SOCIEDAD

Para los turistas norteamericanos, nada más riesgoso que un McDonald’s

Un estadounidense de raza negra fue apaleado en el local de Lavalle al 900 por un custodio privado que lo creyó ladrón. Sólo se había confundido de baño. El vigilador quedó preso.

Faltó que el turista norteamericano gritara: ¡Llamen a mi embajada! Pero hubiera sido mucho más paradójico aún, siendo que la golpiza que le estaban propinando se desarrollaba en el baño de un local de la tan norteamericana cadena de comida rápida McDonald’s. Fue ayer pasadas las seis de la tarde, en el local de Lavalle al 900, donde la puerta del baño del personal no se termina de distinguir como de uso exclusivo. Al menos la confusión entre esas entradas al lavabo fue para Dannis Pottinger, que dijo ser abogado, lo que lo dejó lleno de golpes hechos con un bastón de uno de los custodios de seguridad privada. Lo denunció por lesiones y el vigilador anoche estaba preso en la Comisaría 3ª. Un testigo que habló con este diario fue terminante al describir la escena: “El pobre chabón quedó arrodillado y le pedía que no le pegara, pero en inglés, y el otro seguía dándole y dándole”.
McDonald’s no gana para sustos, pero mucho menos para sustos ganan sus clientes. Ayer, gracias a la publicidad del Día de la Mujer se ganó un abucheo masivo de las organizaciones de mujeres y de especialistas de todo tipo por considerarla misógina. Antes, por el escándalo de la bacteria escherichia coli encontrada en cantidades desmadradas en los medallones de pollo que frita y comercializa la cadena. Aquello –toda una batalla por la validez de los análisis sobre los medallones en la que participó como defensor de la compañía hasta Daniel Hadad– fue en agosto. En setiembre uno de los locales fue multado cuando inspectores municipales detectaron cuánto tardaban en McDonald’s para cambiar el aceite: superaba el límite de acidez indicado por las normas.
Ahora resulta que se sumaron las agresiones: el empleado de seguridad que custodia el local de Lavalle al 900 goza de cierta fama en esa cuadra de una zona carcomida de la ciudad. “Es un gordo de la empresa Cazadores de Olivos –dijo un vecino a este diario–. Se lo ha visto varias veces molestando a los chicos de la calle que andan por la zona.” Otra de las personas que habló ante Página/12 pidiendo reserva del nombre contó que “no sólo que le ha pegado a un par de pibes sino que es de los que aprietan con ese bastoncito haciéndolos que desayunen rápido, dando con el bastón en la mesa porque los chicos toman el café con leche ahí a la madrugada porque es más barato”.
El hombre de Cazadores, detenido anoche según reconocieron en la Comisaría 3ª a este diario, es quien estaba –nadie contó en qué situación– en el interior del baño del personal, en la planta baja del local cuando ocurrió la confusión de Pottinger. Dannis, quien sería abogado, es un hombre de raza negra, 39 años, que ayer por la tarde se pasó un buen rato en el local de internet que hay en la cuadra. Pasadas las seis, le dieron ganas de ir al baño: preguntó a un mal informado que lo mandó al fondo, donde se ve una puerta gris que a todas luces parece un toilette. Pero resulta que los baños del público, baños más que visitados por cierto, están en el primer piso, adonde nunca llegó el amigo americano. Ahí nomás, apenas entró, vestido con zapatillas, bermudas y camisa sport, Dannis Pottinger comenzó a recibir las pullas de un descontrolado hombre de uniforme armado, por suerte, sólo con una “tonfa”, esos bastones que blanden los custodios a un costado de la pierna izquierda. Y ahí mismo comenzaron los gritos en su pobre castellano del desafortunado norteamericano.
“Pedía ayuda medio en español, pero le salía inglés y el otro dale que le pegaba y le pegaba”, dijo uno de los testigos. “Le han producido lesiones y por ese motivo el ciudadano norteamericano ha presentado la denuncia ante la policía”, dijo una fuente de la Federal. Cuando el custodio se dio cuenta de que no era un ladrón de película el moreno que golpeaba paró y los ágiles empleados de la cadena trajeron hielo. La excusa inmediata –aunque nadie quiso darla ayer oficialmente– fue que en el momento de la equivocación de baños estaba la caja del día abierta y entonces se previno un robo. Habría que explicarle eso al gobierno norteamericano que hace una semana sacó a la Argentina de la lista depaíses riesgosos para los turistas de aquel país. No contaban con la astucia de los vigiladores privados y su incansable chipote chillón.

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El vigilador del local de Lavalle al 900 tiene antecedentes de maltratar a los chicos de la calle.
 
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