EL MUNDO › DISCUSIONES Y SUSPENSIONES TEMPORALES EN UNA NUEVA SESION DESTITUYENTE DEL SENADO BRASILEÑO

Paran el juicio político a Dilma por una pelea

Ayer se desató una batahola que obligó a suspender por una hora y media las deliberaciones en el segundo día del impeachment, que se tramita en el amplio recinto de alfombras azules convertido en un campo de batalla política.

 Por Darío Pignotti

Desde Brasilia

Calhieiros, de espaldas, discute con los senadores Gleisi Hoffman y Lindbergh del PT en el recinto de la Cámara alta.

El Senado brasileño, donde comenzó el proceso contra Dilma Rousseff, se ha convertido es un “hospicio”. Esa definición fue pronunciada ayer por el titular de esa Casa, Renan Calheiros, tras lo cual se desató una batahola que obligó a suspender por una hora y media las deliberaciones en el segundo día del juicio político o impeachment que se tramita en el amplio recinto de alfombras azules convertido en una suerte de campo de batalla política.

Inesperadamente Renan Calheiros, aliado del presidente interino Michel Temer, pidió la palabra para recomendar a sus colegas guardar las formas republicanas porque “todo el mundo tiene sus ojos puestos en nuestro país”. Luego afirmó, a los gritos, que había intecedido para que el Supremo Tribunal Federal no procesara a la senadora Gleisi Hoffmann, quien respondió indignada junto a sus compañeros del Partido de los Trabajadores.

Urgido por terminar en tiempo record el juicio que seguramente condenará a Rousseff, el legislador oficialista Calheiros mostró su irritación con los senadores petistas, a los que reprochó dilatar las deliberaciones a través de “un debate que no tiene sentido”.

Calheiros, Michel Temer, ambos del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) y Aecio Neves, jefe del Partido de la Socialdemocracia Brasileña que fue derrotado por Dilma en las presidenciales de 2014, se aliaron en la estrategia de llevar adelante una suerte de “golpe express”, al que intentan disimular detrás del ritual parlamentario.

“Normalidad democrática”, “institucionalidad”, “la gente no aguanta más este proceso”, son frases repetidas por los senadores del PMDB, PSDB y del ultraderechista Demócratas.

En su destemplada intervención, que por momentos pareció un sincericidio, Calheiros llegó a insinuar que podría suspender la presencia de Dilma el lunes próximo cuando posiblemente llegará acompañada por Luiz Inácio Lula da Silva. La visita de Dilma y Lula, así como la presencia de miles de militantes que probablemente se concentrarán frente al Parlamento el lunes, causan escozor a los senadores embarcados en la estrategia destituyente.

El adversario a vencer por Michel Temer, Renan Calheiros y Aecio Neves es el tiempo: cuanto más se prolongue el debate menor será la posibilidad de esconder el putch parlamentario.

Por esa razón se propuso que las sesiones se prolonguen hasta la madrugada y si es necesario continúen este fin de semana para que todo sea concluido el martes o miércoles próximos cuando se realizará la votación final en la que Dilma será destituida.

Si asi fuera Temer podrá calzarse la banda de presidente permanente y con ella embarcar hacia China para participar entre el 4 y el 5 de setiembre en la Cumbre de Jefes de Estado del Grupo de los 20 y, dos semanas más tarde pronunciar el discurso de apertura de la Asamblea anual de Naciones Unidas en Nueva York.

La gira de Temer por China y Estados Unidos “es muy importante para desmontar la narrativa del PT de que Brasil vive un golpe, tenemos que demostrar al mundo que no hubo una ruptura institucional” dijo el senador Neves, apadrinado del ex presidente Fernando Henrique Cardoso.

Según un sondeo del diario O Globo, del multimedios homónimo, el bloque opositor a Rousseff ya logró la adhesión de 52 senadores por lo que sólo faltan dos para obtener el número necesario para la destitución.

La ley del impeachment establece que el jefe de Estado perderá el cargo cuando voten en su contra dos tercios de los 81 miembros del Plenario.

En el frente democrático los senadores del PT, el Partido Comunista y otros aliados circunstanciales, se obstinan en garantizar el debate para “demostrar que esto es un golpe contra una presidenta que no cometió ningún delito”, afirmó ayer la senadora petista Fátima Bezerra.

En los dos primeros días de sesiones los impulsores del impeachment no han podido demostrar que Rousseff violó las leyes de Presupuesto y de Responsabilidad Fiscal. Peor aún, los testigos presentados por la acusación cometieron gafes que llevaron agua al caudal de Dilma y de su abogado defensor José Eduardo Cardozo.

El habilidoso ex ministro de justicia Cardozo demostró que el fiscal Julio Marcelo de Oliveira fue un agitador y participó en las movilizaciones masivas por la destitución de Rousseff el año pasado. Por esa razón el fiscal violó la ley que rige la actividad de los miembros del Ministerio Público. Esa victoria lograda el jueves puede contaminar a toda la causa ya que buena parte de la denuncia contra la presidenta se basa en las tesis presentadas por el fiscal Oliveira.

El otro testigo propuesto por los adversarios de Rousseff fue Antonio Carlos D´Avila Carvalho, un ex miembro del Tribunal de Cuentas de la Unión, que participó en un fallo que la condenó y es una pieza central de todo el proceso. Durante su intervención el ex auditor del Tribunal de Cuentas reconoció que había participado en la redacción de un alegato contra Dilma. O sea, fue juez y parte.

“Todas estas contradicciones las llevaremos al Supremo Tribunal Federal” anticipó el senador petista Jorge Vianna, adelantando que la disputa no se terminará la semana próxima.

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