Faltan exactos ocho meses para el show de Roger Waters en La Plata y los fanáticos de Pink Floyd, lógico, están con el cuchillo entre los dientes por una ansiedad difícil de combatir. Difícil pero no imposible, claro. Algo se puede hacer: por ejemplo, matizar la espera asistiendo al revival que tiene preparado Prisma, banda homenaje a Pink Floyd, que recreará gemas de la banda este sábado 10 de marzo a las 20.30 en La Trastienda (Balcarce 460). “¡Que nos vengan a ver y cambiarán de opinión automáticamente!”, se ríe Diego Martínez, uno de los guitarristas, ante la pregunta del millón que deviene cuando alguien se le atreve a Floyd: la no aceptación automática de ciertos acérrimos. “Fuera de broma”, sigue Martínez. “En varios años de carrera no nos hemos topado con ese prejuicio y en tal sentido cabe destacar que no nos vemos como una banda tributo, sino más bien como músicos que interpretamos la música de Floyd que tanto admiramos. Y en ese punto la simbiosis es perfecta con la gente que nos viene a ver. Ellos también admiran la música de Floyd, ¿entonces por qué no celebrarlo juntos?”. 

Martínez, en coincidencia con el resto, resalta una sutil diferencia entre banda tributo y banda intérprete. Interpretar y no “tributar” tiene varias explicaciones. Como remarca por caso otro de los integrantes, Agustín Noceto, una de ellas pasa por reproducir fielmente las piezas, aunque permitiéndose ciertas licencias. “La premisa de la banda es reproducir lo más fielmente posible las versiones de estudio, aunque cuando esto no es del todo posible, por ejemplo porque el tema se va en fade out, recurrimos a las versiones en vivo. E incluso a versiones en vivo de Waters o de David Gilmour como solistas. En algunos temas también nos permitimos agregar una pequeña impronta, aunque teniendo en cuenta siempre el criterio de composición del grupo”, dice el baterista de la agrupación que completan Francisco Fresard en voz, Santiago Girado en guitarra, Justo Martínez en bajo, Pipi Bustamante en teclados; Natalia Valeria, Jazmín Guerendiain y Mariela Dahur en coros, y Angel Villafañe en saxo y percusión. “Además”, retoma Noceto, “sabemos que a la hora de un homenaje, y sobre todo teniendo en cuenta el grupo en cuestión, quienes asisten a este tipo de eventos buscan un plus más allá de las canciones. Es por eso que el show, además de lo auditivo, está complementado por una completísima puesta en escena con luces, videos y efectos que, sumados a la energía sobre el escenario, le hace verdadero honor a nuestro lema e invita a la gente a disfrutar plenamente de La Experiencia Pink Floyd”. 

Prisma apuntala tal puesta en una estética que incluye, tal como manda el desafío, la proyección de los videos que Floyd reproducía en sus shows, más un imponente juego de luces que, en conjunción con la música en vivo –según cuenta Noceto– va generando los diferentes climas para transmitir a la perfección la sensación que los músicos británicos pretendían, tanto en sus obras más psicodélicas como en las composiciones más filosóficas, con sus diferentes temáticas sociopolíticas. “Es por ello que nos referimos a nuestro show como un espectáculo audiovisual”, afirma él. En efecto, el repertorio escogido mezcla ambas improntas y, pese a estar centrado en los clásicos (The Wall, The Dark Side Of The Moon, Wish You Were Here, Animals, The Division Bell), las dos horas de show también contemplan temas de la primera época. Y más. “Recreamos canciones de todos los discos de Floyd desde la psicodelia de la época Barrett, la transición hacia los álbumes más famosos, la magnificencia de los clásicos, como también de la época post Waters”, refiere Martínez.

–¿Cuáles son las piezas que resultan más complejas de versionar y por qué?

Francisco Fresard: –Partiendo de la base que ningún tema de Pink Floyd es sencillo de versionar, los temas que nos han resultado más complejos son por un lado los que tienen sonidos muy particulares –especialmente en la guitarra principal y teclados–, que involucran un estudio exhaustivo de esas partes; y por otro los temas con duraciones de más de diez minutos en los cuales solemos encontrar cambios repentinos de intensidades, de métricas, de climas, de tempo... En este caso, la tarea de versionar las piezas no termina en sacarla individualmente, sino en poder mezclarla con los demás instrumentos, para poder ejecutar dichos cambios todos en conjunto con el fin de lograr ese clima tan particular de las obras del grupo. Esto se consigue gracias a los ensayos inamovibles que tenemos durante la semana, que van siempre acompañados de algunos momentos de risas y zapadas, para distender un poco y hacer más fluido el proceso.

Prisma, que lógicamente debe su nombre a la tapa de Dark Side..., nació en Pinamar en 2013 a instancias de Diego y Justo Martínez (padre e hijo). Y, como ocurre habitualmente, las zapadas iniciáticas se fueron transformando en proyecto serio. “Los que participábamos de ellas nos embarcamos inmediatamente en la tarea de armar un primer show que recreara la magia de Floyd, sin otra pretensión que hacerlo al mejor nivel técnico y musical que pudiéramos. Así, y sin proponérnoslo, desde ese primer show con localidades agotadas se sucedieron uno tras otro, no sólo en nuestra ciudad sino a lo largo y ancho de la provincia de Buenos Aires, para luego extenderse por todo el país. Al momento, hemos completado cuatro giras nacionales y estamos transitando la quinta que, además de la fecha en La Trastienda, sumará diferentes destinos internacionales”, informa Noceto acerca de una gira que seguirá su curso por El Salvador, Guatemala, Honduras, Costa Rica y México. 

En tanto, Martínez padre, un “histórico” de la escena rock de Pinamar, se refiere a grupos que están –o estuvieron– en la misma como Ummagumma y The End. “Aun cuando no todos hemos tenido la oportunidad de verlas en vivo, conocemos de su existencia y merecen nuestro mayor respeto y admiración ya que supieron descubrir con anticipación al resto –en este país– lo hermoso de intentar transmitir al fana de Floyd un poquito de la magia que los ingleses nos brindaron a través de su carrera; y porque, además, lo pudieron hacer por muchísimos años”, sostiene el guitarrista. “Y precisamente, observar el transitar y derrotero de esas bandas en estos últimos años nos impulsó a desarrollar nuestro proyecto al considerar, a nuestro humilde entender, que se imponía necesario revitalizar y revivir los homenajes a Floyd con nuevos enfoques y miradas, sin el desgaste que invariablemente dejan los años de esfuerzo”, finaliza.