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El modus operandi

Los empleados del Banco General de Negocios tenían órdenes claras. La jueza Servini de Cubría relató que entre la enorme cantidad de documentación secuestrada hay un “instructivo” que indicaba cómo realizar las operaciones fraudulentas. “Se hablaba de rutas, denominadas ruta cero, ruta tres y ruta cuatro con destino desconocido y se decía expresamente que cuando un cliente quisiera realizar un trámite fuera del circuito legal, la operación se denominaba ‘liqui-liqui’”. Los técnicos bajo las órdenes de Servini pudieron armar una operación tipo: a través de una planilla de computación compararon los saldos de un cliente a lo largo de diciembre. A mediados de ese mes aparece una transferencia al Banco Comercial de Uruguay y luego un pase a una “cuenta puente” en el exterior. La prueba final es una copia carbónica de un certificado de depósito efectuado en una empresa extranjera. Entonces, del BGN de Buenos Aires el dinero pasaba a la Compañía General de Negocios (CGN, también de los Rohm) en Uruguay. De allí algunas transferencias iban a la Compañía General de Mandatos, en donde intervenía el prófugo Carlos Pando, y otras al Banco Comercial de Uruguay, propiedad de los Rohm. Entre las últimas operaciones fraudulentas se habría comprobado que un particular retiró el 22 de enero pasado alrededor de 16 mil dólares.

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