EL PAíS › ENTREVISTA A ANIBAL IBARRA LUEGO DE SU PRESENTACION EN LA LEGISLATURA

“Pudo ocurrir con o sin corrupción”

El jefe del Gobierno porteño aún no resolvió si concurrirá mañana a la Legislatura a seguir dando explicaciones sobre la tragedia de República Cromañón. Dice que el macrismo busca montar “un show” con la tragedia.

 Por Fernando Cibeira

Aníbal Ibarra llega a la Jefatura de Gobierno de la ciudad minutos después de terminada la movilización por el mes de la tragedia de República Cromañón, que cerró unos metros más allá. Se lo nota cansado pero activo en pleno domingo de lluvia, lógico si se tiene en cuenta que tiene un proceso de virtual interpelación en la Legislatura abierto con el que todavía no tiene resuelto qué hacer. Explica que acaba de llegar de una recorrida por hospitales para visitar a heridos pero enseguida aclara que no quiere decir nada más sobre el tema, dividido como está entre no querer aparecer publicitándose con estos gestos y las acusaciones que se le hacen de mostrarse distante de las víctimas. “El lugar de las víctimas es el peor en que puede estar un ser humano”, remarca. Desde el principio, la estrategia del jefe de Gobierno ha sido repartir culpas, pero se resiste en especificar su grado de responsabilidad en la tragedia. Ante cada insinuación, repite: “Frente a una bengala al techo y una puerta cerrada, no se puede hacer nada”.
–¿Ya resolvió si el martes volverá a presentarse en la Legislatura?
–No lo sé.
–¿Por qué debería volver a la Legislatura y por qué no?
–Era una necesidad institucional y una necesidad personal mi presencia en la Legislatura. Respondí a todas las preguntas de los veinte bloques, casi diez horas. Hubo una operación política de un sector del macrismo con un sector de la izquierda para suspender la sesión y llevarla al martes. Yo dije en mi alocución que no había que hacer un show de la tragedia, y parece que hay quienes quieren hacer un show de la tragedia. Esos son los motivos por los cuales estoy evaluando si debo ir o no el martes.
–¿Cuál sería el inconveniente en responder las preguntas que puedan haber quedado pendientes?
–Ninguno. Es más, el viernes yo estaba para seguir. Ofrecí ir en cualquier momento del sábado, ocho de la mañana, tres de la tarde. Pero hay algunos a los que no les interesan las explicaciones.
–Usted acusa al macrismo y a los partidos de izquierda, pero los familiares de las víctimas que presenciaron la sesión también pedían un cuarto intermedio.
–De esto separo a los familiares porque entiendo el dolor que tienen, lo comparto. Soy padre y el lugar en el que están ellos es el peor en el que puede estar un ser humano, la pérdida de un hijo, de un ser querido. Si nosotros estamos atravesados por el dolor, si la sociedad está atravesada por el dolor, aquel que ha perdido un hijo, ni hablar. Es absolutamente entendible cualquier situación. Yo los separo totalmente. Es distinta la situación de aquellos que quieren especular políticamente con el dolor de los familiares y de la sociedad.
–¿No queda mal que, justamente, en medio de este dolor los políticos se crucen acusaciones?
–Por eso tampoco quiero entrar en una polémica. Describí la situación que vi y que lo dicen los propios sectores del macrismo que se indignaron con esa actitud, por lo tanto esto le da fuerza a nuestro argumento. Yo, como jefe de Gobierno, tengo la obligación de trabajar en cambiar las cosas en materia de seguridad, en los controles, en la atención de las víctimas, y es lo que estoy haciendo todos los días de la semana, sábado, domingo. No cuenten conmigo para entrar en polémicas.
–El legislador Milcíades Peña criticó su supuesta distancia y su falta de involucramiento personal respecto de las víctimas. ¿Cómo toma esas críticas?
–Estuve en reuniones personalizadas con aproximadamente 40 familiares, estuve con ex trabajadores de Cromañón, con personal de seguridad de Callejeros, en casas particulares de familiares. No promocioné una sola reunión y no lo voy hacer, porque si digo que no especulo con la tragedia lo digo en serio. Tuve reuniones muy duras, que fueron necesarias para mí. Hubo gente que me dijo que quería que renunciara y hubo gente que me dijo que no. Hubo gente que lloró en mi hombro y la mayoría me contó la historia de cada uno de los chicos como una necesidad de mostrarme quiénes eran. Me mostraban fotos, lo que hacían, los que murieron rescatando gente. Y no quiero seguir contando cosas porque por un lado digo que no promociono y por el otro lo estoy contando.
–Pero existe la sensación de que el gobierno nacional se involucró más con las víctimas. ¿Usted no lo ve así?
–Yo, personalmente, estuve también con heridos, con gente internada, hay una oficina a cargo de la subsecretaria de Derechos Humanos, Gabriela Alegre, que intervino desde las primeras horas de la tragedia y no se hizo promoción de su trabajo (ver recuadro).
–Tal vez sea diferente la percepción pública. También se le cuestionó que no haya pedido perdón a las víctimas. ¿Usted considera que no tiene por qué pedir disculpas?
–No me siento una persona contraria a pedir disculpas, al contrario, muchas veces necesito pedir disculpas. Si la Justicia determina alguna responsabilidad del Gobierno de la Ciudad en la tragedia, sin ninguna duda que pido perdón.
–¿No hay un grado de responsabilidad suya en la tragedia?
–A ver, la culpabilidad la determina la Justicia y será la jueza quien la determine. No hay que reemplazar la función de los jueces. En mi exposición en la Legislatura me hice cargo de deficiencias del sistema. Ahora, hay muchos que quieren que yo sea el único que se haga cargo. El sistema involucra a todos.
–¿Pero al reconocer que República Cromañón tendría que haber estado cerrado no reconoce un nivel de responsabilidad?
–Si hubiera ido un inspector el día 25 de noviembre, tendría que haber cerrado. Ahora, no era sistema del control ir a los vencimientos. Pero con el mismo énfasis dije que de nada hubiera servido, era en todo caso una formalidad. Porque con el certificado podría haber ocurrido. Frente a una bengala que se tira a ese techo, que el poliuretano no está prohibido, y una puerta cerrada, esa tragedia hubiera ocurrido igual. Hubo una cosa que me sorprendió: en diez horas que estuve en la Legislatura, nadie hizo una referencia a la bengala ni a la puerta de emergencia cerrada, como si no hubieran tenido nada que ver con el accidente.
–¿Y no son distintos grados de responsabilidad? La bengala, la puerta, el techo.
–No es correcto medirlo así. Esto lo determina la jueza. Hablé con profunda claridad de qué cosas se hicieron bien –con el área de control, el pase a disponibilidad de inspectores– y de las cosas que nunca se habían hecho como sistema. Incluso expresé cosas que nadie me había dicho antes y yo solo las dije, antes de que nadie me preguntara nada.
–¿Coincide con lo que le dijeron acerca de que sin corrupción esta tragedia no hubiera sido posible?
–Podía haber ocurrido sin corrupción o con corrupción. Insisto, frente a alguien que tira una bengala al techo y una puerta cerrada, esto ocurre. No descarto ninguna hipótesis. Ahora certeza de que hubo corrupción, no la tengo. Ya dije: aquel que tenga un dato vamos juntos y lo denunciamos en Tribunales. Soy el primer interesado en saberlo. Es más, hasta me hubiera convenido encontrar a alguien a quien echarle la culpa.
–Lleva más de cuatro años de gestión y lo que pone este hecho de relieve es que el área de inspecciones municipales continúa –o al menos continuaba hasta el año pasado– siendo inmanejable.
–Grosso dijo que los inspectores municipales eran un nido de corrupción. Yo fui el único jefe de Gobierno que se atrevió a pasarlos a todos a disponibilidad. A partir de allí ingresaron inspectores que fueran profesionales. Si no lo hubiera hecho ahora habrían dicho: “Ah, tenía que pasar Cromañón para hacer eso”. No, lo hice antes, en noviembre de 2003.¿Me pregunta si alcanzó? No, por supuesto que no alcanzó, está claro. Ahora, era lo que había que hacer.
–¿Qué quiso decir cuando habló de leyes que no se cumplen?
–Quise poner de manifiesto una cosa. El 18 de diciembre se hizo un recital de Callejeros en Excursionistas y hubo control de bomberos, de policía, médicos, control en puerta de acceso y salida, y cuatro inspectores del Gobierno de la Ciudad. Eso porque en una ley de 1910, que nosotros tomamos, determina que cada vez que se hace un recital en un lugar no habilitado se debe pedir una autorización y entonces se exigen todos esos requisitos. Los otros se manejan sin necesidad de pedir esa autorización, nadie le comunica al gobierno que se va a hacer un recital en un local bailable o en un teatro. No hay, porque la ley no lo manda, todo un sistema que cuide cada cosa, la apertura y el cierre del recital. Eso es lo que puse en contradicción. Nunca nadie cuestionó esto.
–¿Usted tenía idea que se hacían recitales en lugares cerrados donde se juntaban miles de personas?
–Sí, tengo hijos adolescentes que van a recitales. Fueron a Huracán, a River y también a lugares cerrados. Efectivamente, yo no conocía Cromañón, pero conocía otros.
–¿Nunca le habían parecido potencialmente peligrosos esos ámbitos?
–A ver, mi hijo mayor iba. No hay que estigmatizar el rock ni tampoco a determinados lugares. Hay que generarles un marco de condiciones. Así como por una ley controlamos bien determinados eventos, éstos también habría que haberlos controlado. No estaba la obligación legal de hacerlo, lo cual era un disparate formal. Pero ni un solo legislador lo cuestionaba.
–¿Y en este mes en algún momento no pensó: “Qué bronca, si hubiéramos hecho tal cosa esta tragedia se podría haber evitado”?
–Tengo una profunda angustia, un profundo dolor porque esto ocurrió en la ciudad de Buenos Aires mientras yo soy el jefe de Gobierno y uno queda atravesado por un conjunto de sensaciones. Pasa como cuando un familiar sufre una desgracia. Entonces se piensa por qué uno no hizo esto o aquello, esa cosa muy humana. Por más que yo no estoy detrás de cada inspección de cada lugar. Hay ocho estamentos desde el inspector hasta el jefe de Gobierno. Pero, bueno, creo que es un sentimiento normal con cada cosa que pudo haber sucedido, haberse hecho. Yo expongo con absoluta sinceridad las cosas que se hicieron. Las cosas buenas y las cosas del propio sistema que nosotros no supimos cambiar –y hablo de todo el sistema político de la ciudad–, que hubiera generado otras condiciones. No quiere decir que se hubiera evitado pero se hubieran bajado riesgos potenciales.

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