DEPORTES › MURIO EL PIBE DE 14 AÑOS QUE AGONIZABA EN LA PLATA

Sebastián, otro mártir del fútbol

A Sebastián Garibaldi le pegaron un botellazo a la salida del clásico entre Estudiantes y Gimnasia. Murió ayer en el Hospital de Niños de esa ciudad: es el tercer hincha de fútbol asesinado desde el domingo. Sin embargo, el Clausura continúa hoy...

 Por Pablo Vignone

Sebastián Garibaldi tenía 14 años. A diferencia de sus hermanos mayores, Gastón (de 18) y Damián (de 16), que eran hinchas de Gimnasia, él era fanático de Estudiantes. Tanto lo angustiaba la enfermedad del zaguero pincha Edgardo “Ruso” Prátola, que lo apodaron “Rusito”: un día quiso pintar la leyenda “Fuerza, Ruso” en el frente de su casa, en la calle 74 entre 121 y 122, del barrio platense de Villa Elvira, pero sus hermanos se lo impidieron. Con Gastón concurrió el domingo a ver el clásico platense, el primero que presenciaría en la cancha, vestido con la camiseta de su club. Gastón hoy lo llora: desde ayer a las 9.25, a consecuencia de la fractura de cráneo que sufrió al recibir un botellazo en la nuca, Sebastián Garibaldi es una nueva víctima de la violencia que azota al fútbol argentino, el tercero en cuatro días. El chico falleció en la sala de terapia intensiva del Hospital de Niños de La Plata, era velado anoche en una casa de sepelios de la capital provincial y sus restos serán sepultados hoy en el cementerio local.
Garibaldi cayó en la esquina de las calles 79 y 4, una zona peligrosa: muy cerca de allí había muerto, diez años atrás, otro hincha de Estudiantes, Francisco Lo Priore, asesinado en un enfrentamiento con hinchas de Huracán, un episodio que jamás fue esclarecido. El chico estaba internado desde el domingo, pero había caído en coma el miércoles. “Hicimos todo lo posible para salvarlo”, señaló el jefe de terapia intensiva del hospital, Carlos Peltzer.
Las versiones sobre la manera en que se produjo la agresión son confusas: la clave está en saber quién esgrimió la botella que produjo la herida mortal. Para la policía bonaerense, fue el propio Gastón Garibaldi, el hermano de la víctima, quien lo golpeó accidentalmente tratando de alejar una agresión de hinchas de Gimnasia; según otras versiones, Sebastián fue rodeado por el grupo de hinchas que le pegaron hasta hartarse y luego uno de ellos le asestó el golpe fatal. A cargo del caso quedó la fiscal nº 7 de La Plata, Virginia Bravo, quien lo caratuló como “homicidio en riña”.
Según el subcomisario Alejandro López, de la Comisaría 9ª de La Plata, “el chico iba con su hermano mayor y en 79 y 4 se cruzan con cinco o seis hinchas de Gimnasia. Al ver que agreden a su hermano menor, el mayor arrojó el botellazo, para dispersarlos, pero con tan mala suerte que le provocó la fractura de cráneo. Cuando el personal policial llegó al lugar, el hermano gritaba ‘¡yo lo maté, yo lo maté!’. Para entonces no había ningún hincha de Gimnasia en el lugar, y es por eso que no hay detenidos”. Según López, un vecino corroboró la versión.
La otra versión que circula es la siguiente: Sebastián, vestido con la camiseta de Estudiantes, fue rodeado por hinchas de Gimnasia; cuando Gastón advirtió que a su hermano, rodeado, le estaban pegando, amenazó a los agresores y corrió para que lo persiguieran a él; pero la estratagema no dio resultado y se produjo el botellazo. El “yo lo maté” inculpatorio se debería a la angustia que le provocó salir corriendo en lugar de interponerse en defensa.
Según averiguó Página/12, el chico Garibaldi fue el único que no pudo escapar a una emboscada que tendieron hinchas de Gimnasia sobre fanáticos del club rival en ese lugar; pero la golpiza la detuvieron otros dos hinchas del equipo del Bosque, que atendieron al chico y llamaron a una ambulancia con un teléfono celular.
La diferencia en las versiones apunta a una presunta falla en el operativo policial: esa esquina, que suele estar desierta los domingos, debió haber sido cubierta por efectivos; sin embargo, en el momento de la agresión criminal, allí no había ninguno.
Sebastián ingresó en la sala de terapia intermedia del Hospital de Niños platense. El lunes, su estado exhibió una mejoría, al punto que fue visitado por dirigentes de Estudiantes, que le prometieron la visita dealgún jugador del club. Pero el miércoles, una complicación cardíaca empeoró la situación, y el chico entró en coma profundo.
Hacía varios años que no se registraban gruesos episodios de violencia en el clásico platense. La muerte de Garibaldi es la primera que se produce en torno a ese partido desde el deceso del joven Martín Orelli, que el 17 de diciembre de 1995 recibió un balazo en la cabeza a la salida de un Estudiantes-Gimnasia, y que estuvo 16 meses en estado vegetativo. La condena al asesino de Orelli, de apellido Albornoz, aún no está firme.
Sin embargo, en este clásico hubo provocaciones varias. Días antes, un alto dirigente de Estudiantes pidió a la policía que permitiera el acceso al estadio de elementos relacionados con el colorido del fútbol, como bombos y banderas; pero entró el ya famoso pene inflable, que resultó irritativo. Ayer, en La Plata, circulaban versiones que aseguraban que, en realidad, el pene no era tal, sino un león, uno de los apelativos con los que se conoce a Estudiantes.
El presidente del club, Roberto Cichetti, dijo anoche: “Pensé que la violencia en los clásicos de La Plata estaba erradicada, por lo que sucedió en los últimos años, pero por lo visto, con nuestros esfuerzos no alcanza. Este episodio lamentable hay que encuadrarlo en el contexto que vive el país, donde la clase media está violenta”. A pedido de Ricardo Garibaldi, el padre de la víctima, que atiende un taller de mecánica de motos, los dirigentes de Estudiantes pagarán el velatorio y el entierro.
Una alta fuente de seguridad consultada por este diario a propósito de la tragedia afirmó que “si no se puede resolver este problema, no tiene sentido seguir así, permitiendo que sucedan estas cosas”. La Asociación del Fútbol Argentino continuará hoy con el campeonato Clausura 2002, pese a la tercera tragedia en cuatro días: el domingo habían muerto Gustavo Rivero, de 24 años, hincha de Independiente, asesinado por fanáticos de Racing; y Lucas Fernández, de 22, hincha de Acassuso, baleado por simpatizantes de J.J. Urquiza.

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Amigos del infortunado Sebastián Garibaldi en la puerta de la casa mortuoria donde lo velaban.
El chico falleció ayer a la mañana a causa de la fractura de cráneo que sufrió el domingo al salir de la cancha.
 
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