EL PAíS › EL VICEMINISTRO ARROYO EXPLICA LOS CAMBIOS EN LOS PLANES SOCIALES

“Se pondrá el acento en la indigencia”

El viceministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, explica en este reportaje cómo se repartirá a partir del año próximo el Plan Familias para las madres con tres o más hijos.

Por L. V.

El Gobierno reformulará a partir del año que viene el mayor programa de asistencia del país, el Jefes y Jefas de Hogar. Desde enero, aquellas beneficiarias que tengan tres o más hijos podrán optar por pasarse del Jefes al Plan Familias, que otorga hasta 200 pesos por mes de acuerdo con la cantidad de hijos. A cambio deberán garantizar que los chicos vayan a la escuela y ocuparse de su salud. “El traspaso está dirigido a prestar más atención a los sectores indigentes y los pobres estructurales. Tiene el objetivo de distinguir dos situaciones: la de quienes tienen posibilidades de reingresar al mercado del trabajo, que quedarán en el Jefes y Jefas de Hogar, y la de quienes están lejos de la reinserción laboral, que irán al Plan Familias. A ellos se les dará un acompañamiento con un tutor cada 50 personas”, señaló el viceministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo.
El replanteo fue anunciado luego de que la Iglesia pidiera modificaciones en el Jefes de Hogar. En la última semana, Cáritas y algunos obispos plantearon que el subsidio desalienta la cultura del trabajo y favorece el clientelismo. Los cambios irán en la dirección reclamada en el sentido de tomar a los hijos como criterio principal para la asignación de los recursos, pero no ampliará la cantidad de asistidos. Tampoco se propone garantizar una cobertura universal, una medida que las organizaciones sociales (como la CTA y las agrupaciones piqueteras opositoras) y algunas fuerzas de la oposición (como el ARI) defienden para que los subsidios dejen de ser un mecanismo de control político.
“Hoy, el Plan Jefes y Jefas de Hogar tiene un millón 600 mil beneficiarios y el Plan Familias, 240 mil. La idea es que de manera progresiva, en los próximos dos años, 750 mil mujeres pasen del Jefes al Familias. Con ellas vamos a hacer un trabajo fuerte de monitoreo y seguimiento, para mejorar la calidad de vida de los chicos y de capacitación de las madres para fortalecer sus posibilidades de empleabilidad.”
–El traspaso no va implicar un aumento en la cantidad de beneficiarios.
–No. Se trata de un reacomodamiento de la gente que ya está en planes sociales. No estamos abriendo los programas a nuevas personas.
–¿Qué va a pasar con las madres desocupadas que hoy no tienen un Plan Jefes de Hogar? ¿No es un criterio desigual con respecto a ellas?
–Vamos ordenando las cosas por etapas. La primera fue con el pago con tarjeta, que significó un aumento en los ingresos al descontarse el IVA sobre las compras. La segunda etapa tuvo que ver con el registro de beneficiarios, que sirve para depurar el padrón y también para conocer cuál es la situación de cada familia. Esta tercera etapa va a implicar fortalecer cada núcleo familiar de acuerdo con lo cerca o lejos que esté del mercado laboral. Si se incluyen nuevas personas será en una etapa posterior, lo que estamos haciendo ahora es reorganizar los beneficiarios que hay en los planes de ingreso.
–La situación de pobreza y desempleo no ha cambiado sustancialmente. ¿Por qué se insiste en planes focalizados en lugar de crear un programa universal?
–En alguna medida sí ha cambiado la situación, al menos en estos términos: cuando el Gobierno asumió, había un 54 por ciento de pobreza y hoy hay 44. Sigue siendo muy alta la cantidad de población pobre, pero estamos en una situación donde la pobreza ha bajado diez puntos. La desocupación también bajó, del 22 por ciento al 13 por ciento (la cifra cuenta como ocupados a quienes cobran un subsidio). Nosotros lo que estamos haciendo es trabajar sobre una política social ya preexistente, por eso el eje pasa por consolidar a cada sector de acuerdo con sus posibilidades. No estamos arrancando de cero, no es que acá no había nada entonces inventamos un plan focalizado, sino que a partir de un plan ya existente, que se hizo en el marco de la emergencia, estamos avanzando para su reorganización.
–¿Cómo se va a comenzar el traspaso?
–Provincia por provincia. Cada provincia va a tener un centro donde se va a orientar a los beneficiarios acerca de su situación, especialmente a las madres con varios niños, acerca de cómo podrían cambiar de plan. Luego vamos a establecer un tutor por grupos de cada 50 personas para acompañar a las madres en su proceso. Si ellas van a capacitarse, el tutor se va a ocupar no sólo de lo que pase con los niños sino también de la capacitación. Pueden aprender a hacer un currículum, tener entrevistas laborales o armar actividades. Por primera vez va a haber un plan monitoreado con un acompañamiento real de la situación de estas familias.
–¿Cuánto pesó la presión de la Iglesia para reorientar el plan?
–La verdad es que no, no hay una relación entre esa presentación y el surgimiento del programa. Nosotros ya veníamos trabajando el tema hace tiempo con la Iglesia y todas las instituciones que están en el Consejo Consultivo Nacional.
–¿Cómo se financia el programa?
–Va a ser a tres años, con 800 millones en total, en parte financiado por el Tesoro nacional y en parte por el Banco Interamericano de Desarrollo.
–¿En qué proporción?
–En términos generales, un 60 por ciento del BID y un 40 por ciento del Estado nacional.
–¿Va a haber cambios para los que queden en el Jefes y Jefas de Hogar?
–Fundamentalmente en la contraprestación que se les pide, que se va a orientar no tanto a los servicios comunitarios sino que va pasar a tener un fuerte acento en el tema de empleabilidad, en la vuelta al mercado laboral. De todas maneras, durante seis meses vamos a hacer una coordinación conjunta entre el Ministerio de Trabajo y el de Desarrollo Social, y después las particularidades del Jefes de Hogar quedarán en el área de Trabajo.
–El crecimiento económico no se está traduciendo en los puestos de trabajo que la sociedad necesita. ¿Qué horizonte ve para que las políticas sociales de reinserción tengan éxito?
–Nosotros creemos que la política social hoy es básicamente trabajo y producción. Nos parece que mucho del reingreso al mercado laboral se da a través de la economía social y de pequeñas unidades productivas, que no tienen por qué ser microemprendimientos, sino que pueden ser encadenamientos productivos. Si hoy es impensable que una empresa contrate a cinco mil trabajadores de una vez, sí se pueden desarrollar pequeñas unidades productivas. Nosotros con el Plan Manos a la Obra tenemos financiados 20 mil proyectos y vamos a llegar a 32 mil a fin de año, eso realmente va generando puestos porque va potenciando actividades productivas. Vemos que van contribuyendo a la generación de empleo, el desafío que tenemos es que sean de calidad y sustentables en el tiempo.

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“Se prestará más atención a los pobres estructurales”, dijo Arroyo.
 
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