EL PAíS › MURIó EL REPRESOR ADEL EDGARDO VILAS, QUE FUE SEGUNDO COMANDANTE DEL V CUERPO DEL EJéRCITO

El jefe del primer centro clandestino

Estuvo al frente del Operativo Independencia, ensayo general de la represión ilegal en Tucumán, en 1975. Falleció sin rendir cuentas en la Justicia.

El ex general Adel Edgardo Vilas, responsable de haber montado el primer centro clandestino de detención en Tucumán durante la última dictadura, murió esta semana sin haber sido condenado por las numerosas violaciones a los derechos humanos en las que estaba implicado. Como segundo comandante del V Cuerpo del Ejército, coordinó la represión militar en Río Negro y en el Sur de la provincia de Buenos Aires. Llegó a ser detenido, declaró extensamente por su responsabilidad, pero fue beneficiado por las leyes de obediencia debida y punto final.

Vilas estuvo al frente del Operativo Independencia, ensayo general de la represión ilegal en Tucumán que ejecutó en 1975 junto a un grupo de oficiales y suboficiales. El pretexto utilizado fue el combate al “brote guerrillero marxista”, tal como lo definió, pero al instalar el centro clandestino La Escuelita de Famaillá implantó temibles métodos de secuestros, torturas y desapariciones. Estas prácticas anticiparían en toda su dimensión el terrorismo de Estado desatado por el proceso.

El informe final de la Conadep reveló que el 24 de marzo de 1976 el golpe militar lo encontró a Vilas desempeñándose como segundo comandante del V Cuerpo del Ejército de Bahía Blanca. Había llegado allí desde Tucumán acompañado por militares y civiles con los que llevó a cabo la represión tucumana.

El ex militar estuvo al frente de la subzona 51 del Ejército y, como tal, fue el responsable de la represión ilegal en el sur de la provincia de Buenos Aires. Allí montó numerosos centros clandestinos de detención, siendo La Escuelita el más conocido. Dicho centro recluyó entre 1976 y 1977 a innumerables detenidos, trasladados desde diversos lugares del país, entre los que se encontraban legisladores y funcionarios como el ex senador radical Hipólito Solari Yrigoyen, quien fuera torturado en el Regimiento 181 de Comunicaciones de Bahía Blanca. En la parte posterior del Comando bahiense, Vilas presenciaba interrogatorios y alguna vez almorzó con los guardias. También recluyó a mujeres embarazadas que dieron a luz en cautiverio y a numerosas personas que aparecieron muertas en supuestos enfrentamientos de los que “participaban” conjuntamente el Ejército y la policía, tal como admitiría al ser juzgado tras el retorno a la democracia.

Los procesos en su contra, en los que narró cómo fraguaba enfrentamientos como parte de una “operación psicológica”, fueron impulsados por el fiscal Hugo Cañón y la Cámara Federal de Bahía Blanca. Durante su declaración indagatoria, Vilas aportó numerosos datos sobre la manera en la que operó el Ejército durante la dictadura. Como tantos otros, se excusó de sus responsabilidades repitiendo que sólo cumplía órdenes. Vilas fue beneficiado con las leyes del perdón dictadas por el ex presidente Raúl Alfonsín y por medidas posteriores en el mismo sentido. En 1988, un fallo de la Corte Suprema lo exculpó y un año más tarde fue alcanzado por los indultos dictados por Carlos Menem.

Luego de la anulación de las leyes de obediencia debida y punto final, Vilas no pudo ser llevado ante los tribunales porque lo declararon insano a causa de un derrame cerebral. Recluido en su departamento de Bulnes 2087, la situación del ex militar empeoró y finalmente falleció impune esta semana. Unos pocos allegados despidieron sus restos el jueves en el cementerio de la Chacarita.

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Adel Vilas, responsable del centro clandestino La Escuelita de Famaillá.
 
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