Nicolás Repetto hizo la pregunta que no queremos escuchar nunca más en un medio de comunicación. Lo venimos repitiendo hace años. Esa pregunta daña. Lastima. Favorece ese sentido común que pretendemos desterrar de que las víctimas son culpables de las violencias que sufren.

“Yo sé que no es excusa lo que te voy a decir. Hay que abrir el paraguas porque hay mucha sensibilidad con todo. No es ninguna excusa, pero la pregunta es ¿estabas vestida de manera sexy?", le preguntó el animador televisivo a una joven que hacía pocas horas había denunciado haber sido acosada en la calle y en el subte por dos hombres diferentes, en cuestión de minutos. Inmediatamente intentó aclarar que no la estaba culpabilizando por su vestimenta. Pero sí, lo estaba haciendo. "Aclaro una, y mil veces que no es que justifique ningún tipo de acoso. Estás en todo tu derecho de ir vestida como quieras. Lo que queremos empezar a investigar es si vas de noche vestida muy sexy, si conviene hacerlo o no conviene. Sería útil saberlo".

Ay Repetto, qué limitada fue tu mirada sobre el tema. Tu machismo quedo expuesto a flor de piel en cada frase que fuiste mechando. La joven le contó que ella llevaba su uniforme de trabajo, un pantalón negro y una remera blanca. “No es que estabas provocativa”, concluyó, entonces, él. Y pretendió profundizar su concepto. Buscaba develar si “vale la pena tomarse el subte con una minifalda o no”. La realidad se le cayó encima: “Vale lo mismo si hay un tocador, te toca igual”, se dio cuenta. Mientras, la periodista Milva Castellini, se veía muy incómoda, aclarándole a su co-equiper que estaba desbarrancando. 

Voy a guardar ese fragmento del noticiero de Telefé –que despertó un aluvión de críticas en redes sociales y hasta el pedido de renuncia del conductor-- para las clases que doy a estudiantes de periodismo cuándo abordamos las malas prácticas a la hora de enfocar el problema de la violencia machista. En mi colección de ejemplos, tengo a varios conductores famosos, que incurrieron en el mismo horror de culpabilizar a las víctimas. En 2011, Susana Giménez le preguntó en el living de su programa –uno de los de mayor audiencia, también en Telefé— a la entonces vedette Victoria Vanucci, que en aquel momento había denunciado a su ex pareja el “Ogro” Fabbiani: “¿Vos hiciste algo para que te pegara?” El 17 de mayo de 2015, Mirtha Legrand le preguntó  a una de sus invitadas, la cantante y actriz Laura Miller, también víctima de violencia de género, qué había hecho para merecer que su novio le pegara. “Chiche” Gelblung y “Baby” Etchecopar volvieron sobre ese enfoque en medio de las repercusiones de uno de los femicidios que causó mayor conmoción social en la primera mitad de 2017: el de la joven militante social Micaela García. Gelblung la responsabilizó, de alguna forma, por andar de madrugada por la calle. Etchecopar llegó a decir que el problema de las violaciones son “las nenas de 12 años” que “provocan a los degenerados” mostrando “las tetas con un tatuaje y haciendo trompita” en redes sociales. También hubo voces que culpabilizaron por sus propios femicidios a las dos turistas mendocinas, Marina Menegazzo y María José Coni, asesinadas cuando estaban de vacaciones en una playa en Ecuador, en febrero de 2016: si andaban solas (aunque estaban juntas, porque el solas alude a la ausencia de un varón), si iban de mochileras; si se habían quedado sin dinero o hacían dedo.

La idea que transmiten estas preguntas, inmundas, es que por algo les pasó a ellas lo que les pasó. Y las responsabiliza, en realidad, por las conductas de quienes las atacan. Nada, claro, justifica que les toquen el culo en la calle, las violen o que las maten. Ni siquiera una minifalda. Es obvio. Pero parece que hay que repetirlo una y otra vez.

No hay que poner ahí el foco, ni la pregunta: el eje tiene que pasar por analizar qué les pasa a esos hombres que se creen con derecho a apropiarse de los cuerpos de las mujeres, ya sea que lleven un escote provocativo, un minishort, o el uniforme insípido del trabajo; el periodismo debe reflexionar sobre cuál es el contexto ---alimentado por machismos como el que profesa Repetto-- que favorece ese tipo de conductas; preguntar qué pasa con las políticas públicas en el gobierno macrista para proteger a las mujeres de la violencia de género en las calles, por qué no se cumple con la ley que obliga a hacer campañas en la Ciudad para prevenir el acoso callejero; cuánto presupuesto se destina a acciones concretas en ese sentido; por qué está paralizada la educación sexual integral que podría ayudar a desarmar el machismo desde la infancia; qué tipo de respuestas ofrece la justicia ante las denuncias. Ahí es donde hay que indagar y no en qué tipo de vestimenta lleva una chica acosada, violada, o asesinada