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Verna sobreactuó ingenuidad en la investigación sobre las coimas

El senador habló en la Comisión de Asuntos Constitucionales.
Banalizó su relación con el lobbista Bercún, al punto de indignar a algunos legisladores. Sus negativas, sus chicanas.

 Por Eduardo Tagliaferro

“Tengo una relación personal con (Carlos) Bercún”. “Sé que es hincha de Racing, por lo cual puedo hablar de fútbol.” “Bercún es una fuente calificada por su información política y económica.” “Tiene sabrosa información de la interna del bloque peronista en Diputados. No hablaba de la nuestra porque esa sale publicada en los diarios.” Las frases son algunas de las definiciones que el senador Carlos Verna produjo ayer en la Comisión de Asuntos Constitucionales para explicar su relación con el lobbista que está en el centro de las sospechas por los presuntos nuevos sobornos en el Senado. El pampeano entregó una versión excesivamente naïf del perfil del consultor. Tan ingenua, que la santacruceña Cristina Fernández de Kirchner señaló que “nadie de los que están aquí sentados puede creer que se le paguen 25 mil pesos a alguien por ese tipo de informes”. La reflexión de la senadora era contundente. Detrás de lo que no se hablaba se percibía “el tráfico de influencias”. Por cierto, nadie se autoinculpa. Héctor Jacinto Rincón, mano derecha de Bercún, empleado del Central y adscripto a las oficinas de Verna, faltó a la cita. Sus vacaciones anuales nunca fueron más oportunas.
Además de los banqueros, los únicos que hasta este momento se excusaron de concurrir a la comisión son los hombres que rodean al lobbista. Bercún se limitó a enviar una nota diciendo que no concurriría y hoy se encuentra en Estados Unidos; Raúl López, actual funcionario de Economía y muy cercano al consultor, no se presentó por recomendación del asesor legal del ministerio. Ahora el ausente fue Rincón. Su domicilio es indefinido. Verna no sabe nada de sus vacaciones, dijo que éstas son una atribución del Central y el propio titular del Senado, Juan Carlos Maqueda, le reconoció a Kirchner que, para el cuerpo, “Rincón no existe”, ya que su adscripción no fue pedida de acuerdo a las normas usuales. Lo cierto es que sí existe y, tal vez, pronto se comunique con el Senado “desde estas hermosas playas”.
Lo llamativo del caso Rincón es que –hasta la llegada del gobierno de la Alianza– se desempeñó muy cerca del ministro Roque Fernández. A los pocos meses Bercún constituyó legalmente su consultora y apenas un mes después Verna pidió la adscripción de Rincón para desempeñarse en la Comisión de Presupuesto y Hacienda, que él preside. Para los legisladores, Rincón es uno de los laderos del lobbista. Y precisamente la sombra de Bercún es la que los senadores quieren iluminar para esclarecer el caso de las presuntas coimas.
“No soy socio comercial del señor Bercún, ni tampoco conozco la composición societaria de su consultora, ni la masa salarial de sus empleados”, fue una de las repetidas respuestas de Verna. El pampeano no negó su relación con el lobbista pero sí quiso ubicarla en un contexto muy lejano a cualquier sospecha, tanto que dibujó una relación casi angelical, por lo desprendida de temas terrenales que tanto tiempo suelen ocupar en las conversaciones de hombres tan vinculados a temas económicos y materiales.
El testimonio de Verna era considerado importante, lo demostraba la cantidad de senadores que habitualmente no concurren a las audiencias y que ayer estuvieron presentes. Así pudo verse al riojano Eduardo Menem, al correntino Angel Pardo y también al rionegrino Miguel Angel Picheto, al chaqueño Jorge Capitanich, a la tucumana Malvina Seguí, a la salteña Sonia Escudero, a la puntana Liliana Negre de Alonso, al riojano Jorge Yoma, a la catamarqueña Marita Colombo, a la bonaerense Diana Conti, al tucumano Pablo Walter y al entrerriano Jorge Busti. Los radicales, que últimamente no suelen aportar muchos legisladores al encuentro, en esta ocasión sentaron al titular del bloque, el chubutense Carlos Maestro, al chaqueño Eduardo Moro y al santacruceño Carlos Prades. Un lleno completo. Mientras los senadores que impulsan la investigación pretendieron conocer qué tipo de relación une a Verna con Bercún, el pampeano pretendió ubicarse en el medio de la interna que el ministro de Economía Roberto Lavagna tiene con el titular del Central. Así luego de rechazar la versión que entregó el ministro sobre la cena mantenida en las oficinas de Bercún el 24 de julio, aseguró que a él “lo invitó Bercún”. Para el pampeano no fue descabellado el encuentro, ya que él sabía que la consultora estaba contratada por Economía. Algo que el propio Lavagna y el diputado Alberto Coto dijeron que desconocían.
“Nadie puede alegar su propia torpeza. No es mi culpa que ni Coto, ni Lavagna supieran que CB & Asociados estaban contratados por el ministerio”, respondió Verna cuando la salteña Sonia Escudero le recordó que, a diferencia de lo expresado por él, los dos funcionarios dijeron desconocer que Bercún reportaba a Economía. Hubo tiempo para que Picheto le tirara un puente a Verna al preguntarle por las cuatro leyes que según la nota del Financial Times generaron el enojo de los banqueros, para que Menem se quejara del tono de las preguntas “ya que parecen una indagatoria”. No faltó tampoco la oportunidad para que Conti demostrara su escasa lectura de los diarios cuando dijo “no me quedó claro qué dijo Humberto Roggero sobre la relación de Bercún con el bloque”. Página/12 había informado reiteradamente que Bercún fue asesor del bloque de Diputados del PJ.
Afuera, ansioso, esperaba el ex senador y actual director del Central, el formoseño Ricardo Branda. El tercero del triángulo de las sospechas.

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Carlos Verna, escucha a la senadora Malvina Seguí, en una audiencia larguísima y tediosa.
El senador pampeano se ingenió para no decir nada pero no consiguió credibilidad en sus pares.
 
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