EL PAíS › LA AGENDA DEL FUTURO INMEDIATO DEL GOBIERNO

Lo que viene, lo que viene

A punto de cerrarse el cronograma electoral, con un resultado favorable para el Gobierno, en la Rosada analizan los asuntos que consideran más urgentes para comenzar a tratar.

 Por Sergio Moreno

Noviembre es el final. A fin de este mes se termina el proceso eleccionario que inauguró el comicio presidencial a principios de año. El Gobierno tendrá dos años de tranquilidad electoral, un remanso que, a horcajadas de los buenos resultados que obtuvo para consolidarse en el poder, le permitirá avanzar en una agenda de temas pendientes, necesarios y vitales, según la valoración que hacen en Balcarce 50. La agenda está compuesta por tres asuntos a resolver, a saber: aprobar una nueva ley de coparticipación federal, elaborar una reforma del sistema financiero y, finalmente, la vapuleada reforma política que tantos gobiernos prometieron pero que nadie cumplió.
Calma. Así prevén en la Casa Rosada que será el horizonte por, al menos, dos años más. Es el plazo que, estiman, será como un remanso de pax luego del proceso de acumulación política que hizo el presidente Néstor Kirchner –y que terminará de hacer cuando finalice la última elección distrital, a la sazón, la de Entre Ríos– a lo largo del proceso electoral. Dicha paz se circunscribe estrictamente a la correlación de fuerzas alcanzada en relación a los partidos de la oposición (menguada, anémica, sin rumbo ni discurso claro) y, especialmente, intramuros del peronismo.
Obviamente, en el Gobierno entienden que la situación económica y las necesidades sociales darán un durísimo trabajo a sus integrantes, pero el remanso político permitirá avanzar en la agenda citada al comienzo de esta nota.
La tranquilidad en los intestinos del peronismo, sellada a partir de la entente Kirchner-Eduardo Duhalde, posibilita que las leyes más traumáticas puedan ser discutidas con los gobernadores y en las cámaras parlamentarias. Nadie descarta, no obstante, algún intento levantisco protagonizado por peronistas incómodos (vale como muestra el intento de conjura protagonizado por diputados operadores de Carlos Reutemann y el desguazado menemismo esta semana en la Cámara baja, finalmente abortado por la conducción del bloque). Sin embargo, los potenciales conjurados están identificados y, según creen en la Casa Rosada, sus movimientos serán susceptibles de anularse.
Un paso necesario para llevar adelante los planes oficiales es erigir rápidamente –será a fin de este mes– al reelecto gobernador de Jujuy, Eduardo Fellner, como presidente del Partido Justicialista, tal cual lo adelantara Página/12 hace más de un mes, en forma exclusiva desde esta columna. En aquella oportunidad, este diario reveló que un acuerdo entre Duhalde y Kirchner encumbraría al jujeño en el aerópago del peronismo, tal como ocurrió.
Dicho y hecho esto, en la mesa chica del Presidente incorporaron a la agenda oficial los tres temas mencionados al inicio de esta nota y cuya factura –al menos como la imagina el Gobierno– pasaremos a desglosar.
- Ley de coparticipación: Esta norma se adeuda desde la reforma constitucional del ‘94, pero el apuro gubernamental radica en un espacio menos broncíneo y más apremiante. El acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional impone a marzo como mes límite para contar, cuando menos, con un borrador de la ley de marras.
La norma es de ríspida factura, habida cuenta de las necesidades de los condottieri distritales, todos ellos gobernadores recién legitimados por las urnas. En la Rosada estiman que esta negociación será un capítulo más de la interna peronista, por lo que prevén arreglar primero entre los gobernadores del PJ para, después, cerrar con los (pocos) mandatarios extrapartidarios (los radicales de Chaco, Corrientes, Mendoza, Río Negro, Tierra del Fuego y, seguramente, Chubut, y Jorge Sobisch, del Movimiento Popular Neuquino).
Un movimiento táctico que ha definido el Gobierno será dejar en manos de Fellner (una vez más) las negociaciones políticas entre sus pares. Fellner es un fiel aliado de Kirchner que, además, tiene una muy buena química con Duhalde y es respetado por el resto de los barones del peronismo. La discusión política será tanto o más definitoria que las negociaciones técnicas. No obstante, en la Rosada está preparados para que los mandatarios peleen cada centavo de la coparticipación. “Va a ser una negociación dura y cara para el gobierno federal; nadie va a querer volverse con menos de lo que llegó”, confiaron en Balcarce 50 a Página/12. Las matemáticas serán otro costado inexorable para las conversaciones que se vienen. “A la Capital Federal hay que subirle; hoy cobra 1,25 por ciento de la coparticipación y aporta el 28 por ciento. Aún no sabemos de dónde vamos a sacar ese dinero para los porteños”, reflexionó un voz alta uno de los principales estrategos del Gobierno.
- Reforma del sistema financiero: “Una reforma global del sistema financiero es indispensable, vital. Tenemos que hacer algo rápidamente para recuperar el crédito, de afuera no va a venir, tiene por lo tanto que venir de adentro”, dice un integrante del gabinete nacional a este diario, preocupado por el crecimiento de la economía.
El regreso del crédito obsesiona al Presidente, sabedor de que el despegue será tal si se garantiza financiación a tasas razonables para la actividad productiva. Un ministro sintetizó los temores oficiales al respecto de la siguiente manera: “Todo lo que se podía hacer sin guita ya lo hicimos. Tuvimos la suerte –y espero que la sigamos teniendo– de que los commodities estén por los cielos, especialmente la soja y el petróleo, pero con eso no se puede planificar el crecimiento de un país, sería como bailar la danza de la lluvia. Ahora tenemos que hacer que aparezca guita de algún sitio”, dice, comprendiendo que no hay deus ex machina en cuestiones de dinero.
Tanto es así que, si bien la reforma del sistema financiero estará en manos del Ministerio de Economía y del Banco Central, en la Casa Rosada ensayan algunas medidas para que “aparezca guita”, por citar la frase mencionada recién por el ministro. Un secretario de Estado con despacho frente a la Plaza de Mayo contó a este diario que “algunos mecanismos que pueden ponerse en marcha para que los bancos comiencen a prestar serían, por ejemplo, disponer que no puedan dar plazos fijos a menos de 30 días y, por otra parte, bajar los encajes, que en la convertibilidad eran altísimos por necesidad”. Ambas medidas se debaten en la mesa chica del Presidente. El objetivo, según contó a Página/12 uno de sus contertulios, es “insuflar dinero al crecimiento, para crecer más”.
- Reforma política: El asunto es un karma para la clase política. El desgaste de la relación entre la dirigencia y la sociedad puede profundizarse en cualquier momento y regresar a los niveles –bajísimos– que tuvo apenas antes, durante y posteriormente al estallido de la Argentina en diciembre de 2001. Ello ocurriría si el Gobierno, artífice de la tibia recomposición de la credibilidad social en la política, marrase en sus políticas de reactivación económica. No obstante, y mientas se libra la madre de todas las batallas –¡es la economía, estúpido!–, la mesa de arena del despacho presidencial muestra un escenario en el cual se debe avanzar –creen el Presidente y sus colaboradores– en la depuración de la política.
Cierto es que muchos de los fieles laderos de Néstor Kirchner lejos están de representar ese modelo transparente que busca el mandatario –sin ir más lejos, basta repasar la nómina de los candidatos a gobernador y a cargos legislativos que apoyó y patrocina–; sin embargo, el patagónico pretende avanzar en algunos puntos sustanciales en la reforma mencionada. Por ejemplo, tratar de que las elecciones nacionales se realicen al mismo tiempo, que coincidan en todo el país; desarmar la lista sábana en los distritos más grandes, esto es, en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza y en la Capital Federal; erradicar la Ley de Lemas de todo el territorio nacional.
Es bastante módica la aspiración oficial, tanto como difícil su implementación. Los condottieri provinciales deben, en muchos casos, su llegada al poder a algunas de estas trampas que, ahora, se intentarán abolir. Saben que la discusión no será sencilla, pero también que ahora es el tiempo de comenzarla. “Se puede hacer ahora: no hay elecciones en dos años y las que vienen (en 2005) son legislativas, no son tan pesadas”, colige un experimentado tejedor peronista, funcionario de primera línea él, mirando el calendario que reposa en su mesa de trabajo.
La discusión está por empezar.

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