EL PAíS › PERFIL DE UN ADMINISTRATIVO QUE SE FUE PARA ARRIBA

De la popular sidra al Chandon

El caso de Mario Pontaquarto no deja de ser curioso: sin ser senador fue uno de los tres hombres que formó parte del poder real de la Cámara alta durante el primer año de gobierno de la Alianza, en el cual nada dentro de ese cuerpo pudo hacerse sin su consentimiento ni el de los senadores José Genoud y Augusto Alasino. Pontaquarto –o Tato, como se lo conocía familiarmente en los pasillos del Congreso– controlaba todo lo que entonces ocurría desde la estratégica Secretaría Parlamentaria, pero el escándalo de las coimas en el Senado lo tuvo como uno de sus protagonistas centrales y puso fin a su carrera.
Pontaquarto ingresó a la Cámara de Senadores como empleado administrativo en 1983, con el retorno de la democracia, y en poco más de quince años accedió al cargo más alto al que podía aspirar. Fue con la llegada de De la Rúa al poder que Tato llegó a ese puesto y lo hizo de la mano del radical Genoud, quien entonces fue designado como presidente provisional del Senado.
Ya a esa altura, Pontaquarto exhibía una larga trayectoria como militante del radicalismo y presidía en Luján el Ateneo Sergio Karakachoff. También mostraba evidentes signos de progreso. “En Navidad, de la sidra al Chandon”, decían en General Rodríguez –donde vivía– en los días en que estalló el escándalo de las coimas en el Senado, cuando Tato dejó ser famoso únicamente en sus pagos y pasó a ser noticia nacional. En Rodríguez, Pontaquarto no sólo se ganó fama por su trabajo político sino también por su esposa, Silvana Costalonga, ex Miss Primavera de la zona e hija de los ferreteros Costalonga, cuyo quincho familiar fue utilizado muchas veces para asados de la Franja Morada y la UCR.
Los vecinos de Pontaquarto recuerdan al ‘98 como su año de mayor progreso. Para entonces Tato continuaba su ascenso en el Senado, en el que mucho influyó su paso por la Dirección de Ayuda Social, la poderosa obra social del Parlamento. Como hombre fuerte de ese organismo, fortaleció entonces su vínculo con el peronismo y en particular con el Choclo Alasino.
Entre los mentores de la carrera de Pontaquarto en la Cámara alta, no sólo estuvo Genoud, a quien respondía fielmente en términos políticos, sino el también mendocino Raúl Baglini, en cuya casa solía alojarse en cada uno de sus viajes a Mendoza. De hecho, a pesar de militar en el radicalismo bonaerense, Pontaquarto era un verdadero operador mendocino en la Capital Federal.
Por ser empleado de planta permanente, Pontaquarto siguió en el Senado aún después de ser separado de la Secretaría Parlamentaria. El año pasado, sin embargo, fue suspendido sin goce de sueldo por no haber restituido 35.900 pesos de adelantos de dietas y fondos para comprar pasajes y por no devolver otros 6600 dólares que le dieron para un viaje a Portugal que nunca hizo. La misma suerte corrió el peronista Alejandro “El Gordo” Colombo, quien secundó a Pontaquarto como prosecretario Parlamentario.

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