EL PAíS › CARLOS KUNKEL, SUBSECRETARIO GENERAL DE LA PRESIDENCIA

“Hoy la principal tarea es la reinserción laboral”

En línea con su Presidente, critica a los piqueteros alineados con partidos que tienen “el 0,5 de los votos” y “no hacen nada para que algo cambie”. Pero subraya que la amplia mayoría de los desocupados cree “en la propuesta de integración”.

 Por Martín Piqué

Carlos Kunkel, subsecretario general de la Presidencia, conoció a Néstor Kirchner en la Facultad de Derecho de La Plata en los ‘70. Por aquellos días, ambos compartían la militancia en la Federación Universitaria para la Revolución Nacional (FURN), una agrupación que luego integraría la JUP de la Tendencia Revolucionaria. Treinta años después, la política volvió a unirlos en el Grupo Calafate, que luego derivó en la candidatura presidencial de Kirchner. “El Flaco” (como le dicen a Kunkel) fue secretario de Gobierno de la Municipalidad de Florencio Varela, lo que amplió su conocimiento de la provincia de Buenos Aires. Desde la asunción del santacruceño, Kunkel se ha dedicado a la construcción del movimiento transversal que apoye al Presidente en los próximos años. Pero también, aprovechando sus contactos, ha seguido de cerca las negociaciones y los conflictos con el movimiento piquetero.
Con una mezcla de parsimonia en el hablar y velocidad para las ironías, Kunkel responde a Página/12 desde Resistencia, Chaco. Se le nota en la voz que ha participado de la vigilia de varias horas en homenaje a las víctimas del fusilamiento de Margarita Belén. Así y todo se las ingenia para insistir en que el Gobierno no reprimirá, para discriminar a los movimientos piqueteros y para defender las críticas del Presidente a los partidos de izquierda.
–Falta una semana para el 20 de diciembre. ¿Cuáles son las expectativas del Gobierno alrededor de esa movilización?
–Dentro de los cerca de 2 millones de planes Jefas y Jefes de Hogar que hay en este momento, habrá un diez por ciento tal vez, poco más o poco menos, de beneficiarios de estos planes que están relacionados con los movimientos sociales a los que normalmente se los denomina “piqueteros”. En realidad esta denominación ya va quedando inadecuada para la gran mayoría de esos beneficiarios o de esas organizaciones sociales, porque la mayoría ha aceptado, ha creído y confía en la propuesta de integración y quiere dejar la situación de marginalidad social que provoca la necesidad de este tipo de planes asistenciales. Van dejando de merecer esa calificación los que comparten el criterio sobre la forma de integración a través del trabajo, miniemprendimientos y otro tipo de cosas. De ninguna manera pretendo descalificar a los que no creen en esto, pero bueno, es para una descripción objetiva. La mayoría de estos movimientos sociales ya están pensando como principal tarea en la reinserción en el mundo laboral. Después, por otra parte, ninguno de los que ahora creen y tienen expectativas se autoexcluyeron, sino que fueron excluidos por el modelo neoliberal que azotó a nuestra patria durante 25 años y que justamente fueron el 19 y 20 de diciembre los días culminantes donde empezó su demolición. Hubo una “transversalidad neoliberal” que penetró a todos los partidos políticos, los vació de contenidos programáticos e ideológicos. Y además parecía que era mala palabra decir ideológicos. Lo único que servía era la ideología liberal, pero enunciada como la única forma posible de asumir las realidades.
–Usted acaba de decir que lo ideológico era una mala palabra. Le pregunto entonces puntualmente por algo que está en el discurso de todo el Gobierno, aunque lo haya manifestado más uno de sus ministros. Que es cierto descrédito a los que consideran los piqueteros “ideológicos”, en oposición a los piqueteros “legítimos”. ¿No le parece a usted una descalificación?
–No, no creo que ésa sea una descalificación. Es una descripción objetiva de la realidad. En los movimientos sociales participan activistas políticos con determinada formación ideológica. Y eso es así. Lo que sucede es que se deslegitima su participación cuando el eje central motivador y guía de su accionar en el seno de esas organizaciones sociales deja de ser la solución de la gente movilizada alrededor de ellos, paraser el eje central la proyección política de propuestas político-ideológicas que, cuando van al terreno electoral –que es donde corresponde presentarlas–, se encuentran con la indiferencia del electorado. Ser militante político no es para nada descalificativo. Mal lo puedo decir yo que tengo más de 45 años de ese carácter. Acompañar las reivindicaciones sociales tampoco lo es: está bien estar cerca de los problemas de la gente. Lo que sucede es que si yo voy a trabajar desde un determinado contexto social para apoyar esa actividad, yo tengo que saber que mientras actúe en tanto actúo como miembro o representante de esos sectores, tengo que priorizar el interés social y la reivindicación específica del sector al que estoy acompañando por sobre mis esquemas ideológicos. Lo que se critica es que en este caso se usan las necesidades de la gente, se largan primero dos o tres consignas generales y abarcadoras, y luego cuando uno desmenuza su actitud hacia el interior del movimiento social, se desprecian las salidas y soluciones para los grupos movilizados y se priorizan las proclamas de tipo ideológico. Esto es lo que está mal.
–El Presidente dijo hace unos días, cuando habló de la “izquierda que no tenía votos”, que había movimientos de desocupados con intereses más electorales. ¿Qué le parece a usted lo que dijo el Presidente?
–Comparto la matriz de ese pensamiento, y por otra parte hace 35 años que participamos de la forja de ese tipo de ideas. Pero no es mi rol ni mi función estar en la vanguardia en ese tipo de definiciones. El Presidente da el marco, y dentro de ese marco nosotros tratamos de explicitar nuestras visiones parciales.
–¿Esa visión no corre el riesgo de ser acusada de macartista? Porque, además, cuestionar desde el peronismo a otros partidos por su representatividad electoral implica desconocer que el PJ –al que no se le puede negar representatividad– muchas veces construye su poder en base al clientelismo y los planes sociales.
–Esa es su opinión y yo la respeto. Pero creo que lo único peligroso en nuestra querida patria es hablar con eufemismos y no decir con sinceridad lo que uno piensa. Todo es peligroso. Según cómo uno maneje los temas y tenga la responsabilidad de expresar sus opiniones. No es que estemos cuestionando que no tengan representatividad, estamos describiendo un hecho objetivo. Esos partidos se presentan a los procesos electorales y no llegan al 0,5 por ciento de los votos. Eso no está ni bien ni mal, pero muestra la consideración que tienen en la ciudadanía. El problema es que ellos, luego de quemar gomas y cortar un ratito o muchas horas una avenida, no hacen nada objetivo para contribuir a que las cosas cambien. Pero supongamos que lo hicieran: el tema es que después lanzan proclamas que son evidentemente plataformas electorales que superan ampliamente el motivo de la movilización por la cual fueron acompañadas por la gente. Eso es realmente así, hay que hacerse cargo.
–Usted dice que los desocupados denominados piqueteros en un tiempo van a dejar de llamarse a sí mismos piqueteros porque van a empezar a integrarse a la economía, van a empezar a integrarse a la producción, a los trabajos genuinos. Sin embargo, las encuestas de desocupación muestran que aunque no creció el desempleo, tampoco bajó notablemente.
–Es evidente que una política orquestada por el neoliberalismo durante casi 30 años no se va a revertir fácilmente. Sus consecuencias económicas fueron terribles: en 1974, período en que regían las pautas del Estado de Bienestar, el 50 por ciento de la renta nacional se distribuía en forma de salarios. En este momento estamos en el 22 por ciento. Así como los liberales no tardaron seis meses en bajar en forma tan drástica la participación de los asalariados en la renta, nosotros tampoco lo vamos a poder recuperar en seis meses. Pero no se preocupe. La inmensa mayoría, con la madurez que tiene, lo comprende y nos está acompañando.
–Muchos de los funcionarios allegados al Presidente han reconocido que uno de los objetivos del Gobierno es disminuir la intensidad y continuidad de la movilización de los piqueteros. ¿No le parece peligroso que el Gobierno busque la desmovilización de esos sectores, que uno piensa que deberían ser los protagonistas de la mayoría de los cambios que ustedes dicen buscar?
–El tema es que nosotros no planteamos la desmovilización de esos sectores. Estamos instando a la gente a la participación y a la movilización activa. Lo que nos parece es que las condiciones y las garantías para movilizarse no deben hacer que quienes se movilicen recurran siempre a una determinada forma de protesta que contraríe a amplísimos sectores de la sociedad. Además, los canales de diálogo están abiertos. Hay que llevar el debate al conjunto de la sociedad.
–¿No teme que los dichos del Gobierno en relación al tema piquetero-aunque todo el tiempo se advierte que no reprimirán– provoquen un clima propicio para la represión y que sectores de las fuerzas de seguridad puedan interpretarlo así?
–No se desprende eso si se analizan las actitudes que hemos tenido nosotros ante la vida y ante la actividad política. Lo que está muy claro es que cualquier miembro de las fuerzas de seguridad, como también los políticos o los ciudadanos en general, que cometamos acciones al margen de la ley van a sufrir las consecuencias con la aplicación estricta de la misma. De ninguna manera nosotros consideramos que habiendo canales de diálogo pueden justificarse acciones al margen de la ley. También estamos alertas a que sectores enmascarados hacia dentro de las organizaciones sociales puedan agredir hacia fuera o hacia dentro de la movilización. Queremos evitar el riesgo de que se generen situaciones de tensión, realizadas por personas totalmente ajenas a la protesta social, para generar situaciones traumáticas.
–¿Tiene información sobre que pudiera pasar algo así?
–No, no tengo. No está dentro de mi función manejar ese tipo de función. Pero lo que hay que hacer es extremar los cuidados para que esa situación no se provoque.

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