 es el deporte más lucrativo: genera 1.000 millones de euros anuales, frente a los más de 800 millones que recauda el fútbol, o los 200 millones del motociclismo, según datos de la EAEBusiness School. Las mujeres, claro, están lejos de ese reparto. A ellas, solo les toca el papel de carteles. Para mostrar las marcas. O como decoración para alegrar a la visión masculina.

“Es falsa la contraposición con la pérdida de trabajo. No son gran cantidad de puestos y por otra parte solo podían acceder aquellas con determinadas características físicas, con lo cual tampoco estamos hablando de la masividad de las mujeres. Estaría bueno promover una política activa que aporte a la inclusión femenina en trabajos como mecánicas o pilotas”, observó a este diario Estela Díaz, secretaria de Género de la CTA de los Trabajadores. “Eliminarlas –apuntó– es eliminar una forma explícita de discriminación”. En estos momentos solo la hispano-colombiana Tatiana Calderón y la española Carmen Jordá tienen un rol en los equipos de F1. La primera viaja a todos los grandes premios como piloto de pruebas de Sauber y la segunda es piloto de desarrollo de Renault. Como muestra, un botón. 

El planteo sobre las azafatas en el automovilismo es similar al de los concursos de belleza que acompañan las fiestas tradicionales en distintas ciudades del país –hay más de un centenar cada año, de la vid, de la flor, del salame, etc–, que son defendidos localmente como parte del acervo popular, y han sido denunciados desde el movimiento de mujeres como sexistas. Unos pocos han sido eliminados. “Pierre Bourdieu en La Dominación Masculina desarrolla expresamente por qué el machismo tiene una profunda violencia simbólica y plantea que esa violencia supone una aceptación no solo de los dominantes sino también de los dominados, por la educación que recibieron, que los lleva a naturalizar esas prácticas y ser parte de un sistema jerárquico reproductor de la desigualdad. El desmontar ese entramado de subordinación, de dispositivos culturales y simbólicos como los del machismo, no solo demanda tomar conciencia, también construir redes, solidaridad, políticas públicas, decisiones empresariales. Hoy estamos en un contexto general en el cual el feminismo ha avanzado al punto de estar pegando fuerte en la línea de flotación del sentido más común machista, por lo menos el más explícito, más obvio, más brutal”, indicó la sindicalista feminista.

Y por casa...? El año pasado las azafatas ya habían sido eliminadas en la Fórmula E, categoría eléctrica de monoplazas. De todas formas, seguirán presentes en otras categorías. El CEO de Dorna, la empresa que gestiona en exclusiva los derechos del Mundial de Motociclismo, Carmelo Ezpeleta, señaló que en las parrillas de salida de las carreras de MotoGP persistirá la presencia de azafatas porque “en ningún país está prohibido ni se indica” que el género pueda ser una razón para no realizar cualquier tipo de trabajo, incluido este, dijo a Europa Press. Tampoco se tomó la misma medida en el Turismo Carretera, la categoría más importante y popular en la Argentina, a pesar de los planteos que se vienen haciendo para que no se contraten más las promotoras con ropas ajustadas, que se paran delante de los vehículos, en la largada, y después terminan empapadas por el champagne que revolea el piloto ganador en el podio. La concejala Mariana Arregui, del Partido Socialista, de la localidad de Viedma, donde se inaugura el 18 de febrero la temporada de TC de este año, lo reclamó el año pasado y volvió a insistir ahora: “Si lo que se quiere promocionar es una marca, por qué no se coloca en un banner en lugar de usar a las mujeres como objetos, como pizarras. Ya han pasado siglos de opresión de las mujeres. Es hora de que nos empecemos a plantear estos temas”, señaló Arregui. Su reclamo no tuvo eco.

n Algo es algo. Mientras las motos y el TC, aquí, mantienen sus azafatas, otros deportes han decidido si no eliminarlas, sí reconsiderar su papel. Es el caso de la Vuelta Ciclista a España, donde se ‘obsequiaba’ al vencedor de cada etapa con el doble beso de dos mujeres en el podio que en no pocas ocasiones, eran también regadas con el champagne que descorchaba el campeón. Desde 2017, esa tradición, que se venía denunciando como profundamente machista, fue reversionada: ahora los equipos que acompañan a los corredores en el podio son mixtos y los besos femeninos ya no forman parte de la obligada “recompensa”.

La Asociación Española de Empresas de Azafatas (ADEAZA), salió al cruce en el debate: “La solución no debería ser eliminar las azafatas de los eventos deportivos, sino educar a esos clientes que solicitan esos perfiles y esos ‘uniformes’. Si las agencias no aceptan requerimientos que no respeten según qué condiciones, si las azafatas no trabajan aceptando según qué condiciones y según que uniformes, si todos ponemos de nuestra parte, podemos seguir trabajando dignamente”, afirman.

  • Porristas. Un debate similar se dio en octubre, en redes sociales, cuando la dirigencia xeneize resolvió sacar a Las Boquitas de los partidos de Primera de fútbol que se disputan en la Bombonera, con el argumento de evitar la cosificación de las mujeres. Las bailarinas, que arengaban a la hinchada en la previa de los encuentros y en el entretiempo, con bucaneras y conjuntos breves, habían sido impuestas durante la gestión de Mauricio Macri en la presidencia del club pero su presencia no tiene que ver con la tradición futbolera. La medida parece más un maquillaje a tono con un discurso que defiende la equidad de género, cada vez más extendido, porque, en realidad, las sacaron de esa máxima exposición, pero las siguen contratando para partidos de Futsal y básquet. De todas formas, el negocio de la agencia que la contrata va más allá de la cancha –en todo caso, esa es la gran vidriera–: después a las pibas las ofrecen para hacer “presencias” en boliches o ir a animar algunas fiestas. 

“Me parece que la discusión está muy buena. Si se entiende que no corresponde porque hay una cosificación de la mujer, hay que reasignarles tareas desde el punto de vista laboral. No se puede convalidar una función que menosprecia su condición de mujer”, consideró ante PáginaI12, la asesora deportiva de la Fundación Mujeres en Igualdad Alejandra Castiñeira. 

La socióloga Sara Barrón López asocia el debate con la discusión en torno a la prostitución, entre quienes la consideran un trabajo y quienes rechazan esa mirada. “Las voluntades, experiencias y perspectivas de las personas implicadas son clave. Pero muchas veces hay argumentos hiper liberales basados en la voluntad que no me persuaden enteramente cuando se trata de velar por una sociedad más justa y equitativa”, consideró.