EL MUNDO › MAS VIOLENCIA TRAS LA MUERTE DE UN DIPUTADO

Un crimen hizo estallar a Kenia

 Por Steve Bloomfield *

Desde Eldoret

El día había empezado con un clima optimista. Kofi Annan había dirigido una jornada completa de negociaciones entre el gobierno de Kenia y la oposición. La atmósfera de las reuniones se describía como “seria” y los seis negociadores habían conseguido los primeros avances. Pero para la noche, la violencia había estallado otra vez en las barriadas y ciudades a lo largo del país. El disparador: el asesinato de un dirigente opositor, el segundo en tres días. La comunidad internacional ya condenó su muerte y llamó a la paz. El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, llegará hoy al país y Francia pidió que el Consejo de Seguridad se ocupe del tema.

David Too, un legislador del opositor Movimiento Democrático Naranja (ODM, por sus siglas en inglés), fue baleado por un policía cuando viajaba con una mujer, Eunice Chepkwong. La pareja se dirigía a la ciudad de Eldoret, en el oeste de Kenia. La policía local insistía ayer en que el asesinato no tenía nada que ver con la crisis política, sino más bien con un crimen pasional. “Era un triángulo amoroso”, aseguró Muinde Kioko, el jefe de la policía de Eldoret. “Tanto el legislador como el asesino tenían una relación con la misma mujer”, agregó. El jefe de la policía adelantó que el oficial fue detenido y se presentará ante los Tribunales hoy.

Pero, a días del asesinato de un legislador opositor en Nairobi, el crimen de ayer fue rápidamente denunciado por el líder de la ODM, Raila Odinga, como un ataque político. “Condeno esta segunda ejecución a un parlamentario del ODM”, sentenció. “El objetivo de este nuevo asesinato es menguar la mayoría del ODM”, acusó.

Más allá de cuál haya sido el verdadero motivo detrás de la muerte de Too, el crimen disparó un nuevo torbellino de violencia en Eldoret, una ciudad que ha sido el escenario de algunos de los peores enfrentamientos que ha visto Kenia desde las cuestionadas elecciones generales de diciembre pasado. La renovada violencia rápidamente tomó las calles y Annan tuvo que suspender las negociaciones ayer.

Al poco de conocerse la noticia de la muerte del opositor, grupos de jóvenes salieron a la calle y comenzaron a construir barricadas. Miles de personas buscaron refugio en la estación de policía y otros cientos simplemente optaron por huir lo más lejos posible. Fuentes del hospital local informaron que recibieron al menos a 14 heridos de bala.

Aaron Kipkirui, de 20 años, estaba levantando una barricada en medio de la calle cuando la policía abrió fuego. “Creo que puedo caminar”, dijo, mientras intentaba dejar la cama. “Quiero volver a las barricadas”, explicó. Contó que había cerca de 500 hombres de la etnia kalenjin en su grupo, pero no quiso decir cómo o quién los organizaba. En cambio, lanzó una amenaza. Prometió que la milicia a la que pertenecía vengaría a sus muertos y heridos, y el contraataque sería contra la tribu a la que pertenecía el policía que mató al legislador opositor. “No hubo un triángulo amoroso”, afirmó convencido. “Fue un crimen planeado. El hombre que disparó era de la etnia kisii y, por eso, vamos a quemar las casas de todos los kisiis. No los queremos entre nosotros”, agregó el joven desde su cama en el hospital.

Desde que las autoridades nacionales anunciaron el triunfo del presidente en diciembre pasado, más de cien mil personas fueron desplazadas de sus hogares en el Valle Rift. Bandas armadas, principalmente de la tribu kalenjin, han atacado las casas de los kikuyus, la etnia del presidente Mwai Kibaki.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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