EL MUNDO › DIECIOCHO MEDIDAS QUE SERIAN UNA REVOLUCION

Lo que un Papa puede cambiar

Por Juan Arias*

Un nuevo Papa, si quisiese, podría realizar grandes cambios, sea sólo o con el consenso de los obispos y cardenales. Es más lo que puede que lo que no puede cambiar. Para tener una idea de la capacidad de cambios que un nuevo Papa podría hacer en la Iglesia he aquí algunos ejemplos:
1 Podría abandonar el poder temporal. Dejar de ser jefe de Estado y de todo el aparato que ello conlleva, como tener embajadores y nuncios apostólicos, para convertirse en un simple líder espiritual de los creyentes. Las objeciones que suelen poner los contrarios a la idea es que con los poderes de jefe de Estado y un territorio independiente como el Vaticano –que le fuera concedido por el dictador fascista Benito Mussolini–, el papado tiene mayor espacio de libertad. ¿Y el contrapeso de las otras ataduras mundanas? De cualquier modo, el Papa podría renunciar al poder temporal si quisiera.
2 Podría dejar el Vaticano, que sería dedicado a alguna otra institución italiana o internacional. De querer quedarse en Roma –muchos Papas han vivido fuera de la ciudad eterna durante largos períodos–, lo lógico es que colocara su sede en la Basílica de San Juan de Letrán, que es la primera Iglesia de Roma y no en San Pedro. De querer llevar la sede del Papa a otro lugar del mundo, cualquiera sería bueno. Se dice, en efecto, que Juan Pablo II había “amenazado” al poder comunista polaco con trasladarse, siendo Papa, a Polonia. Y Juan Pablo I había, al parecer, jugado con la idea de irse a vivir con la curia a un barrio pobre de Roma, aunque quizás eso le costara la muerte a los 33 días de pontificado.
3 También podría cambiarse la actual estructura de elección del Papa, que ha tenido a lo largo de la historia de la Iglesia innumerables formas, comenzando desde cuando a los papas los elegían los fieles junto con sus pastores. Podrían hoy elegirlo los obispos o un sínodo o una representación de obispos y comunidades de fieles y sin tantos secretos y misterios.
4 Podría cambiar radicalmente el nombramiento de los obispos, que hoy es un complejo juego de poder en el que tanta parte tiene la diplomacia de las nunciaturas y el poder de la curia. Podrían ser elegidos, como antaño, por los sacerdotes de la diócesis, junto con las comunidades de fieles.
5 El celibato obligatorio del clero secular podría ser abolido sin ningún problema. Depende sólo de un acto de voluntad del Papa. Los apóstoles de Jesús estaban casados, quizás él mismo lo estuviera, y los obispos de los primeros siglos del cristianismo también lo estaban. Incluso se les pedía que tuvieran una sola mujer para dar ejemplo. Los sacerdotes católicos de rito ortodoxo se casan.
6 ¿Y el sacerdocio de la mujer? Hasta ahora los papas se han fundado en la tradición para sostener que Cristo no quiso sacerdotisas. Pero no existe consenso entre los teólogos y menos entre los biblistas, muchos de los cuales sostienen que en tiempos de Pablo hubo sacerdotisas y que no existen impedimentos de fe a su existencia. El Papa, quizá con una consulta a los obispos, podría admitir a la mujer en el sacerdocio.
7 La prohibición del aborto tampoco es un dogma de fe, sobre todo en el primer momento de la gestación y en ciertas circunstancias. Al parecer, el Vaticano ya permitió, en secreto, abortar en el Tercer Mundo a algunas monjas que habían concebido después de haber sido violadas. La Iglesia podría abrir un diálogo con la ciencia. El concepto del alma separada del cuerpo la Iglesia lo heredó de la filosofía griega. Los judíos no concebían un alma separada del cuerpo. Para ellos existían sólo las personas. ¿Cuándo un feto puede considerarse persona?
8 La prohibición al derecho de morir libremente y sin dolor en casos de enfermedades incurables tampoco es ningún dogma. El Papa puede, si quiere, autorizar algún tipo de eutanasia para los católicos.
9 Por supuesto que un Papa puede autorizar el uso de anticonceptivos de cualquier tipo. Eso nada tiene que ver con la fe ni con la exigencia bíblica del crecer y multiplicarse. Podría sí acaso considerarse contra la voluntad de Dios que un matrimonio recusase, sin motivo, usar del don de la procreación, no el control de la natalidad.
10 El divorcio tampoco está condenado como dogma de fe en ningún lugar. Según los teólogos y expertos bíblicos incluso cuando Jesús habla contra el divorcio lo hace en el contexto de su tiempo para criticar la discriminación contra la mujer que no podía divorciar. El hecho de que la Iglesia acepte ya la anulación matrimonial demuestra la incongruencia al no aceptar el divorcio. El Papa podría admitirlo, por lo menos, en algunas circunstancias.
11 Podría abrir un diálogo con la ciencia para los temas de bioética limitándose a los grandes principios sobre el respeto a la dignidad de la persona humana, pero sin olvidarse de que Dios dejó al hombre la libertad de dominar la Tierra y de usar su inteligencia al servicio de la humanidad.
12 Otra de las cosas que podría realizar el nuevo Papa es autorizar la Teología de la Liberación ahora que el comunismo no existe y devolver la libertad de expresión a los 140 teólogos condenados en los últimos años.
13 Podría también el Papa revisar el concepto de “infalibilidad” que impide un diálogo completo con otras iglesias cristianas separadas, al igual que podría revisar el concepto de dogma de fe, como ya había comenzado a hacer Juan XXIII al distinguir entre la formulación del dogma y su contenido. ¿Qué significa, por ejemplo, que Cristo “resucitó” o que María, la madre de Jesús, fue “virgen”, o que Jesús era “Hijo de Dios”?
14 El Papa podría permitir el acceso a los sacramentos a los divorciados católicos que quisieran hacerlo. Ya hay obispos que lo permiten, aunque subrepticiamente. No es contra la fe.
15 También podría eliminarse la confesión privada, una práctica tardía en la Iglesia donde, al principio, existía sólo la confesión pública y la petición de perdón ante la comunidad.
16 Los sínodos de obispos podrían tener poder deliberativo. Pablo VI ya había comenzado. Después le dio miedo o la curia no lo dejó hacerlo.
17 El Papa podría transformar completamente la Curia Romana, un órgano que debería ser eminentemente burocrático, sin poderes y que hoy centraliza tanto poder que atenaza con él al mismo Papa.
18 Podría abolirse el cardenalato. Ya hubo papas que consideraban inútil tal institución. En un principio los cardenales, que podían ser también seglares, eran sólo un grupo de consejeros privados del obispo de Roma. Y solían ser todos romanos. Hoy son prácticamente todos obispos y el papa Juan Pablo II convirtió a los cardenales en su órgano consultivo convocándolos varias veces a Roma, disminuyendo así el poder de las conferencias episcopales. Los cardenales podrían desaparecer. No tienen nada que ver con la fe.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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