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Paraguay es un castillo de naipes entre desapariciones y torturas

Una sórdida historia de secuestros, rescates, desapariciones y torturas está en el centro de la crisis que hace temblar los ya frágiles cimientos del gobierno de González Macchi en Paraguay. Las víctimas son dos militantes del grupo izquierdista Patria Libre.

Parece una historia de otra época. Tras estar cuatro días sin aparecer públicamente, el ministro de Justicia y Trabajo Silvio Ferreira presentó ayer su renuncia indeclinable ante el presidente Luis González Macchi. El ministro del Interior Julio Fanego dijo que se tomará 15 días para seguirle los pasos. Al mismo tiempo, el jefe de Gabinete Jaime Bestard pidió al resto de los ministros poner sus cargos a disposición del ejecutivo y el propio vicepresidente paraguayo –y jefe del opositor Partido Liberal–, Julio César Franco, fue aún más duro: sentenció que el presidente Macchi deberá renunciar si no se renueva todo el gabinete y gran parte de las fuerzas de seguridad. Este recambio ministerial intenta ser la resolución de un caso propio de terrorismo de Estado: el secuestro, la desaparición durante 13 días y brutal tortura de dos militantes del izquierdista Movimiento Patria Libre (MPL).
Juan Arrom y Anuncio Martí, ambos dirigentes del minúsculo MPL, fueron rescatados el miércoles pasado gracias a que sus familiares –con la ayuda de algunos periodistas– fueron a chequear la denuncia anónima número 19 que indicaba que los desaparecidos se encontraban en una casa particular donde, finalmente, fueron hallados y la cual pertenecía a un comisario en funciones. Cristina Arrom relató a Página/12 lo que denunció su hermano, uno de los secuestrados, y que obligó al ministro de Justicia a dejar su cargo. Arrom y Martí fueron secuestrados en el centro de Asunción, a dos cuadras del local del MPL, por policías de civil que investigaban otro caso de secuestro: el de María Edith Bordón de Debernardi, esposa de un empresario, concuñada de Arrom y nuera de un ex ministro de Hacienda del régimen de Stroessner. Al segundo día de torturas, Arrom pidió hablar con el ministro de Justicia, a quien conocía por haber compartido la militancia en oposición a la dictadura. “Entonces, lo trasladaron a un terreno baldío donde lo visitó Ferreira, quien le prometió que iban a ceder con la tortura y que iba a intermediar con el ministro del Interior, Julio Fanego. A la hora, Fanego se comunicó por celular con mi hermano y le propuso que si se declara culpable del secuestro de Bordón de Debernardi e involucra a Aldo Zucolillo, director del periódico ABC Color, y al general Lino Oviedo como financistas de actividades para desestabilizar al gobierno de Macchi, le entregarían dinero y lo trasladarían a un país a su elección”. Arrom se negó a firmar el escrito de confesión y continuó, junto a su compañero, desaparecido hasta el 30 de enero. Desde entonces, continúa en terapia intensiva con graves lesiones en los testículos, aunque ya logró identificar a varios policías integrantes del Centro de Investigación Judicial (CIJ), a quienes el fiscal general del Estado, Oscar Latorre, decidió ayer sumariar.
La conexión de Arrom como autor intelectual del secuestro de la esposa del empresario tuvo como prueba, hasta el momento, dos testigos que, a su vez, ya fueron desmentidos. El primero fue Guillermo Bordón (hermano de la secuestrada) y marido de otra hermana de Arrom, Marina. Fue ella misma quien anteayer desmintió las declaraciones de su esposo, argumentando que lo quieren usar para “armar la historia oficial” y dijo que Juan Arrom estuvo presente en la casa del matrimonio sólo una de las cuatro veces en que se encontró allí cartas anónimas de la entonces secuestrada Edith Bordón. El segundo testigo es Marcos Alvarez, un alto funcionario del Ministerio de Justicia quien confesó que Arrom le pidió que le guardara 350.000 dólares. Según Cristina Arrom, este testigo ha sido descalificado porque figura como uno de los infiltrados y delatores de la policía en operaciones del Plan Cóndor, durante la época de la dictadura. La hermana de Arrom sostiene una hipótesis más: “Consideramos que el presidente González Macchi tuvo conocimiento del hecho y está involucrado, ya que la prensa nos dio información de que en la casa de gobierno (que la traducción literal del guaraní es “casa del cacique”) hubo reuniones donde se trató el tema de qué hacer con los secuestrados”.
Ferreira se negó a responder preguntas o aclarar su relación con el funcionario de su cartera Marcos Alvarez, acusado de haber tejido laemboscada para desaparecer a Arrom y a Martí. La historia promete seguir.
Informe: Verónica Gago.

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Presidente Luis González Macchi, cada vez más en el centro del escándalo.
 
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