EL PAíS › EL TRIBUNAL ABSOLVIO A LA ABUELA DE PLAZA DE MAYO ACUSADA DE CALUMNIAS E INJURIAS

Se hizo justicia con la abuela Sonia Torres

Con un fallo lapidario en el que el querellante Tránsito Rigatuso quedó definido como delator de los adolescentes que desaparecieron mientras él era director del colegio Manuel Belgrano de Córdoba, la Justicia dejó libre de culpa y cargo a Sonia Torres, la abuela de Plaza de Mayo que había señalado al ex diputado justicialista como entregador de los adolescentes.

 Por Mónica Gutiérrez

Sonia Torres escuchó durante dos horas la lectura de la sentencia desde el más absurdo lugar que le ha tocado ocupar. La Justicia de Córdoba la absolvió de las acusaciones de calumnias e injurias que le promovió Tránsito Rigatuso a raíz de sus dichos en una nota periodística, pero hizo más: certificó que el ex director del colegio secundario donde estudió su hija desaparecida realizó y entregó listas de alumnos y docentes que fueron perseguidos y secuestrados por la dictadura militar. “Se debe dar por cierta la existencia de esas listas y que las mismas fueron remitidas por Rigatuso a los servicios de seguridad”, señaló el juez Rubens Druetto en su fallo. En medio de la celebración del público y representantes de organismos de derechos humanos, la abuela de Plaza de Mayo recordó a su hija “Silvina y a los doce compañeros, que ya no están. Con esto hemos hecho algo más por los desaparecidos”, afirmó emocionada. Más de doscientos jóvenes de la Escuela Manuel Belgrano esperaron el fallo en la puerta de los Tribunales.
Rigatuso querelló y terminó acusado. Si bien los testimonios que se escucharon en las cinco audiencias y los documentos que probaron a lo largo de estos años la conducta de Rigatuso no auguraban otro final, sorprendió la contundencia del fallo. El juez le impuso a Rigatuso las costas del juicio en 20 mil pesos y la obligación de publicar la sentencia en el diario local donde apareció la nota que motivó la querella.
En un pormenorizado razonamiento, el juez Rubens Druetto desestimó la acusación de calumnias y determinó que sí hubo injuria, aunque la encuadró en la excepción que admite la ley para los casos –como éste– en que la conducta atribuida (la de haber delatado), quedó probada “con certeza” en el transcurso del juicio. En otras palabras, acusar a alguien de delator es una injuria, pero no es punible si es verdad, como en esta ocasión.
Tal como los abogados de la abuela, Elvio Zanotti y María Teresa Sánchez, habían planteado en su defensa, el juez opinó que otra de las causales que justifican la conducta de Sonia es la defensa del interés público actual: “Toda la sociedad de un modo u otro se encontró afectada por los hechos ocurridos en esta época tan oscura y triste de la historia argentina. Y aún hoy existe un marcado interés social en conocer la verdad de los hechos allí ocurridos, donde perdieron la vida tantos hombres y mujeres, y que han dejado huellas profundas en la memoria de nuestro país”, señaló. “Estimo que la querellada actuó motivada por un interés público y, aunque no lo hubiera expresado, por el sólo hecho de intervenir funcionarios existe interés público, hasta su vida privada tiene relación con el interés de la sociedad”, indicó, y recordó que Rigatuso ocupó numerosos cargos.
Sobre la veracidad de los dichos de Sonia, el juez enumeró las causas judiciales que han sindicado al ex director del Belgrano como el responsable de delatar alumnos y consideró como verosímiles las declaraciones de los numerosos testigos que ofreció la defensa, entre ellos docentes, celadores, ex alumnos y padres. También recordó en el fallo que eso fue dicho no sólo por las víctimas del accionar represivo sino por los mismos represores, cuando por ejemplo el ex jefe de Inteligencia del Tercer Cuerpo de Ejército César Emilio Anadón informó, en 1977, que la cesantía de una docente se debía a las “informaciones producidas por las autoridades del colegio anteriores al 24 de marzo del ‘76”. Rigatuso fue el director entre el ‘74 y el ‘76.
En uno de los párrafos más lapidarios de la sentencia, Druetto afirmó: “Se debe dar por cierto la existencia de esas listas y que las mismas fueron remitidas por Rigatuso a los servicios de seguridad, toda vez que según las expresiones de los testigos, fueron citados por él como padresde los alumnos, y tenía una lista en la mano y les efectuaba la advertencia de mandar esas listas a los servicios de seguridad, y luego da la coincidencia de la persecución y posterior desaparición de estos alumnos”.
Ante la indignación del querellante y su abogado la secretaria siguió leyendo: “Además, es de público conocimiento que las denuncias en ese período no se hacían en forma oficial, sino que se había institucionalizado la cobardía y la delación, el ‘no te metás’ y ‘por algo será’, el secreto y el miedo como conducta social, y la consecuente pérdida de los derechos y garantías consagrados en la Constitución Nacional, donde en nombre de la salvación de la Patria y de sus valores occidentales y cristianos se cometieron horrorosos crímenes, inspirada por las autoridades democráticas de la época, primero, continuada y llevada a su apogeo con las autoridades militares”.
En las pausas de la lectura, los cánticos de los estudiantes del Belgrano que esperaban afuera atravesaron con claridad las ventanas cerradas: “Rigatuso botón... Rigatuso botón...”, escuchó el mismo ex director del colegio que le gritaban los adolescentes. El final, por demás emotivo, incluyó un homenaje a los desaparecidos del colegio dependiente de la Universidad. “Siento alegría porque se hizo justicia, pero uno piensa al mismo tiempo que los chicos no están, y que la prolongación de mi hija que es su hijo todavía no lo encontré”, le dijo Sonia a Página/12. La mamá de Silvina Parodi busca al nieto que hoy tiene 26 años y ayer pidió otra vez que los jóvenes que tengan dudas “se acerquen a buscar su identidad, nadie les va a cambiar su historia, pero es necesario que llegue a buen término la búsqueda de las Abuelas”. Reiteró su esperanza de que “si se hace justicia lo vamos a encontrar. Todos los días me levanto a buscarlo”, afirmó.
Ni el lugar de los acusados para Sonia fue el lógico en este juicio ni un tribunal correccional era el ámbito esperado para contribuir a una verdad que por otras vías se demora o se esquiva. “Sos el único tipo al que la Justicia le puso un cartel de delator”, contó un testigo que le dijo alguien a Rigatuso una vez, en tono de burla. Rigatuso desafió a la memoria, pero ya no se podrá sacar el cartel que lleva en su frente.

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Sonia Torres tiene a su hija desaparecida y hace veintiséis años que busca a su nieto.
 
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