EL PAíS › UN CENTRO CLANDESTINO A DOS CUADRAS DE LA POLICIA

El horror en San Cristóbal

 Por Victoria Ginzberg

Un garaje de chapas marrones, una fachada de dos pisos deteriorada por el paso del tiempo, algunas plantas en macetas abandonadas en los balcones y otras que crecen de las grietas. Una casa antigua venida a menos como muchas otras en la ciudad, sólo que allí, en el 630 de Virrey Cevallos, funcionó, durante la última dictadura militar, un centro clandestino de detención. El lugar había sido mencionado en los testimonios de algunos sobrevivientes, pero no estaba incluido en ningún listado oficial o de los organismos de derechos humanos. Ayer fue señalado por los Vecinos de San Cristóbal contra la Impunidad, quienes aspiran a que se convierta en un ámbito para la memoria.
El cartel de venta en la fachada, que informa que el lote tiene 8,66 por veinte metros, alertó a los vecinos que venían investigando el lugar. “En este lugar hay treinta años de impunidad”, decía Lili Santochi, de la agrupación barrial, mientras sus compañeros pegaban un cartel de papel que anunciaba que allí funcionó un centro clandestino de detención del servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea.
Osvaldo López estuvo detenido en esa casa –que queda a dos cuadras del Departamento Central de la Policía Federal– durante una semana de julio de 1977. Dos pequeñas celdas enfrentadas, una escalera que bajaba a un baño, la sala de torturas y el garaje son los recuerdos de López, quien logró escaparse del lugar por los techos, después de liberarse de las esposas y las cadenas que lo mantenían cautivo. La noche de su fuga intentó, pero no pudo, abrir la puerta de la habitación en la que estaba Miriam Lewin.
Lewin estuvo en la casa de Virrey Cevallos durante diez meses. Fue secuestrada el 17 de mayo de 1977 en General Paz y Crovara y conducida en el piso de un Ford Falcon a lo que cree, era la comisaría 44. Luego la llevaron a una celda sin ventilación construida en el fondo de una casa antigua, donde estuvo hasta fines de marzo de 1978.
Durante años la periodista mencionó la dirección del lugar, pero no había muchos testimonios que ratificaran su declaración. De hecho, en el Juicio a las Juntas, la Cámara Federal no consideró “probado” que ella hubiera estado detenida en ese lugar ni en manos de la Fuerza Aérea.
Después de la casa de Virrey Cevallos, en la que podía escuchar los gritos de otros torturados que eran mantenidos en la celda de enfrente, Lewin fue llevada a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde la llamaban “la chica de la Fuerza Aérea”, lo que confirmaba que habían sido los aviadores quienes la habían secuestrado y mantenido cautiva durante casi un año. Por conversaciones de los represores, supo que el lugar era una “casa operativa” del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea, donde también actuaban miembros de la Policía Federal y del Ejército.
En 1988, con la colaboración del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Lewin ubicó el centro donde había estado detenida. Reconoció a través de unas fotos un toldo de un edificio lindero que había visto en la terraza un día que, por prescripción del médico que monitoreaba las torturas, la llevaron a tomar sol a la terraza.
Miembros de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Abuelas de Plaza de Mayo, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, Servicio de Paz y Justicia, HIJOS (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) y la Dirección de Derechos Humanos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires acompañaron ayer a los vecinos de San Cristóbal en el señalamiento del lugar. Según una investigación de la agrupación barrial, la casa fue donada por una familia al Estado en 1960 para que sea destinada a albergar un instituto de salud. Once años después, pasó a manos de dos hermanos de apellido Río y en 1999 se vendió, a través de dos hipotecas, a dos grupos de personas. Para los organismos de derechos humanos existió una irregularidad en la privatización de la propiedad en1971. Por eso reclaman el sitio para armar un centro dedicado a recordar los crímenes cometidos durante la última dictadura militar.

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