EL MUNDO › LULA ESPERARA TENER DE ALIADO A
ZAPATERO PARA MEDIAR ENTRE URIBE Y LAS GUERRILLAS

Dos más dos en una cita atractiva

En lo formal, la cumbre de hoy entre Lula da Silva, José Luis Rodríguez Zapatero, Alvaro Uribe y Hugo Chávez abordará el narcotráfico y la seguridad. De costado, la venta militar de España a Venezuela, las paces Bogotá-Caracas y el conflicto colombiano.

 Por Darío Pignotti

El ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso sospechó, en agosto de 2000, que su aspiración de mediar en el conflicto colombiano estaba destinada al naufragio: los entonces mandatarios Andrés Pastrana y Bill Clinton acababan de rubricar en Cartagena de Indias el Plan Colombia, a través del cual Estados Unidos destinaría miles de millones de dólares a la guerra contra el narcotráfico y la guerrilla (o viceversa). Hoy en Venezuela, el sucesor de Cardoso, Luiz Inácio Lula da Silva, buscará recuperar el tiempo perdido desde entonces y, posiblemente, sondeará en la reunión con sus colegas de España, Venezuela y Colombia la reapertura, no en lo inmediato, del siempre minado camino del diálogo entre las partes beligerantes desde hace 40 años. La ciénaga geopolítica colombiana, en la que no puede desdeñarse el factor narco, es para el Estado brasileño un problema de seguridad nacional al que se agregan las escaramuzas, a veces verbales, a veces militares, entre Colombia y Venezuela.
A diferencia de Cardoso, que no siempre contaba con el respaldo del ex jefe de gobierno español José María Aznar, Lula espera tener en José Luis Rodríguez Zapatero un aliado con quien pueda edificar puentes hacia el presidente colombiano Alvaro Uribe y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Zapatero llega a “Hispanoamérica” –como gustan decir en Madrid– guiado por el objetivo de reconstruir una agenda y un liderazgo regional que Aznar –choques con Venezuela y Cuba mediante (a veces teledirigidos desde Washington)– había relegado. En su cuarto viaje a la región en un año, Zapatero también hará escala en Colombia donde dará su respaldo oficial al congelado proceso de paz. Esa actitud del jefe de la Moncloa se afina perfectamente con los planes de Lula. Zapatero no dejará pasar la oportunidad para hacer negocios y vender fragatas y aviones a Chávez, pese a los reclamos colombianos (ver recuadro).
Formalmente, la reunión de hoy en Ciudad Guyana, 500 kilómetros al sudeste de Caracas en el estado de Bolívar, servirá de marco para un temario tan amplio como ambiguo. Los presidentes Lula, Uribe, Chávez y Rodríguez Zapatero abordarán sus “vínculos y las alternativas de cooperación en el contexto del combate contra el narcotráfico y el crimen organizado transnacional”, según el boletín divulgado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, Itamaraty.
Lula y sus diplomáticos tendrán como prioridad soldar la aún deteriorada relación entre Colombia y Venezuela, estremecida por una crisis desatada precisamente cuando el “canciller” de las FARC, Rodrigo Granda, fue detenido en Caracas y entregado al gobierno de Bogotá, que reconoció haber impulsado la operación considerada violatoria de su soberanía por Venezuela. Dos viajes de Lula en febrero, uno a Leticia, ciudad colombiana pegada a Brasil, y otro a Caracas, coadyuvaron para que hubiera un entendimiento entre Uribe y Chávez. Aunque no fue el único que intercedió entre Bogotá y Caracas, Lula demostró ser un interlocutor con influencia en los dos países, un capital diplomático que podría ser invertido en una gestión mediadora de gran escala y largo aliento.
No se descarta que hoy en alguna suite del Club Macaguá, junto a la confluencia de los ríos Orinoco y Caroní en la sofocante amazonia venezolana, los cancilleres Celso Amorim y Carolina Barco consideren el tema que ya ocupó espacio en la prensa brasileña y colombiana recientemente.
“El portavoz de la guerrilla colombiana quiere que Lula medie”, publicó en su portada del último domingo el Jornal do Brasil. Así, dos días antes del encuentro en Ciudad Guyana, el jefe rebelde Raúl Reyes, “desde las montañas de Colombia”, instaló como tema, que indudablemente rebotará en la cumbre presidencial, la mediación de Lula. “Proponemos la creación de un grupo de países amigos, incluido Brasil, para facilitar la búsqueda de una salida a la crisis que no sea la guerra.” Renglón seguido las FARC formulan un menú de ofertas concretas: “El gobierno colombiano los presos de guerra como los presos políticos (entre ellos la senadora Ingrid Betancourt) a cambio de nuestras guerrilleras y guerrilleros presos incluyendo Sonia, Simón Trinidad (recientemente deportados a EE.UU., ver recuadro). Los guerrilleros anuncian su disposición a liberar “tres agentes de la CIA”.
También la segunda organización armada de izquierda, el Ejército de Liberación Nacional, divulgó un comunicado proponiendo abrir canales de diálogo. Pero lo que puede robustecer la presión hacia una mesa de negociación, tal vez con presencia de otros países, fue el llamado del presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, Pedro Rubiano, quien en el 2002 había rechazado el convite guerrillero para negociar en la zona de despeje que controlaba en San Vicente del Caguán. Ahora el cardenal dijo que no puede haber más dilaciones y, “como dice el pueblo, hay que ir buscándole la comba al palo, hasta llegar a un acuerdo”.
Miles de Kalashnikov
Sugestivamente, el 21 de agosto de 2000, el presidente peruano Alberto Fujimori anunciaba la desarticulación de una red que pretendía vender 10 mil fusiles Kalashnikov a las FARC. Sobre ese argumento machacó la delegación norteamericana, encabezada por la secretaria de Estado Madeleine Albright, para que el ex presidente Cardoso aprobara un plan de intervención multinacional en Colombia. Cardoso no cedió al envío de tropas pero su posición en favor del diálogo respaldado por un grupo de países amigos se desvaneció y los planes Colombia y Patriota (en vigor desde 2003) hablaron más fuerte.
Ahora el cuadro es otro: después del 11 de septiembre de 2001, la política norteamericana hacia la región fue apenas testimonial. Ese vacío diplomático dio lugar a diversos espacios de articulación regional, generalmente liderados por Brasil. El ensayo de hoy en Venezuela, no exento de improvisaciones, tendrá como novedad la participación de un país de la Unión Europea, algo que lo dota de un volumen negociador considerable. Sugestivamente, mientras se hilvanan estos acuerdos, algunos medios de comunicación publicaron extensos artículos sobre el supuesto financiamiento de 5 millones de dólares de las FARC para el Partido de los Trabajadores, en 2002. Más allá de la veracidad de la nota, su efecto sobre una posible mediación en Colombia, si no es neutralizado con informaciones que lo desmientan, puede ser comparable a los Kalashnikov de Fujimori.

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El mandatario de Brasil, Lula da Silva, en un último encuentro con su par venezolano, Hugo Chávez.
 
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