ESPECTáCULOS › ENTREVISTA A LA ACTRIZ Y AUTORA AMANCAY ESPINDOLA

De Nietzsche al caso María Soledad

La teatrista rionegrina explica el sentido de “El bar y la novia”, una obra que indaga en oscuras relaciones de familia y poder.

 Por Cecilia Hopkins

Un bar en medio del campo y una muchacha acodada en la barra con su vestido blanco manchado de sangre fue la imagen disparadora de El bar y la novia, una obra de la actriz Amancay Espíndola que, bajo la dirección de Julio Ordano, está presentándose en el Actor’s Studio Complex (Corrientes 3565), los viernes, a las 22.30. El elenco está integrado por la propia autora, Micaela Iglesias, Pablo Machado, Pablo Sórensen y Hugo Mouján. La obra, ya estrenada el año pasado en el V Ciclo de Teatro Semimontado organizado por el Club de Autores, revela oscuros hechos del pasado que han permanecido encubiertos en el seno de una familia. Presenta, además, ciertos elementos fantásticos en la agonía de una joven –la víctima de un amor perverso– que se retarda hasta lo imposible. En una entrevista con Página/12, la actriz y autora rionegrina reconoce encontrar un marco de inspiración en los textos de Tennessee Williams y Chejov y en la obra del expresionismo, tanto como en los folletines y radioteatros que consumía en su provincia natal. Espíndola está convencida de que en el interior del país el mundo de lo fantástico encuentra una presencia mayor en la vida de todos los días. Será por eso que, todo lo que en la obra recuerda al realismo mágico, no representa para ella más que una natural “visualización de algo que efectivamente existe, aunque internamente”. Según afirma la autora, mientras releía El origen de la tragedia, de Nietzsche (quien pensó la tragedia como una tensión irreconciliable entre lo dionisíaco y lo apolíneo, el desenfreno y la mesura), decidió poner en el centro de la obra “a una familia etílica, más que dionisíaca, con una tremenda carga de violencia física y verbal que no mide las consecuencias de sus actos y no reconoce ni a sus hijos”.
“El entorno de El bar y... es un pueblo de provincia”, cuenta la autora, y aclara que durante su escritura no fue consciente de que estaba plasmando también “una historia de poder, al presentar a un padre de familia que mata a un hombre que le reclama una deuda”, porque, según analiza Espíndola, los temas de la corrupción y la discriminación social también están presentes: “para estos personajes, el dinero es para hacer negocios y no para pagar deudas y menos aún, cuando el acreedor es un peón pobre”. La obra fue escrita hace dos años, en momentos en los que, según subraya la autora, “estaba latente en mí el caso de María Soledad: recuerdo que en Catamarca se dijo que las damas del poder, mientras jugaban a la canasta, comentaban que se habían ‘llevado’ a otra chinita... y es que en una cadena de actos impunes, las relaciones con el poder lo tapan todo y un hombre puede castigar con mano propia, de acuerdo con sus parámetros. Todo esto adquiere relevancia nuevamente con lo que ocurre en Santiago del Estero”, concluye.
¿El poder puede ser uno de los disparadores de la violencia familiar?
“La violencia familiar puede ocurrir en una villa miseria o en una familia de clase media o alta, pero creo que el poder –un poder enfermo, desequilibrado, impune– les hace creer a quienes lo ejercen que son dueños del otro, de su destino,que tienen derecho sobre su vida o su muerte. Mucho más si se trata de un integrante de la propia familia, porque los pactos entre ellos son de sangre. Añadiendo el componente del alcohol y la droga que suelen estar de por medio en estos casos.”
La obra involucra a personajes de diferentes generaciones pero parece que las ilusiones de los más jóvenes son las que están condenadas al fracaso. En la pieza están representadas la generación de los padres, los hijos y una intermedia, la del primo. “No he pensado en salvar a los más jóvenes en la pieza. Porque no estoy segura de que el hijo no vaya a seguir los pasos de un padre que roba, secuestra o mata impunemente amparado en el poder. No quiero ser fatalista, pero en todo caso lo que hago es salvaguardar la sensibilidad y los afectos porque creo que es loúnico que puede salvarnos. O la solidaridad, que nos hace poner en lugar del otro, para tenderle una mano y ayudarlo a vivir o a morir.”

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“El bar y la novia”, con dirección de Julio Ordano, hace centro en una hermética historia familiar.
La pieza teatral se puede ver hoy y todos los viernes en el Actor’s Studio Complex, Corrientes 3565.
 
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