ESPECTáCULOS › LOS ROSARINOS EL UMBRAL PRESENTAN SU NUEVO CD, EL NOTABLE “16 PISTAS”

La puerta hacia nuevos territorios

Con más de veinte años de historia, el trío demuestra que el jazz tradicional bien puede mezclarse con una multitud de estilos.

 Por Diego Fischerman

Estar en el umbral es estar por entrar o por salir. Es, en todo caso, no ubicarse claramente ni adentro ni afuera o, tal vez, permanecer simultáneamente en ambas partes. Si la elección de un nombre es siempre significativa, la del cuarteto denominado El Umbral es, además, de una precisión notable. Podría decirse que hacen jazz, siempre y cuando se aceptara que ese género responde mucho más a un gesto, a una cierta libertad y a la posibilidad de transformación de los materiales a través de la improvisación, que de una estilística precisa. Jazz del Paraná, o jazz rosarino. O, quizá, jazz argentino. O simplemente música. El Umbral acaba de sacar un nuevo CD. Desde la cuidadísima presentación hasta la calidad de la grabación, todo habla de un producto pensado y trabajado con detallismo de artesanos. Y, por supuesto, está la música. Mariano Suárez en trompeta y flugelhorn, Luis Suárez en flauta y saxo alto, Nono Belvis en guitarra y Fernando De la Riestra en bajo, junto a invitados como el percusionista Eduardo Avena o el guitarrista Fernando Kabusacki, logran, en 16 Pistas, una producción del sello independiente (y rosarino) BlueArt (que ya había editado un álbum excelente del dúo Olivera–Lúquez), un CD de gran homogeneidad y belleza.
Belvis, alguna vez parte del proyecto MIA junto a Lito Vitale, opina que “la nacionalidad de un músico está dada por aquello de lo que se nutre. En mi caso, ese nutriente va desde Los Beatles, pasando por Hermeto, por determinadas corrientes de la música uruguaya, por mucho de lo que grababa el sello ECM en los ‘70. Eso entra y deja huellas. Y un emparentamiento con el jazz, con la idea de la improvisación y de que cada tema es una puerta abierta a no se sabe dónde”. La improvisación como un umbral, claro. Luis Suárez agrega: “La diferencia, el estilo personal, pasa por hacer aquello que se quiere hacer sin ningún tipo de condicionamiento ni de presión. Y mucho menos de respeto por las modas o los dogmatismos. Muchos deben decir que lo que hacemos no es jazz, como se ha dicho, en tantas otras oportunidades, que algo no es verdadero rock o verdadero tango o verdadera música de concierto. Yo toco para tratar de disfrutar y divertirme. Y para encontrar, en algún momento de un tema o de una noche, una idea, un momento mágico, esos puntos de encuentro entre los cuatro, que haga que todo lo que sonó hasta ese momento tenga un sentido, Que todo lo anterior era inevitable para llegar a ese momento”. Mariano Suárez, el otro presente en el diálogo con Página/12, dice que “de las palabras jazz y argentino, ambas tienen igual peso para definir nuestra música. Hay cosas que vienen, incluso, del jazz muy tradicional, como la improvisación colectiva, que es un camino que nos interesa explorar. Nuestra manera de tocar es jazzística. Pero la música tiene elementos de muchísimas otras tradiciones”.
El Umbral lleva más de veinte años de existencia. Y eso también se le nota. Tanto como que, más allá de la resonancia de la palabra “umbral”, que remite necesariamente a fronteras y a despedidas, en el hecho de haber elegido un nombre grupal en lugar del consabido “cuarteto de...” aparece una decisión cargada de ideología, sobre todo dentro del jazz, donde el individualismo es una de las materias constitutivas. “Es que nuestro sello es, precisamente, ser un grupo”, asegura Luis. “En las giras que hemos hecho por Europa, por ejemplo, nos dimos cuenta que, como solistas, tal vez no tendríamos las mismas posibilidades de competir. De que alguien tuviera ganas de escucharnos a nosotros en lugar de a otros. Hay infinidad de trompetistas, saxofonistas, guitarristas y bajistas que tocan maravillosamente bien sus instrumentos. Lo que nosotros podemos ofrecer de único es esa combinación particular. Un sonido que está formado por lo que cada uno de nosotros pone en él.”
El grupo, que presentará 16 Pistas en Buenos Aires el próximo jueves 10 a las 22 en Notorious (Callao 966), reconoce que no hay una tradición dentro del jazz en cuanto a los nombres grupales (y a la idea de que el grupo se constituye con personalidades, pero es más importante que las personalidades). El hecho de que Belvis se autodefina como “el más grande fanático de Los Beatles”, de que por la conversación atraviese el fantasma de los Shakers y de su increíble Conferencia secreta del Toto’s Bar o, más concretamente, el homenaje a George Harrison de uno de los temas del CD, “El ángel misterioso” (el nombre con el que el guitarrista aparecía, como invitado, en los discos de Cream, el grupo de Eric Clapton, Jack Bruce y Ginger Baker) da una pista. El Umbral es, quizá, lo más alejado que pueda imaginarse de un grupo de jazz ortodoxo. Algo típico, en realidad, del mejor jazz. Aquel que, como Davis, Coltrane u Ornette Coleman, en lugar de tratar de parecerse a algo ya hecho intenta crear lo todavía no inventado.

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El Umbral editó su disco por un sello independiente rosarino.
 
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