CONTRATAPA

Por fin llegué al poder

Por el Comisario General Miguel Bonasso

Mis esfuerzos de tantos años han sido premiados: por fin voy ser jefe de una gran policía, la mejor policía del mundo. La policía del Chorizo Rodríguez, del Vampiro Miniscarco, del Caballo Viglianco, del Polaco Klodczyk, sabuesos que harían palidecer de envidia a Sherlock Holmes. Esta mañana me enteré por Radio 10, una emisora que rinde culto a la verdad y donde nunca ha trabajado ningún alcahuete de los servicios, como dicen algunos zurditos.
La noticia la dio el sargento primero furriel Eduardo Feinmann, creador de la famosa “tumbera Feinmann” que ha pasado a la historia de los tumultos apátridas junto con el cóctel ideado por el bolchevique Viacheslav Molotov.
Pero en la noche del domingo la había adelantado otro de los nuestros: el superintendente de buches Guillermo Cherasny, distinguido en el Guinness por haber batido el record mundial de horas-nalga en La Biela, el Florida Garden y el Cipriani Dolci del Patio Bullrich.
También BAE, el gran rotativo que conduce el Pulitzer Antonio Laje, dio la noticia en sus páginas, donde escriben, entre otros, nuestro ministro de Justicia y Derechos Humanos Jorge Reinaldo Vanidossi. Y lo dio tanto en sus páginas de papel (higiénico) como en las electrónicas. Gracias, Antonio.
Todos ellos, junto con el Asceta de Anillaco, que me mencionó en el programa de Majul, han tratado de ponerme en primera plana en las últimas horas y se los agradezco de corazón. Igual que al Servicio de Inteligencia de la Bonaerense, que ayer a la mañana alebrestó la sala de prensa de la Gobernación.
Y, sin embargo, tengo dudas. Ayer hablé por teléfono con el doctor Juan Pablo Cafiero y lo noté algo reticente frente a mi designación al frente de la Bonaerense. El Rata Cherasny y el Ratón Feinmann dicen que la idea de nombrarme fue de Juampi, pero yo ésa no me la trago. (Y no puedo menos que preguntarme en voz baja frente a los camaradas de armas: ¿no era medio zurdo el Cafiero éste?)
En cualquier caso, yo les digo: me hago cargo, pero con ciertas condiciones. Una es que me dejen llevar como segundo a Patti, si está dispuesto a largar la pesada changa de Escobar para acompañarme. Porque temo que los zurdos, los violentos, los negros, los disolventes de siempre, quieran enchufarme a Ricardo Ragendorfer o a cualquier otro calumniador de la Fuerza. Al fin y al cabo, en esta decadente Capital Federal de las asambleas y los cacerolazos, los zurdos sobran.
Y acá, no jodamos más con la democracia y los derechos humanos, lo que hace falta es goma. Goma de la buena. Pirelli puede surtirnos. Como dice ese gran tango de Delfino que habla de “la maroma sovietista”: “Pa’ todos habrá goma, no hay cuidao/ se viene la maroma pa’ este lao”.
Además, hay algo que el doctor Juan Pablo Cafiero no me aclaró y los menemistas de ley siempre solemos preguntarnos: ¿cuál es mi sánguche en todo esto?

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