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En una Argentina donde 4 de cada 10 jóvenes menores de 18 años son indigentes, los derechos de la niñez corren peligro permanente de ser letra muerta. Frente a esta situación, se realizará hoy la última parte de las Jornadas Internacionales de Capacitación Sindical sobre los Derechos de la Infancia, con la participación de docentes de varios países latinoamericanos. “Discutiremos estrategias para que esta situación de alarmante deterioro no se naturalice”, comentó ayer Marta Maffei, líder de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina.
Según las últimas del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), el 70 por ciento de los jóvenes argentinos vive en hogares pobres. Pero no es un caso aislado en Latinoamérica. “En nuestro continente se da un proceso de homogeneización en cuanto a la pauperización de las condiciones de vida de nuestros jóvenes, por eso se hace necesario una discusión con compañeros de la juventud”, opinó Maffei. Docentes de Chile, Costa Rica, Ecuador, Colombia, Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina participan de las jornadas, que terminarán esta noche luego de dos días de debate. “Aplicación y vigencia de los convenios de la infancia”, “violencia, escuela y sociedad”, “acceso, permanencia, promoción y egreso de los sistemas educativos” y “trabajo infantil” son los ejes del encuentro, convocado por la Internacional de la Educación (una central que nuclea a 308 sindicatos docentes de todo el mundo).
Ayer los participantes se concentraron en discutir sobre la situación de los derechos de la infancia, la violencia escolar y el trabajo infantil en el país. “Hoy en la mayoría de los países de América latina, la contención de los chicos que vienen de hogares pobres se hace con el costo de la calidad en las aulas”, citó como ejemplo la secretaria general de la Ctera (la organización anfitriona). Con los resultados se elaborará un plan de acción para la implementación de una campaña orientada a fomentar en la sociedad el respeto de los derechos de los jóvenes. “Nuestro desafío será ver cómo podemos tejer una red social en nuestras comunidades que ayude a contrarrestar la creciente exclusión. Y buscar alternativas para la violencia institucional, y la violencia que significa el hambre, la pobreza y la desocupación a nivel familiar”, agregó la gremialista.