"Carecemos de un dios. Este vacío que se descubre un día en la adolescencia, nada puede hacer que jamás haya tenido lugar. El alcohol ha sido hecho para soportar el vacío del universo, el mecimiento de los planetas, su rotación imperturbable en el espacio, su silenciosa indiferencia en el lugar de vuestro dolor. El alcohol nos consuela, no amuebla los espacios psicológicos del individuo, solo sustituye la carencia de Dios".

Marguerite Duras nos enseña sobre su relación a la escritura, el alcohol y el vacío. Modos de hacer con eso que ella misma nombró. En más de una oportunidad nos habla de su intento de sutura quedando empantanada en un goce que itera bajo la premisa "siempre Un vaso más", "Uno más" que no llega a colmarla; ese punto de fijación que no hace cadena y del que ha hecho un esfuerzo de poesía, en sus letras, para soportar el vacío que existió entre su goce y la vida, entre su escritura y la muerte.

Me pregunto, el alcohol, ¿es un escape engañoso a lo que en el cuerpo se vuelve insoportable? Marguerite cierra el postigo de la sensibilidad y su "consuelo" ha sido el alcohol. Un amante que la citó, en cada vaso, en lo sombrío de lo imposible. Ese tenaz abismo del que solo nos ha quedado su testimonio".

*Miembro del T y A. Reflexiones en Facebook para Jornadas TyA Nacionales.