ESPECTáCULOS › LA FIESTA NACIONAL DEL TEATRO 2002

Los dramas de la realidad

Los elencos participantes del encuentro en Mar del Plata parecen unidos por la idea de reflejar estos tiempos y propiciar cambios.

 Por Cecilia Hopkins

Desde Mar del Plata

A pesar de que las entradas cuestan apenas un peso, recién ahora comienza a notarse la afluencia de público marplatense a las salas donde la Fiesta Nacional del Teatro ofrece 35 espectáculos, representantes de todas las regiones del país. De todos modos, hasta el momento no hubo demasiados espacios vacíos en las plateas, ocupadas por los elencos que no perdieron la oportunidad de conocer el trabajo de sus pares, uno de los principales objetivos del encuentro. Luego de la entrega de premios (ver recuadro), la apertura estuvo a cargo del grupo La Noche en Vela –representante de Capital Federal, aunque dirigido por el cordobés Paco Giménez– con su obra Ganado en pie. Inspirado en el ensayo Muerte y transfiguración de Martín Fierro de Martínez Estrada, el montaje integra una caótica multitud de escenas independientes que coinciden en un tono dominado por la ironía y el desparpajo.
“Es un acto alusivo a la argentinidad, ejecutado por los peores del grado”, dicen sobre Muerte y transfiguración... el director y su grupo, que tomaron a la figura de Martínez Estrada a guisa de “baquiano en el recorrido por el accidentado territorio de la identidad”. El hecho es que, a dos años de su estreno en Buenos Aires, las amargas conclusiones a las que Martínez Estrada llegaba en aquel diagnóstico sobre el estado de desintegración del ser nacional, hoy muestran, aún a través del humor que recorre toda la obra, su costado más desesperante y sombrío, auxiliado por el espíritu provocador –casi pendenciero– que caracteriza el modo de trabajar del elenco.
Claudio Bellomo, responsable del grupo Terrafirme de la localidad de Moreno, dirigió Sabrina y Lucrecia, una obra muy poco conocida de Alberto Adelach, en la que dos internas de un neuropsiquiátrico escapan y ocupan una casa deshabitada. El titiritero chubutense Roberto Sancho, por su parte, presentó en Possessed una sucesión de breves cuadros en los que maneja a sus criaturas desde un rol todopoderoso y displicente. Hasta que uno de sus personajes se rebela y proclama: “No todo puede manipularse”. El grupo cordobés Cirulaxia ofreció Purolope, una festiva versión de Fuenteovejuna de Lope de Vega, que traslada la historia –el pueblo oprimido que se une en contra del abusivo comendador– a una colmena, con una estética emparentada con el comic.
“Las obras que estamos viendo en esta Fiesta –analiza en una entrevista con Página/12 el actor y director Norberto Campos, quien recibió el Premio Nacional a la Trayectoria– “están expresando el deseo de la sociedad de establecer códigos de tolerancia y pluralidad, de ponerle un límite a la obscenidad del poder”. Nacido en Buenos Aires, Campos participó de las experiencias del Instituto Di Tella, en los años 60, se relacionó con el Living Theatre en Brasil y una vez instalado en Rosario desarrolló una labor artística y docente que lo convirtió en uno de los referentes más claros del teatro de su ciudad.
–Dejando de lado el discurso que pone especial énfasis en la mística de la actividad teatral y en las gratificaciones resultantes del trabajo colectivo, ¿qué motiva a un actor a dedicar su vida a una actividad que encuentra tantas dificultades para realizarse?
–Creo que el teatro representa para quien lo hace un espacio de indagación personal en el que examina los propios anhelos y sueños. El teatro le permite hacer un recorrido por las propias incertidumbres y avizorar el destino posible de su comunidad. Ahora que la vida se ha tornado pavorosa, el teatro le sirve para encontrar respuestas y nuevos interrogantes. Claro que no estoy diciendo que el teatro tiene que hacer la revolución, que es la única manera que una persona tiene para modificar su vida. Eso sería puro fundamentalismo y me parece que el campo de lasortodoxias es muy peligroso. Pero creo que desde la escena se puede ayudar a construir una nueva formulación social y ética que modifique este nivel de intolerancia y violencia que tenemos. La gente está saturada de esquizofrenia, de que le hablen de los valores de esta Nación y que a la vez la están empujando al precipicio. Parece que nos vinieran corriendo con la faca por detrás, como a Moreira al final de la partida.
–¿Cuál es la propuesta del teatro a este estado de cosas?
–Los teatreros tenemos que plantearnos una tarea que sirva para calmar un poco tanto padecimiento. Pero no solamente tenemos que generar disfrute, sino introducir ciertas ideas que no encuentran cabida en los medios masivos de comunicación de este capitalismo tardío y berreta que tenemos. Sería bueno tejer una red de teatro teniendo en cuenta todas las variantes de las distintas regiones del país y volvernos fuertes, contundentes. Llegar cada vez a más gente para transformarnos en una corriente de opinión, en un sector insoslayable, necesario.
–¿Cuál será el próximo estreno de Teatro de la Acción?
–Ahora estamos buscando integrar a las generaciones jóvenes e intermedias con los actores tradicionales de Rosario. El proyecto es hacer una versión del Ricardo III de Shakespeare, acercándolo a las aguas del Litoral. Se va a llamar Ricardo Rosario III y vamos a poner énfasis en el tema del poder, que se vuelve devastador si la comunidad no le pone límites. Será porque tenemos claro que el poder es como una víbora, como una anaconda que huye si la persiguen pero que vuelve siempre, porque pelecha y aparece transformada, con otra piel.

Compartir: 

Twitter

“Sabrina y Lucrecia”, una obra del grupo Terrafirme de Moreno, Bs. As.
 
ESPECTáCULOS
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.