EL PAíS › RUCKAUF SE INVENTó UNA AGENDA PARA TAPAR ACTIVIDADES PERSONALES

New York, New York

El canciller no solo declinó obligaciones públicas para visitar a su familia en Nueva York. Justificó una gira privada impresentable en medio de la crisis informando que hizo gestiones ante las Naciones Unidas. Pero Página/12 averiguó que no solamente no las hizo sino que ya estaban hechas.

 Por Martín Granovsky

El canciller Carlos Ruckauf no solo disfrutó de vacaciones en Nueva York en lugar de participar activamente de la negociación de la Argentina con los Estados Unidos: obsesionado por justificar su paseo para visitar a la familia con alguna tarea que fuese útil a la Argentina, terminó dando instrucciones de inventar iniciativas que no son propias de un canciller o directamente no existieron.
Cuando a principios de semana quedó claro que el ministro había quedado al margen de la preparación de la visita del secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Paul O’Neill, y luego de la propia visita, Página/12 preguntó a los voceros de Ruckauf qué agenda tan importante había distraído al canciller.
La reconstrucción entregada fue la siguiente:
- 21, 22, 23 y 24 de julio, reunión en Río de Janeiro entre el Mercosur y la Unión Europea.
- 26, 27 y 28, reunión en Guayaquil.
- 29, 30, 31 de julio y 1 de agosto, fugaz paso por Buenos Aires.
- Viernes 2 de agosto, actividad en Nueva York vinculada con las Naciones Unidas.
- 3 y 4 de agosto, fin de semana en Nueva York con su hija y sus nietos.
- Lunes 5 de agosto, Nueva York.
- Martes 6 y miércoles 7, Bogotá para la asunción del mando de Alvaro Uribe, el nuevo presidente colombiano.
- Jueves 8, regreso a la Argentina.
O’Neill llegó a Buenos Aires al mediodía del martes y se quedó hasta la tarde del miércoles. Fue atendido por el ministro de Economía Roberto Lavagna, por el presidente Eduardo Duhalde y por directivos del Banco Central. Ruckauf no aportó esfuerzo personal en el último tramo de la preparación ni creyó interesante dar otro apoyo que el de Ceremonial. Y los cortocircuitos llegaron a un nivel tan ridículo que Duhalde decidió reemplazar en la reunión con O’Neill al embajador en Washington, Diego Guelar, con el vicejefe de Gabinete, Eduardo Amadeo, que ocupa un lugar de importancia nimia dentro de la estructura del Gobierno. La situación fue ridícula. Guelar quiso estar en el encuentro pero no recibió autorización y ahora, por más hiperactivo que se muestre en Washington, los diplomáticos norteamericanos sabrán que su jefe el Presidente no le tiene confianza. La explicación de Guelar, ausente forzoso, es que el responsable de la ausencia diplomática es Ruckauf y no él, y la de Ruckauf, ausente alegre, es que el canciller no interviene en los problemas entre el Presidente y su embajador en Washington. Cualquier impresión de que la Argentina rompió relaciones con los Estados Unidos es, obviamente, falsa.
Página/12 ya publicó el viernes que un secretario de Estado explicó así la visita de Ruckauf a Nueva York:
–Fue por los nietos. Cuando usted tenga nietos, va a ver que tiran más que los hijos.
El yerno de Ruckauf acaba de ser trasladado a Nueva York como consultor del banco de inversión Merrill Lynch. Por eso los nietos están allí.
El equipo del ministro tuvo la sagacidad de detectar el nivel de irritación que estaba generando la clandestinidad de Ruckauf en medio de una crisis como la que vive la Argentina. Y entonces armó la explicación, construida en verdad como las malas coartadas que exhiben los sospechosos en las películas norteamericanas.
La primera explicación dada a este diario el jueves fue que Ruckauf había participado en Nueva York de dos importantísimas actividades. Una, una reunión preparatoria de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que empieza en septiembre. La otra, la presentación de un pedido de rebajade la cuota argentina a la ONU, que según el Gobierno debería bajar tras el achicamiento del producto bruto interno per cápita medido en dólares.
Página/12 consultó directamente a la ONU. Entre el 2 y el 5 de agosto no hubo ninguna reunión preparatoria, y tampoco un encuentro sobre el tema de las cuotas.
La ONU incluye todos los días en Internet, y también imprime, una guía de sus actividades cotidianas. El viernes 2 de agosto, indica el informe, se reunión el grupo informal sobre sanciones del Consejo de Seguridad. Ruckauf no participó de esa reunión. Tampoco fue parte del comité ad hoc para una convención internacional comprehensiva e integral en materia de protección y promoción de los derechos y la dignidad de las personas con discapacidades. El canciller no figura entre los presentes del grupo de trabajo para crear un instituto de entrenamiento de la mujer, y el lunes estuvo ausente del debate sobre el problema palestino.
La situación, el jueves a la noche, era sorprendente. ¿Se había llegado a un nivel en que un funcionario no solo no cumple con su trabajo sino que inventa una cobertura y lo hace, además, tan torpemente? ¿A tanto llegó la idea de impunidad?
Como la situación era tan difícil de digerir, por lo tosca, el viernes este diario hizo más consultas a la Cancillería. Había, como mínimo, tres datos a mano:
- No existen las reuniones preparatorias de la Asamblea General.
- Si hay reuniones técnicas, jamás participan los cancilleres.
- No había habido ningún programa de discusión sobre cuotas.
La conclusión era que Ruckauf había usado el aparato y el tiempo del Estado para visitar a sus nietos pero que a la vez se había preocupado de que ese aparato estatal, solventado por los impuestos de todos los ciudadanos, le sirviese como tapadera.
Voceros del canciller entregaron entonces una nueva batería de respuestas.
Dijeron que Ruckauf quería efectivamente visitar a los nietos.
Que como la participación de la Cancillería en la visita de O’Neill sería solo protocolar, no había problema alguno en que, en lugar de volver a Buenos Aires desde Guayaquil antes de ir a Bogotá, Ruckauf viajase a Nueva York.
Señalaron que el ministro pagó ese pasaje de su bolsillo.
Explicaron que el canciller tiene tanta contracción al trabajo que ya que estaba en Nueva York cumplió tareas ante Naciones Unidas.
Admitieron que realmente no hubo una reunión preparatoria de la Asamblea General.
Admitieron que no hubo una reunión por las cuotas.
Dijeron que Ruckauf formalizó notas ante Naciones Unidas por la participación del Presidente Eduardo Duhalde y por la rebaja de las cuotas.
Página/12 llamó a la oficina de Iqbal Riza, jefe de Gabinete del secretario general de la ONU, Kofi Annan. Ese es el departamento que habitualmente recibe las notas y las deriva. Una funcionaria que se identificó como Vanessa Zamora dijo que revisó las notas entradas en agosto y no hay ninguna firmada por Ruckauf.
Averiguaciones paralelas permitieron establecer que el tema de las cuotas ya había sido planteado en junio por el embajador Atilio Molteni. El diplomático es director de Asuntos Nucleares de la Cancillería, pero antes, cuando estaba acreditado ante la ONU, se había convertido en el experto en cuotas y el Ministerio de Relaciones Exteriores quiso aprovechar su habilidad.
En cuanto a la próxima Asamblea General, este diario pudo establecer en la ONU que Duhalde ya tiene turno: hablará el 13 de setiembre a las 11. Funcionarios consultados dijeron que ninguna persona de apellido Ruckaufpidió fecha últimamente, se mostraron asombrados ante la posibilidad de que fuese un canciller el encargado de hacerlo e indicaron que las gestiones correspondientes ya se habían hecho un mes atrás.
Más aún: en esos días de agosto Ruckauf pasó momentos placenteros con el cónsul argentino en Nueva York, que tiene casa con pileta, pero no estuvo en persona en el edificio central de la ONU, donde por otra parte una autoridad de menor rango, un e mail, un cadete o un fax podrían haber cumplido las funciones que el canciller inventó como cobertura de su gira familiar.

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Ruckauf usó el aparato y el tiempo del Estado para visitar a sus nietos en Nueva York. También intentó que ese aparato estatal, público, le sirviese como tapadera.
 
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