Una persona golpeó la puerta y le preguntó a la esposa de Buso sí allí vivía allí el astrónomo rosarino. "Dígale que pasó a saludar Armando Nicoletti, un viejo compañero de la Vigil", se presentó. Al verse se estrecharon en un abrazo. "Vi la noticia en el diario y antes de leer el nombre sabía que eras vos", le dijo el visitante, ahora jubilado del Observatorio Municipal. Afloraron las anécdotas y también la desazón por el destino del espejo principal del telescopio de origen alemán que tenía la Vigil, el tercero de esas características en el mundo, robado en 1979. Nicoletti contó que años después, cuando abrieron el telescopio que habían rescatado para instalarlo en el Observatorio cayó "una tonelada de arena". La pusieron para contrapesar el espejo trucho que colocaron los que se llevaron el Zeiss original. Fue entonces que Buso contó que junto a otro compañero de la Vigil, Luis Mansilla, mientras buscaban un engranaje en la chatarrería ubicada en Presidente Roca y Seguí, encontraron una parte del telescopio de la Vigil, el revolver portaoculares. No podían creer que estaba tirado junto a otros fierros, sucio pero en buen estado. No lo quisieron llevar para no quedar sospechados de haberlo robado. Convencieron al dueño de la chatarrería que no lo vendiera. Buscaron otras cosas para despistar y le dijeron que se habían quedado sin plata, que se los guardara que pasarían a buscarlo al otro día. "Nos amenazó que si no íbamos lo volvía a tirar con el resto de la chatarra", contó Buso. Después tuvieron que convencer al tesorero de la Biblioteca recuperada para ir a buscarla y por 50 pesos se llevaron la pieza original. "El contador quería pedirle la factura al chatarrero, fue increíble", recordó Buso entre risas.