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La Sala Patria, que competía con otro grupo de la SIDE, el Sector 85, en la investigación del caso AMIA, protagonizó un escándalo de proporciones con la CIA norteamericana a raíz de un falso intento de asesinato contra Bill Clinton, a poco de que éste dejara la presidencia del país del Norte.
Integrantes de la Sala Patria –con Patricio Finnen y Alejandro Broussón como líderes– pusieron en marcha un plan para recuperar la confianza de la CIA. Contrataron a un buchón paraguayo en la zona de la Triple Frontera –un buchón que había trabajado para los norteamericanos en una época– y le pagaron para que concurriera a la embajada de Estados Unidos en Asunción y les advirtiera de que se preparaba un complot para asesinar a Bill Clinton cuando visitara el Cono Sur para dar conferencias. En julio de 2001, por ejemplo, el entonces ex presidente norteamericano estuvo en Buenos Aires en un seminario apadrinado por el portal Educ.ar y también pasó por Brasil dos veces.
Al mismo tiempo que el buchón pagado por la SIDE le daba esa información a la embajada norteamericana en Asunción, la central de espías en Buenos Aires emitía un informe similar: “ojo que se prepara un plan para asesinar a Clinton”. Por supuesto, las dos informaciones, llegadas por vías supuestamente distintas, encendieron todas las luces en Washington, por lo que se puso en marcha una investigación exhaustiva de lo que estaba pasando.
El paso clave fue que convocaron nuevamente al paraguayo a su sede diplomática en Asunción y, según la versión oficial, lo sometieron al detector de mentiras. El paraguayo terminó confesando que la SIDE le había pagado por llevarle la información falsa. Cuando la CIA le informó del escándalo a Carlos Becerra, éste despidió al firmante del falso informe emitido en Buenos Aires sobre el complot para matar al ex presidente y, además, tomó la decisión de marginar de la central de espías a dos cargos altísimos, Finnen y Broussón, hombres que sabían demasiado sobre el poder argentino, incluyendo los sushis, el menemismo y los manejos en la SIDE durante más de una década.
En aquel momento se buscó una forma de desplazar a Finnen y Broussón sin que saltara a la opinión pública el escándalo del falso intento de asesinato contra Clinton. Por ello, se abrió el sumario interno por el caso AMIA. El objetivo no era en verdad investigar las irregularidades en la pesquisa del atentado, sino justificar el despido de los dos altos cargos de la SIDE.
Esto es lo que explica –tal como lo reveló Página/12– el bochornoso contenido del sumario interno. El texto sólo justifica todo lo que hizo la SIDE en el caso AMIA y en concreto se tapan las irregularidades. A la pregunta de si la SIDE le pagó a Telleldín, en el sumario interno sólo consta la respuesta de una contadora: “en tales fechas no salió el dinero de esta dependencia”. ¿Cómo fue que se filmaron a los imputados dentro del despacho del juez Juan José Galeano? “No lo sabemos. Nos enteramos por los diarios”. ¿Quién preparó al testigo falso Ramón Solari? “No sabemos”. Las respuestas que aparecen en el sumario interno son infantiles y, obviamente, no hay repreguntas.
Al final del sumario se dispone el apartamiento de Finnen y Broussón, no porque hayan cometido irregularidades en el caso AMIA, sino porque permitieron que se filtrara información hacia el prosecretario del juez Galeano, Claudio Lifchitz, quien luego se convirtió en un arrepentido y dio a conocer parte de las irregularidades.
O sea que la SIDE tapó las maniobras en el caso AMIA –como el pago a Telleldín y el sembrado de pistas falsas–, usó el sumario interno para decir que se había hecho todo bien y utilizó un argumento menor –el de las filtraciones– para echar a los protagonistas de una maniobra escandalosa en la que se inventó un intento de asesinato contra Clinton.
Todo esto debería salir a la luz cuando los agentes vayan a declarar ante el tribunal oral.