CULTURA

“Te obligan a la excentricidad”

¿Se considera el último escritor excéntrico de la literatura argentina o, acaso, el último maldito?
–Si fuese un escritor británico, te diría que de ninguna manera soy maldito, pero sí soy excéntrico. En el siglo XIX, en Inglaterra, los ingleses eran los reyes de los clubes exclusivos. Había un tipo riquísimo que iba todos los días a un club y los camareros ya sabían lo que le tenían que traer, sin necesidad de que él lo pidiera. Durante 28 años, hasta su muerte, el camarero le traía medio kilo de su helado favorito, el tipo se sacaba los zapatos y se metía un cuarto kilo en cada zapato, se calzaba y se iba caminado. Ese hombre no era loco, era un excéntrico, como yo.
–¿Qué lo hace ser un excéntrico?
–El excéntrico siempre provoca, pero no es su deseo provocar. Tiene una manera rara de ver el mundo, que puede ser confundida, por momentos, con la cosa maldita o la locura. Si no fuera así, no hubiese escrito Los Sorias, en donde planteo un punto de vista del mundo diferente, y eso es una excentricidad. Un poco te obligan a la excentricidad: soy underground sin querer serlo.

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