SOCIEDAD

La contaminación de Dock Sud ya tiene su estudio epidemiológico

Un relevamiento impulsado por la Municipalidad de Avellaneda encontró que el 20 por ciento de los niños revisados tiene en su organismo contaminantes como el plomo, benceno y tolueno.

 Por Alejandra Dandan

Un estudio acaba de confirmarles a los habitantes de Dock Sud que habitan sobre una bomba de tiempo. La Municipalidad de Avellaneda difundió ayer los resultados preliminares del primer estudio epidemiológico realizado entre la población infantil de los alrededores del polo petroquímico del Dock Sud. El estudio compara a los chicos de dos localizaciones distintas y ha demostrado la presencia de plomo, benceno y tolueno en el 20 por ciento de los casos tomados como referencia para el sondeo. Cinco de ellos están ahora en condiciones de riesgo y siguen un tratamiento intensivo en uno de los hospitales de La Plata. Para los especialistas, las dimensiones de este diagnóstico son críticas y graves. Y aunque para los funcionarios de la Municipalidad local “aún no son catastróficos”, consideran que la presencia del polo petroquímico en el puerto es factor determinante.
Los resultados que fueron difundidos ayer en Avellaneda parten de una serie de estudios que se lleva a cabo en los alrededores del polo petroquímico desde hace dos años. En el año 2000, la Municipalidad local firmó un acuerdo con el gobierno de la provincia y la Nación para poner en marcha una suerte de monitoreo sobre la presencia de gases tóxicos en esa zona del puerto. Desde aquella época se hicieron muestras de los niveles que alcanzaban las emanaciones de gases provocados por el funcionamiento, en un solo punto geográfico, de más de treinta empresas. Entre ellas existen petroleras, industrias químicas, de hidrocarburos, un área destinada al tratamiento de residuos especiales de tipo patógeno y una central térmica. En esa línea hay quienes usan en sus procesos industriales materiales considerados tóxicos para la salud humana, entre ellos el benceno y el tolueno. Pero aun así, hasta ahora nadie sabía que entre esos componentes también había plomo.
“El plomo nos desconcertó”, dice ahora el secretario de Medio Ambiente de la Municipalidad, Máximo Lanzetta. De acuerdo a la información que maneja el municipio, ninguna de las empresas del polo usa plomo en sus procesos. Sin embargo, éste es uno de los componentes que apareció entre los resultados de la muestra. Para los técnicos locales, las explicaciones más viables son dos: 1. Que existan empresas que estén usando plomo y no lo hayan declarado. 2. Que la presencia de este metal en la sangre de los chicos sea el resultado del contacto durante años con el suelo, un territorio usado hasta el `95 como depósito de residuos industriales altamente tóxicos.
Esta es la realidad que ahora quedó radiografiada en el informe. Los estudios se hicieron sobre un total de 114 chicos de 7 a 11 años de Villa Inflamable, el barrio construido entre los pliegues del polo industrial. Como población de control, los técnicos hicieron estudios de sangre y orina, además, a 130 chicos de la misma edad pero ubicados en otro barrio, en Villa Corina, a casi 30 cuadras del puerto. El plomo apareció únicamente entre los pobladores de Dock Sud; los valores de tolueno y benceno, en cambio, se encontraron también en Corina. “Lo curioso -explica nuevamente Lanzetta– es que en Corina aparecieron más casos que en Villa Inflamable, pero con valores más bajos.”
La explicación sobre los motivos que disparan la presencia de estos metales entre los chicos de una y otra zona aún no se han analizado. Con este estudio, la Municipalidad se prepara ahora para investigar justamente cuáles son las fuentes emisoras del mal. Aun así existen algunas hipótesis, y todas confluyen al mismo lugar: “Estamos seguros de que es el polo petroquímico uno de los factores que está incidiendo en estos resultados”, dice Lanzetta que, sin embargo, prefiere hablar de una suma de factores o puntos de emisión y no sólo de uno. “Distinto a los otros dos metales, el plomo –sigue Lanzetta– tiene un efecto acumulativo: no desaparece su presencia en la sangre.”
Aunque la muestra sólo estuvo centrada en 114 casos, es posible proyectar el resultado a buena parte de la población. Quienes conocen la incidencia de metales como el plomo, tanto en el medio ambiente como en lasalud, saben de sus riesgos. Jorge Hercovitz es especialista en toxicología e investigador del Conicet. Desde ese lugar y sin conocer aún la estructura técnica que soporta el informe de Avellaneda, da cuenta de algunos de esos riesgos. “Cualquier especialista sabe –dice– que son graves y muy graves, que valores mínimos de plomo en la sangre producen alteraciones de tipo irreversible.”
Esas alteraciones son más críticas cuanto menor es la población donde esos metales impactan. Pero cuando la Municipalidad diseñó el estudio, optó por examinar a los chicos no sólo por su vulnerabilidad sino porque se trata de quienes no han tomado contacto con este tipo de materiales ni en procesos fabriles ni a partir de relaciones laborales.

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Cuando a Buenos Aires la invadía el mal olor, en 2000, una niña de la zona debía usar barbijo.
 
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