DEPORTES › RIVER Y LOS ROJOS IBAN 0-0 CUANDO SE CORTO LA LUZ

Para lo que había que ver...

Muy pobre hora larga de fútbol sin arcos jugaron ambos equipos. Un corte general de energía dejó a oscuras la ciudad y el estadio.

Pobrísimo partido con telón rápido en Mendoza. River se consagró campeón al empatar tras 65 minutos de cero absoluto.
No tuvo claridad el desarrollo durante el primer tiempo. Ninguno de los dos llegó a funcionar coherentemente, aunque River fue levemente superior. Tuvo oportunidades más claras –las dos en los pies de Cavenaghi– que las aproximaciones desmañadas de Independiente. Pero muy poco más. Ambos equipos se presentaron con numerosas modificaciones con respecto a sus presentaciones anteriores, aunque la estructura no varió.
River repitió la línea de tres en el fondo, aunque reapareció Celso Ayala en lugar de Garcé; en el medio, los cuatro fueron Franco, Pereyra –que tuvo un buen primer tiempo, sobre todo en la marca– y, sin el hoy titular Ledesma, apareció Cambiasso con Damián Alvarez del otro lado; al no estar el reservado D’Alessandro –que se sintió y cómo–, Ortega trabajó allí, dejando a Cuevas acompañando al otra vez titular juvenil Cavenaghi. Este River funcionó sólo a medias, aunque cabe señalar que no pasó sofocones; tampoco los creó.
Por el lado del desmembrado Independiente, apareció un rubio Sala seguro en el arco; ausentes Milito y Pernía, tuvo la línea de cuatro sin convicción de siempre –ahora con el juvenil Tissera por derecha y Villavicencia, un grandote que va bien arriba de segundo central– y un mediocampo en que sólo Franco pareció bien parado. Ni Pekarnik ni Prieto, (des)ubicado por derecha, incidieron en el juego, mientras que Guiñazú entregó todo el esfuerzo –y algunos disparos no demasiado precisos– tratando de conectar con los de arriba. Ahí, los intentos de Vuoso se diluyeron mientras Silvera entró poco en juego, apenas con un par de cabezazos.
Con esas perspectivas, llegaron muy poco en el primer tiempo. Al faltarles llegada clara a los dos por los costados, no se vio un solo desborde. Las posibilidades de claridad y desequilibrio que podía aportar Ortega tampoco se concretaron, así que no hubo mucho para aplaudir.
En el segundo, Díaz optó por el juvenil Raponi por Cuevas “para tenerla un poco”, según el técnico, y mandó a Ortega más arriba. El manejo de Leandro Ríos por el opaco Prieto no cambió nada en los rojos, porque River quiso más, excepto en los primeros momentos, cuando un desborde del ingresado Raponi creó peligro y un disparo de Pereyra y otro de Alvarez hicieron ilusionar a la gente... Pero no pasó de eso.
Siguieron forcejeando en el medio hasta que a los 21 minutos se vino literalmente la noche. La gente encendió fogatas en las tribunas y se entretuvo un rato a los saltos mientras Martín trataba de que los organizadores le avisaron de una vez por todas que se podían ir todos a casa. Y así fue.

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Guiñazú maniobra con la pelota, marcado por Cambiasso.
River –campeón del torneo– hizo un poco más que Independiente.
 
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