SOCIEDAD › UN ACUSADO SE DISCULPO CON BARBAROSSA AL COMENZAR EL JUICIO

Cara a cara con los asesinos del taxi

Dos de los acusados por el crimen de “El Vasco” Miguel Lecuna admitieron haber participado, aunque en roles menores, y acusaron a otros tres del asesinato. Uno de ellos se acercó a la actriz Georgina Barbarossa y le dijo: “Lo siento”.

 Por Horacio Cecchi

“Lo siento”, le dijo el “Pipi” Jorge casi al oído a Georgina Barbarossa, apenas concluyó su declaración ante el Tribunal Oral 2. “El Pipi”, “el Viejo” Arregui, “Mario” Barros, “el Ruso” Schmidt y “Cara de Goma” Gómez están acusados por el homicidio de Miguel Lecuna, marido de Georgina, apuñalado al resistirse a un asalto en un taxi, el 2 de noviembre de 2001. El pedido de disculpas del “Pipi” venía íntimamente encadenado a su estrategia y a la del “Viejo”. Ambos rompieron lazos con el resto de los acusados: ayer, en la primera audiencia del juicio, declararon reconociendo y describiendo el hecho y los roles de cada uno de los participantes. Obviamente, se reservaron los papeles más alejados del homicidio. No fue gratis: Arregui denunció que su familia recibió amenazas. También declaró Julio Lucero, vinculado con la mafia de los taxis y durante un tiempo testigo protegido en el caso. Lucero fue quien durante la investigación dio las pistas para ubicar al grupo y a la prueba clave, el taxi en el que se hallaron manchas de sangre cuyo ADN correspondía al de Lecuna.
“El Vasco” Miguel Lecuna fue apuñalado el 2 de noviembre de 2001, a bordo de un taxi Renault 19, alrededor de las 17.45, después de que dos hombres que bajaron de una furgoneta blanca tipo Trafic lo abordaron. Su cuerpo fue arrojado a la calle en la esquina de Bustamante y Gorriti. Poco después murió. Tenía en su poder un costoso reloj y su billetera con unos 600 pesos. Ese dato abrió inicialmente la hipótesis de que había algo detrás de la máscara del robo. Pero esa línea quedó desbordada por otros datos. El 24 de noviembre fueron detenidos “el Asmático” Martínez, “Chueco” Manzanelli y “Sieteculos” Alvarez. Les colgaron el cartel de “éstos fueron”, pero no pudieron comprobarles más que sus apodos y quedaron libres. Pero el 27 de noviembre, Julio César Lucero, portero con trayectoria y antecedentes en la mafia de los taxis, se contactó con el oficial Enrique Ayub para relatarle otra versión que derivó en el hallazgo del Renault 19 en el que se hallaron restos de sangre con el ADN de Lecuna, la furgoneta blanca y a los cinco personajes ahora acusados.
Ayer se inició el juicio oral ante los jueces Hugo Boano, Silvia Mora y Alejandro Becerra. Abrió la audiencia Antonio Arregui, “el Viejo”, chofer de taxi que alquiló el Renault 19 para subalquilarlo a los acusados. “El Viejo” relató que Gabriel “Cara de Goma” Gómez le pidió alquilarle el auto porque estaba enfermo de sida y tenía que comprar remedios. “Yo sabía que iban a usarlo para robar, pero nunca pensé que fueran a matar a nadie”, empezó a abrirse “el Viejo”. También dijo que esa noche se reunió con Oscar Barros, “Mario”, en el Parque Centenario. Vio manchas de sangre en el auto y le preguntó “¿qué hiciste”?, y “Mario” le respondió “cerrá bien la boquita porque tu familia es boleta”.
Después siguió Walter “Pipi” Jorge, que reconoció haber ocupado el rol de chofer de la furgoneta de apoyo. “El Pipi” dijo que el taxi lo conducía “Cara de Goma” y que en la camioneta viajaban “Mario” y “El Ruso”. Sostuvo que “Mario” bajó para apretar al pasajero y aseguró que no pudo ver qué ocurría dentro del taxi porque tenía una cortinita en la luneta trasera, pero que suponía que había pelea porque veía al auto bambolearse. Después, dijo que “el Ruso” salió a ayudar, pero no supo qué pasó después porque siguió otro camino. Aseguró que jamás supuso que se usarían armas. “Si lo hubiera sabido, Lecuna estaría vivo”, juró y perjuró.
Su declaración iluminó parte de la trama, aunque se contradijo en parte con el testigo Guillermo Rodríguez, el primero en acudir en ayuda de Lecuna. “Cuando vi que tiraban el cuerpo me acerqué –declaró Rodríguez–. A los segundos una camioneta tipo Trafic paró casi atropellándome. Se bajó el conductor y me dijo: ‘Mirá lo que pasó, ¿viste lo que hicieron?’”. Era “el Pipi”, según se encargó de reconocer el propio acusado, quien había negado haber visto qué pasó con Lecuna.
Los testigos Enrique Biranet y Gonzalo Frigerio coincidieron en algunos detalles. Frigerio inclusive reconoció el saco que se supone que vestía Barros. Otro taxista, Jorge Valiente, aportó lagunas y contradicciones. Pero el plato fuerte estaba reservado para “Luciano”, seudónimo con que temporariamente fue protegido Lucero. Parco, con forzadas lagunas de memoria, temeroso y asumiendo haber recibido amenazas, intentó decir lo que no quería decir y ya había dicho. Lucero fue quien inicialmente aportó los datos del grupo. En su primera declaración conocía casi al detalle el hecho. Entre los defensores se mantenía la idea de que formó parte de la banda. Ayer se hizo difícil al tribunal, al fiscal Alejandro Alagia, e incluso a las defensas, sacarle una idea. Para dar un ejemplo:
–¿Cómo tuvo conocimiento del hecho? –preguntó el presidente, Boano.
–Por el periodismo –respondió el ex “Luciano”.
–¿Y qué otra cosa supo después?
–Por comentarios, quiénes pudieron haber sido.
–Lo escuchamos. ¿Quiénes pudieron haber sido? –insistió Boano.
–Cómo que me escucha.
–Escuchamos lo que usted dice que supo –repitió con paciencia el juez.
–No es que yo haya visto, me enteré por comentarios en el ambiente que trabaja el tema del taxi –desvarió Lucero.
–¿Y qué escuchó ahí?
–Quiénes fueron.
Finalmente, y al borde de una crisis, el fiscal Alagia logró sacarle al menos los apodos, los roles y el reconocimiento físico. Fue entonces que Lucero señaló a “Cara de Goma” como chofer, al “Pipi” al volante de la furgoneta, al “Viejo Antonio” como proveedor del taxi, a otro que no recordaba y que era pirata del asfalto (en su anterior declaración señaló a Juan Carlos, presumiblemente Schmidt), y a “Mario”. Este último, según Lucero, fue quien apuñaló a Lecuna. Siempre, por comentarios.
Hoy, Barros, Gómez y Schmidt comentarán su parte.

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Georgina Barbarossa se vio enfrentada a los acusados por el crimen.
 
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