SOCIEDAD › DENUNCIA EN LA 21-24

Una villa sin luz

Los problemas en el suministro de energía eléctrica en la Villa 21-24, en el barrio porteño de Barracas, se acrecientan con el paso de los años debido a que “la infraestructura eléctrica no está adecuada a la cantidad de gente que vive en el barrio”, coincidieron algunos vecinos, que al mismo tiempo colaboran con la asistencia a la comunidad. Hace más de una semana, el servicio eléctrico en el barrio, que además sirve para la calefacción, la cocción de alimentos y el suministro de agua, “se brinda en forma interrumpida, dependiendo de la zona y el momento del día”, explicó a Página/12 Bettina Castorino, secretaria general de Derechos Humanos de la Defensoría General de la Ciudad de Buenos Aires. Según se notifica en “un informe del Ente Nacional Regulador de Electricidad (ENRE), el tendido eléctrico tal como está no va a proporcionar nunca un servicio adecuado e implica una situación de alto riesgo para las personas que habitan el barrio”, informó Castorino. Desde el gobierno porteño, específicamente “desde la Unidad de Gestión de Intervención Social (UGIS) dijeron que tienen muy presente el problema, pero que por una cuestión presupuestaria este año no podrán brindar una solución estructural. Por lo tanto, se limitan a dar soluciones deficientes”, expresó la secretaria.

Miles de personas que viven en las más de 70 manzanas que forman la Villa 21-24 sufren las consecuencias de un servicio de energía eléctrico deficiente. En invierno esta situación se complica aún más. “La gente consume más electricidad para la calefacción y cocción, como alternativas ya que en el barrio no existe la provisión de gas natural”, explicó Mirna Florentin, responsable del comedor Padre Daniel de la Sierra que asiste diariamente a alrededor de 300 personas de la villa. Las fallas en el servicio eléctrico dificultan las tareas en el comedor, que durante la semana debió suspender las actividades y también tirar algunos alimentos, aseguró Florentin. Ayer, por ejemplo, para no volver a cerrar sus puertas se debió cocinar con carbón.

Castorino informó que “el servicio se interrumpe y cuando vuelve repentinamente se producen picos de tensión que ocasionan daños en los electrodomésticos y por sobre todo constituyen un gran peligro”.

El sacerdote José Di Paola, párroco de la Villa 21, sostuvo que éste es un problema que se debe a “la precariedad de la estructura del servicio eléctrico, un inconveniente que tiene unos cuantos años”. “La infraestructura no está adecuada a la cantidad de habitantes”, aseguró el cura, y sostuvo que hay sectores del interior de la villa que se ven más perjudicados, como San Blas, Loma Alegre y Tierra Amarilla. “Hace falta una mayor logística y diagramación, más generadores y un eficiente tendido de cables”, se animó enumerar el padre Pepe.

Según informó la representante de la Defensoría, el año pasado el ENRE emitió un informe en el que se dejó asentada la grave situación de riesgo eléctrico en las instalaciones. Las audiencias que armó la Defensoría General, en las que citó a las autoridades responsables del gobierno porteño, para resolver definitivamente la situación, no tuvieron buenos resultados. “Desde la UGI dijeron que por una cuestión presupuestaria este año no podrán brindar una solución estructural”, informó Castorino. A raíz de la falta de respuestas, la funcionaria manifestó que “hemos agotado las instancias de interpelación extrajudicial al Gobierno de la Ciudad. No nos dejan otra salida que ir por una resolución a la Justicia”.

Informe: Rocío Ilama.

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