EL PAíS › ANARQUISTAS, SOCIALISTAS Y PERONISTAS

El debate arranca en 1890

 Por Laura Vales

La pregunta sobre la autonomía fue el gran tema en el movimiento obrero cuando los trabajadores comenzaron a organizarse, “una discusión que aparece en 1890”, dice Nicolás Iñigo Carrera, titular de la cátedra Historia de la Clase Obrera en la Argentina de la UBA. “Es una cuestión que nunca se saldó y que todavía hoy, de alguna manera, se sigue dando. Muchos de los debates que aparecen estos años dentro de las organizaciones piqueteras contienen las mismas preguntas que se hacían los trabajadores sobre su organización sindical”.
El problema se planteaba en términos de si tenía que crearse un partido de los obreros y qué vinculación debía haber entre la organización sindical y la organización política. Surgieron tres posiciones: “Los socialistas, aunque con modificaciones a lo largo de los 70 años siguientes, sostenían que sí, que los trabajadores tenían que tener un partido político pero también un sindicato. Pensaban al sindicato como una organización independiente pero relacionada con el partido, puesto que ambos expresaban los intereses de los trabajadores. Por eso el partido socialista muchas veces a lo largo de la historia organizó o se apoyó en centrales sindicales”.
“Una segunda postura fue la de los anarquistas, quienes eran apartidarios y planteaban que los trabajadores tenían que organizarse exclusivamente en el sindicato”, entre cuyos objetivos debía estar la propagación del ideario anarquista.
“La tercera corriente, durante largos años la más importante, fue la del sindicalismo revolucionario, que nació como una escisión del Partido Socialista, para defender la idea de que los sindicatos no tenían que mantener ninguna vinculación con los partidos políticos. El argumento básico era que a los partidos iban otras clases sociales y que la burguesía era quien terminaba manejando el partido. El sindicalismo defendía las direcciones absolutamente obreras.”
“Esta línea fue mayoritaria desde el 900 hasta mediados de siglo, y controló los gremios hasta los años ‘30. Fueron los más contrarios a los partidos, porque aunque los anarquistas eran también antipartido, decían que los sindicatos debían adoptar su ideario. Los sindicalistas, en cambio, planteaban más bien que todas las ideas políticas podían estar dentro del sindicato y que lo central era que la conducción estuviera integrada exclusivamente por trabajadores.”
“En 1945, con el peronismo, la historia cambia, salda el debate en los hechos, porque termina conduciendo a la inmensa mayoría de los trabajadores. Aun así, el movimiento sindical siempre mantuvo su estrategia propia, a veces incluso enfrentando a Perón.”

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