La abogada Nina Brugo Marcó es una de las “históricas”, esas feministas sin las cuales el movimiento de mujeres argentino no habría podido crecer, sostenerse, y aguantar lo necesario como para que los años decantaran en este momento tan particular, en el que el género articula militancias en lo mainstream y disputa claves de la agenda política. Es una de las redactoras del proyecto de ley de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito que, mañana mismo, ingresará al Congreso de la Nación con las firmas de diputadas y diputado de distintos partidos políticos. Se enorgullece de un récord: desde 1986, cuando asistió al primero, no faltó a ningún Encuentro Nacional de Mujeres. Los necesita, dice.

Si tarda en responder que tiene 74 años, es menos por coquetería que porque tiene la cabeza en otra cosa. “Cuando el médico me pregunta la edad, siempre le digo  ‘¿sabe qué? Le digo el día que nací y usted saque la cuenta’”. A Brugo Marcó el tiempo le alcanza y no le alcanza a la vez, entonces busca atajos como para vivir muchas vidas en una sola.

Fue una chica bien en su Entre Ríos Natal, una joven universitaria de la Universidad Católica Argentina porteña, una católica convencida de la necesidad del trabajo social en territorios vulnerables, una militante que encontró su identidad política en los primeros tiempos de Montoneros pero se alejó de ellos con el militarismo. Entre entonces y ahora, hubo un casamiento (con un ex cura a quien la Iglesia echó por su compromiso con la opción por los pobres), dos hijos, un exilio interno y otro en México. Hoy se declara “agnóstica total” y explica que “a la iglesia, la institución, no la quiero nada”; además de atender su estudio jurídico, es encargada de la Secretaría de la Mujer en Unidad Popular, un trabajo que años atrás había hecho en el Frente Grande. La trayectoria de su vida es tan particular como argentina, y los cambios en su cabeza que ella misma puede reconstruir son una respuesta posible a una pregunta imposible: ¿cómo se hace una feminista?