EL PAíS › OPINION

Con voto obligatorio

Por Néstor Kirchner*

El gobierno nacional ha planteado internas partidarias truchas que son sólo una ingeniería electoral para establecer un corralito político a la expresión de la voluntad popular.
Las primarias o internas simultáneas que determinen los candidatos presidenciales deben ser obligatorias para los ciudadanos con el fin de que los dirigentes con representación institucional surjan de la voluntad directa del ciudadano y no de las burocracias partidarias.
Se sostiene –con razón– que los partidos han dejado de representar los intereses de los ciudadanos y que sus dirigencias sólo se representan a sí mismas, en cambio lo que proponemos es que los ciudadanos impongan los candidatos a los partidos y no éstos en órdenes cerrados a la sociedad.
Las elecciones internas deben hacerse con un padrón general y amplio permitiendo a todos los argentinos, afiliados o no a algún partido, votar por el candidato que desee. Nadie con vocación democrática se puede oponer a que la gente vote. Los partidos no son propiedad de los afiliados y las elecciones no son un campeonato de fútbol en donde el que pierde queda eliminado.
Nuestro sistema constitucional establece que el voto no sólo es un derecho sino también un deber, por lo tanto, si es obligatorio para la elección general, debe serlo también para las internas para así romper definitivamente las burocracias partidarias anquilosadas que nada tienen que ver con una real expresión de la voluntad popular.
Como antecedente de internas abiertas pero no obligatorias para la gente está la elección en 1999 de Carlos Corach como candidato a senador del PJ por la Capital Federal y de Raúl Granillo Ocampo candidato a jefe de Gobierno. En esa interna obtuvieron 30.000 votos, los mismos que este último consiguió en la elección general, es decir el 1 por ciento del padrón.
Luego de la renuncia de Fernando de la Rúa nosotros apoyamos el sistema de ley de lemas como la manera más rápida para resolver la crisis política sin perjuicio de ser atendibles los reparos que diversas fuerzas políticas han puesto sobre ella.
Lo cierto es que la obligatoriedad del voto en todas las instancias es el único instrumento que garantiza la no tergiversación de la voluntad popular, un objetivo para quien se precie de ser democrático.
En definitiva, algunos dirigentes están más preocupados por ajustar la cabeza al sombrero y ver cómo se pueden posicionar más que por resolver de una vez por todas esta crisis política y de representación que nos tiene paralizados hace meses.

* Gobernador de Santa Cruz (PJ).

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