SOCIEDAD › DECLARAN CONTRA UN POLICIA Y TERMINAN CON UNA CAUSA

De testigos a investigados

A un mes del homicidio de Verónica Gauto, la joven embarazada de 19 años que murió de un balazo en la cabeza por el gatillo fácil de un policía bonaerense, la fiscalía de Quilmes pidió ayer la prisión preventiva contra el principal acusado del crimen, el cabo Fabián Sosa, quien a pesar de que estaba imputado por lesiones y amenazas en una causa anterior, ese día había llevado un arma sin seguro y con una bala en la recámara para dispersar a unos chicos que jugaban con agua. Pero al mismo tiempo, la mitad de los testigos que declararon contra el cabo serán investigados por “posibles lesiones contra el policía” y fueron amenazados por “agentes de la misma comisaría en que trabajaba Sosa”, según denunció uno de ellos.
“Estoy alegre y triste”, dijo ayer a Página/12 Esther Torales, la madre de la joven embarazada que murió el 29 de enero, dos semanas antes de la fecha prevista para el parto. Esa tarde, Esther veló en su humilde casa de Monte Chingolo a su hija después de ir al hospital a ver a su nieta recién nacida: los médicos hicieron una cesárea y salvaron la vida de la beba a pesar de que su madre había fallecido media hora antes.
Ayer, el titular de la Fiscalía Nº4 de Quilmes, Claudio Pelayo, pidió la prisión preventiva para Sosa, luego de que peritos judiciales afirmaron que la bala que mató a Verónica salió de su arma y que el cabo tenía restos de pólvora en su mano. Hace un mes, Sosa había ido junto a su compañero Miguel Rozales a Bernal para dispersar a unos chicos que jugaban al carnaval con bombitas de agua. El cabo llegó con una pistola Browning con 11 proyectiles, uno de ellos en la recámara del arma, lo cual implicaba que estaba listo para disparar. Eso fue lo que hizo Sosa –que estaba imputado por lesiones y amenazas por una causa iniciada el 14 de julio de 2000 en La Plata–: “Le empezó a pegar bastonazos a uno de los pibes y a su madre, que salió a defenderlo, el resto de los chicos se abalanzaron y Sosa dio tres pasos y disparó”, contó Jorge Cejas, el marido de Verónica, que estaba junto a ella preparándose para comer en una mesa que habían armado afuera de su casa. “Me di vuelta y la vi a Vero tirada, pensé que estaba desmayada pero sentí un agujero en su cabeza. En un flash me sacaron todo”, agregó Cejas.
Según dijo Sosa en su declaración, hubo un forcejeo con uno de los chicos que intentó quitarle el arma: “Me abalancé hacia él para que no dañara a nadie, en ese momento salen tres o cuatro disparos, pero el arma era empuñada por el joven. Recibí lesiones en la espalda, la costilla y el dedo medio de la mano derecha”, afirmó el policía en su declaración. Varios testigos confirmaron que fue Sosa quien disparo. Pero, insólitamente, el testimonio de cinco de ellos –incluida la madre de un chico de 14 años que recibió otra bala del cabo en la clavícula– se convirtió en motivo para terminar investigados por el delito de “lesiones en riña” contra el policía. El 18, uno de los testigos denunció en la fiscalía que policías de la comisaría 7ª, donde trabajaba Sosa, lo amenazaron de muerte.

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