CULTURA

Un plumín inagotable

Oscar Conti nació en 1914 y murió en 1979, las dos veces en Buenos Aires. De chico –fue mal estudiante y vapuleado jugador de rugby–le dijeron Oski y así firmó sus primeros dibujos, sus chistes en Cascabel hacia 1942. Antes había hecho láminas escolares, pero el dibujo lineal que descubrió mirando a Saúl Steinberg le abrió un mundo. Se ganaba la necesaria vida con el humor, pero había estudiado artes plásticas, fue escenógrafo y, durante muchos años, pintor de los buenos. En los cuarenta y cincuenta sin embargo, mientras comenzaba a viajar por América latina, se hizo grande como humorista junto a César Bruto en las páginas de Rico Tipo haciendo Versos y Notisias (sic), una delirante página de humor barrial, y el imborrable Amarroto. Múltiples trabajos junto al mismo Carlos Warnes los hicieron inseparables hasta que para los años sesenta Oski se jugó en la ilustración: su Vera historia de Indias y su versión del Fausto de Estanislao del Campo, que hicieron época. Después vendrían las recopilaciones múltiples, las Tablas Médicas de Salerno, El Medisinal Brutoski Ilustrado, la Vera Historia del Deporte y tantas maravillas más. El legado gráfico de Oski es, como lo que siempre fluyó de ese plumín que amagaba vacilante, inagotable.

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