ESPECTáCULOS › “CHICAGO” SE PERFILABA, AL CIERRE DE ESTA EDICIóN, COMO LA GRAN GANADORA DE LA NOCHE

Hollywood jugó con los sonidos del silencio

La gran mayoría de los ganadores y presentadores optó por no hacer ninguna mención a la guerra. Una de las excepciones fue el director Michael Moore, quien dijo que Bush era “una vergüenza”. La ceremonia estuvo regida por el perfil bajo de los protagonistas y por las extremas medidas de seguridad.

Ni los brutales bombardeos en Irak ni las protestas de algunos artistas y del público agolpado en las afueras del Kodak Theater lograron alterar anoche la ceremonia del Oscar que –al cierre de esta edición y con una sobriedad y una rapidez mayor de lo habitual– continuaba celebrando imperturbable su 75ª edición, con Chicago a la delantera de los premios.
El único ganador en manifestarse abiertamente en contra de la invasión estadounidense a Irak fue el documentalista Michael Moore. El director de Bowling for Columbine, una película que denuncia la escalada armamentista en su país (y cuyo estreno en Buenos Aires está previsto para el próximo jueves), señaló que era un honor hacer cine documental en un mundo dominado por la ficción, “empezando por un presidente ficticio y una guerra ficticia. Usted es una vergüenza, señor Bush. Es una vergüenza lo que usted está haciendo. Y en cualquier momento verá que tiene al mundo en su contra y que el tiempo se le acaba”, alcanzó a gritar, entre aplausos y abucheos de la platea, mientras la orquesta empezó a tocar y ahogaba su arenga. Por su parte, Adrien Brody, sorpresivo ganador de la estatuilla al mejor actor protagónico, por El pianista, en un emocionado discurso, logró acallar a la orquesta que lo echaba del escenario y dijo: “No sé si ustedes creen en Dios o en Alá, pero ruego que este conflicto llegue a una solución pacífica”.
La reunión comenzó sin el habitual discurso de bienvenida del presidente de la Academia y se decidió festejar sin más las bodas de diamante del Oscar con el cine, con una cabalgata de imágenes de los últimos 75 años de Hollywood. El maestro de ceremonias, Steve Martin,estaba particularmente medido y su única referencia al mundo exterior fue cuando dijo, en tono irónico: “Habrán notado que sacamos la alfombra roja. Ese sí que es un mensaje...”. Las primeras ausencias, en todo caso, fueron una señal de que no todo era como otros años. El premio al mejor largometraje de animación fue para Spirited Away, del maestro japonés Hadao Miyazaki, que no viajó a Los Angeles ni mandó representantes en su nombre para retirar la estatuilla. Nadie explicó ese vacío, pero quizá lo que Miyazaki vio estos últimos días por la CNN le recordó a Hiroshima y Nagasaki. Otro tanto sucedió con la película ganadora al Oscar al mejor film en idioma extranjero. Significativamente, nadie subió al escenario a recibir el premio a Ningún lugar en Africa, producción alemana dirigida por Caroline Link.
A su vez, cuando se anunciaron los candidatos al mejor actor de reparto, fue notoria la ausencia en el Kodak Theater de Paul Newman, uno de los nominados. Y el ganador, Chris Cooper (por El ladrón de orquídeas), apenas se animó a decir que “a pesar de todos los problemas de este mundo, les deseo paz”. La ganadora a la mejor actriz de reparto, Catherine ZetaJones, por Chicago, se mantuvo en cambio en sintonía con el tono general de la ceremonia, que fue el silencio de radio sobre la invasión a Irak. Embarazada de siete meses, subió con alguna dificultad al escenario y simplemente utilizó sus 45 segundos para dedicarle el premio a su primer hijo, Dylan, y a su marido, Michael Douglas, que la esperaba en la platea.
El protagonista de Y tu mamá también, el joven actor mexicano Gael García Bernal, invitado por primera vez a la fiesta de la Academia, se atrevió a salirse fugazmente de libreto al presentar la canción nominada de Frida (que cantó Caetano Veloso) y señaló que “la necesidad de paz en el mundo no puede ser un sueño, sino una realidad”.
Aunque no fueron registrados por las cámaras de televisión de las distintas cadenas que transmitieron la ceremonia, centenares de personas se manifestaron en contra de la guerra en los alrededores del teatro Kodak de Los Angeles. Los manifestantes fueron convocados por el grupo Vecinos por la Paz y la Justicia, en colaboración con otras organizaciones como Latinos contra la guerra en Irak, para que la protesta coincidiera con el inicio de la ceremonia de entrega de los premios de Hollywood. Los manifestantes gritaron numerosas consignas contra el presidente estadounidense, George W. Bush, especialmente sobre la necesidad de quesea juzgado por la invasión de Irak, y reclamaron la vuelta de los soldados estadounidenses.

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Susan Sarandon y Tim Robbins, al ingresar a la ceremonia.
La pareja no alcanzó a hacer escuchar su militancia pacifista.
 
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