Desde Medellín

De los huevos, los insultos y las piedras pasamos a los disparos en la recta final de las campañas electorales en Colombia que se plagan de tensión, violencia y radicalismo. El fin de semana que termina el presidenciable Gustavo Petro, ex guerrillero y ex alcalde de Bogotá, fue víctima de actos violentos contra él y su caravana de seguidores que se aglomeraron por decenas de miles en la fronteriza ciudad de Cúcuta. Hasta allí, denunció su partido llamado Colombia Humana, fueron enviados sietes micros con personas contratadas para sabotear el acto público que ya la Alcaldía –autoridad municipal– había prohibido.

En hechos confusos que fueron documentados por sus escoltas y gente del común, el vehículo del candidato resultó con los vidrios rotos. En la grabación aparece Petro, que lidera las encuestas con un 22% de intención de votos, acusando al alcalde de Cúcuta de impedir su manifestación por haberlo denunciado años atrás por paramilitarismo, y señalando a la Policía de la localidad de haber inducido su caravana de vehículos por el lugar menos apropiado y más arriesgado para él y sus acompañantes. Luego, levanta la mano para despedir la improvisada cámara asegurando que no tiene y en sus dedos se observan gotas de sangre que, aún no explica, cómo llegó a derramarse recordando las épocas electorales más crueles en Colombia: cuando fueron asesinados los candidatos presidenciales Luis Carlos Galán, el también ex guerrillero Carlos Pizarro, o los miles de políticos y militantes de la Unión Patriótica.

Fue el viernes pasado cuando sucedieron los estruendosos ataques en la frontera con Venezuela donde abundan el narcotráfico, los parapolíticos, la inmigración, el contrabando y la pobreza, y desde entonces Petro, en vez de cesar su campaña como cuando lo amenazaron de “recibirlo a plomo” en su visita reciente a Medellín, siguió presentándose en plazas públicas acrecentado el fervor de los menos favorecidos, pero también el rechazo de otros sectores de la sociedad. El también candidato presidencial Germán Vargas Lleras, que según los sondeos está bajando en intención de voto, lo acusó ayer de dividir al país y generar odio logrando la protesta de los cibernautas que, tras reírse, acusaron al ex vicepresidente de Colombia y líder del partido más corrupto de Colombia a juzgar por sus integrantes encarcelados, Cambio Radical, de ser líderes políticos como él quienes juegan ese papel.

La confusión, la tensión y los enfrentamientos se dan en las calles como en las pantallas. Mientras otros candidatos como el liberal Humberto de La Calle y Sergio Fajardo se solidarizaron con Petro, los que aspiran al Congreso y echan mano de fundar miedo para lograr votos, aseguraron que los ataques a Petro podrían ser el presagio de un nuevo asesinato a un líder de izquierda a punto de llegar a Casa de Nariño lo que profundizaría la violencia, invitando, con dicho argumento, a no votar por él. Entretanto sus seguidores levantaron las voces de dignidad de la campaña “Colombia Humana” pidiendo respeto y garantías por las ideas diferentes y llamando a las instituciones a proteger a Petro y todo candidato víctima de agresiones.

Gloria López, habitante de Bogotá, dijo en redes sociales que con el atentado a Gustavo Petro “la tristeza embarga mi corazón” y se preguntó por qué el Estado en Colombia simplemente ataca y/o desaparece a quien piensa diferente.

Petro no perdió la calma, según narraron a PáginaI12 algunos que lo acompañaban. Algo parecido, pero sin armas de fuego, lo vivió también Timochenko Rodrigo Londoño, candidato de FARC que canceló su gira por el país tras ser atacado y rechazado por multitudes que, según audios divulgados en medios, fueron convocadas a cambio de dinero para provocar. Con el jefe del ahora partido político FARC –guerrilla hasta el año pasado–, los detractores usaron huevos y dañaron sus vehículos. Con Petro, la cosa llegó hasta disparos y vidrios de su vehículo de escolta blindado roto. Jorge Rojas, uno de sus principales aliados y quien fuera su secretario durante la Alcaldía de Bogotá, aseguró que “cuatro impactos recibió el vehículo de alto blindaje, dos en el vidrio sobre el que estaba sentando el candidato presidencial, uno en la parte de atrás y uno en el frente del vehículo” y que solo una prueba de balística podría determinar las características de los proyectiles y la distancia desde la cual fue disparado.

Según Petro, que fue integrante de la guerrilla M-19, su visita a Cúcuta estuvo plagada de irregularidades de parte del Estado en el manejo de su seguridad. Por eso la Policía anunció investigaciones para establecer si fue así, mientras en la ciudad de Popayán, el senador y ex presidente Álvaro Uribe fue recibido a insultos en la Universidad del Cauca.

“Pero señores de las sombras, los odios, la corrupción y el negocio esta vez el pueblo les pasará la cuenta de cobro. Y el miedo ya no nos gobernará”, agregó Gloria en su muro de Facebook donde se libra como en las plazas públicas una de las campañas más agitadas en la historia reciente de Colombia.

El próximo domingo se celebrarán las elecciones parlamentarias y en mayo las presidenciales. En junio, el ballottage en caso de ser necesario. Según la encuesta más reciente realizada por W Radio, otros medios y la firma Cifras y Conceptos, Petro e Iván Duque (que hasta la semana anterior iba bastante quedado en la intención de voto) estarían en un empate virtual con 22 por ciento en el sondeo. Sergio Fajardo, el candidato de Coalición Colombia, ahora está en tercer lugar con el 8,1 por ciento. Y De La Calle, quien fuera jefe del equipo negociador del gobierno en los Diálogos de La Habana, tiene el 6%. Estos números generarán, al parecer, más polarización y discusión pues algunos no creen que en tan solo una semana Iván Duque haya repuntado de manera tan extraordinaria cuando antes no tenía ni el 10% de los electores encuestados a su favor. La gente teme, además de que escale la violencia contra candidatos y con ello la profunda herida de la violencia que no cicatriza en Colombia, la corrupción y manipulación de las encuestas y resultados electorales.