ESPECTáCULOS

“La obra habla de Austria, pero se refiere a una culpa universal”

Thelma Biral, Graciela Araujo y María Rosa Fugazot interpretan “Las presidentas”, del revulsivo dramaturgo Werner Schwab.

 Por Hilda Cabrera

Cuando lo que se considera bien pensante en una sociedad se convierte en objeto de burla aparecen obras como la del austríaco Werner Schwab, cuya producción es casi desconocida para el público local. Pioneras en el estreno de este autor desafiante, por su revulsiva mirada sobre las relaciones humanas, las actrices Graciela Araujo, María Rosa Fugazot y Thelma Biral le ponen el cuerpo al humor negro de Schwab en una pieza iconoclasta. Se trata de Las presidentas (Die Präsidentinnen), un trabajo que desacraliza ciertas instituciones, y que podrá verse a partir de mañana en el Teatro Del Nudo, de Corrientes 1551, dirigido por Manuel Iedvabni.
La obra fue premiada en 1992, un año antes de que Schwab, borracho perdido, fuera hallado muerto en el departamento de una amiga. Había nacido en 1958, en Graz. Escribió 15 obras y perteneció al bando de los que en la posguerra no disimularon su hostilidad irreductible hacia los coterráneos simpatizantes del Tercer Reich. Lo que se dice en Las presidentas es realmente urticante. Se considera a ésta una pieza de humor grotesco sobre tres mujeres empobrecidas. Ellas son Erna, Grete y Mariel. Las actrices, en la entrevista con Página/12, recuerdan un trabajo que tiempo atrás reunió a dos de ellas: Biral con Araujo. “Hicimos El vergonzoso en palacio, de Tirso de Molina, en el Teatro del Lago, en Palermo. Era la época en que se presentaban también obras en el Botánico”, cuentan. La propuesta del montaje en Del Nudo partió de Biral, quien oyó hablar de Las presidentas en Uruguay, donde trabajó varios años. El texto se lo facilitó el Instituto Goethe, y a partir de entonces creció el entusiasmo por esta obra, que en España se escenificó hasta en lengua gallega, y subió a escena en Montevideo, en ciudades de Brasil, en Londres y Nueva York. En esta puesta colaboran en otros rubros Alberto Bellatti (escenografía y vestuario), Roberto Traferri (iluminación) y Miguel Rur (asistencia de dirección).
“Esta es una obra circular, de teatro dentro del teatro. La historia no acaba en la experiencia de Grete, Mariel y Erna, porque otras actrices, más jóvenes, se encargarán de hacer esos mismos personajes”, opina Araujo, en tanto Fugazot pone el acento en la potencia de las imágenes que genera el texto. Es a su Grete a la que las otras tratan de nazi, y a las que ella responde que “entonces todos eran nazis”, y que es bueno aceptar ahora otras opiniones. Se dirige especialmente a Erna (Araujo), aparentemente el personaje más cercano a lo bien pensante: “Una buena película muestra como podría ser la vida si las personas fueran buenas unas con otras –sostiene Erna–. Hay que presentar gente buena para que la gente sea más buena, sobre todo los jóvenes con los viejos”.
–Entre las muchas frases corrosivas del texto, aparecen observaciones como ésta: “La gente elegante dice siempre que en este país todo el mundo tiene un muerto en el sótano”...
–Fugazot: Se está refiriendo a Austria, pero puede verse como una culpa universal.
–Biral: Algunos datos que aparecen en la obra son personales. El personaje de Erna es en realidad un retrato de la propia madre de Schwab, que era hijo de un nazi. Su padre abandonó la casa. Schwab nunca lo vio.
–Araujo: Supo en cambio que había sido un nazi. Su madre trabajó siempre como empleada doméstica. Era muy católica, y cuando él volvía a casa, borracho, ella le echaba agua bendita, como escribe en la obra. Se hablaba de este autor como de un rebelde.
–Algunos autores y artistas austríacos denunciaron en la posguerra a un sector social que enmascaraba su verdadera condición a través de rituales de amabilidad...
–Biral: Como en los valses, pretendiendo mostrar que existía armonía en las relaciones humanas. Ese es uno de los clisés que se usaron a favor deesa gente. Por eso se dice de Schwab que “puso de rodillas a la sociedad austríaca”. Era un artista provocador en todo lo que hacía: pintura, escultura, teatro. En sus esculturas trabajaba con vísceras y convertía en cuadro todas sus piezas teatrales. Eran pinturas gruesas, claro.
–Araujo: Todo eso fue consecuencia de la guerra. Una reacción frente al pasado nazi, y a la discriminación.
–Como las reacciones que en el teatro y la literatura tuvieron autores como Thomas Bernhard y otros que satirizaron a la policía (Urs Widmer) o imaginaron una peste en Viena (Hansjorg Schneider). Los personajes de “Las presidentas” son cajas de sorpresas. ¿Cómo los trabajaron?
–Biral: Nuestro director, Manuel Iedvabni, utiliza mucho la improvisación. Empieza trabajando con lo que le damos nosotras como actrices y después negocia. Los ensayos son siempre pausados y libres, como si estuviéramos jugando, pero con responsabilidad, y mucha química.
–Fugazot: Porque el otro (en este caso la otra) te ayuda siempre a descubrir algo nuevo en la actuación. No olvidamos que estas mujeres de la obra son seres excluidos que cargan con un pasado muy difícil. Las tres llevan una mochila muy gorda, pero cada una encara la vida de diferente manera.
–Araujo: Nosotras no acabamos de entender el porqué del título de esta obra, donde los personajes son tan insidiosos. En Londres la estrenaron con el nombre de Santas Madres. Pensamos en cómo están representadas aquí las instituciones y los círculos de poder y lo asociamos a imposición. Para mí Las presidentas es una ceremonia irreverente.

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El texto de “Las presidentas” tiene mucho humor negro y grotesco.
La obra tendrá funciones a partir de mañana en el Teatro Del Nudo.
 
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