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La policía y el gobierno francés están de nuevo confrontados a las acciones del grupo AZF, que amenazó con colocar bombas en las vías férreas si no se le pagaba importantes sumas de dinero. Las autoridades descubrieron ayer por la mañana una bomba escondida en las vías de un tren que cubría el trayecto entre París y Basilea. El artefacto explosivo constaba de seis detonadores y estaba compuesto con una mezcla de nitrato, una pila, un detonador preparado para inflamar la carga y un mecanismo de relojería. Sin embargo, las brigadas que analizaron la bomba constataron que uno de los cables del sistema había sido voluntariamente desconectado.
Según la policía, el dispositivo no “corresponde realmente con los anuncios hechos por AZF” a través de la serie de cartas enviadas al gobierno desde hace varios meses. En las cartas enviadas, AZF hace referencia a un sistema de relojería muy perfeccionado que ya fue utilizado en una de las bombas colocadas por el grupo y localizadas gracias a sus propias informaciones. Al enigma del misterioso AZF se le suma ahora el de la bomba encontrada ayer. Los investigadores no están del todo convencidos de que se trate de una acción de AZF sino, más bien, de una o varias personas que se han inspirado de sus métodos, pero sin contar con los mismos conocimientos en materia de explosivos. Por lo pronto, que sea o no AZF, los responsables de los ferrocarriles están obligados a efectuar ahora nuevos controles a lo largo de las vías férreas del país. La bomba de ayer fue descubierta por casualidad en el curso de una de las inspecciones rutinarias lanzadas desde la aparición de AZF. Francia movilizó considerables medios para descubrir quién está detrás de las tres letras. Más de 600 personas trabajan desde hace varias semanas reagrupando informaciones e indicios sin que hasta ahora se haya llegado a un resultado tangible.