SOCIEDAD

Desde ahora, en algunas zonas los cortes de luz se harán con policías

El hombre acusado de matar al empleado de una contratista de Edesur ya había baleado a un joven por una discusión vecinal. La gente del barrio le quemó la casa y se tuvo que mudar. El trabajador cobraba 400 pesos por mes más un plus de 1,5 peso por corte de suministro eléctrico.

Cuando apenas empezaba el año, el 5 de enero, por una discusión, Gustavo Matías Corcinte recibió un balazo en la espalda de parte del “Gitano” Omar Mazzella, el hombre de 63 años acusado por el crimen del empleado de Edesur. Por entonces vivía en un barrio de Adrogué. Sus vecinos, furiosos, le quemaron la casa y lo obligaron a mudarse. El martes reaccionó de la misma forma en su nuevo barrio, cuando la compañía de energía ordenó la ejecución del corte de luz por falta de pago. Para las prestadoras del servicio, el caso es un emergente de los 2535 hechos delictivos ocurridos contra sus empleados desde la crisis de diciembre de 2001. Para el gobernador Felipe Solá no es un problema cotidiano sino, dijo, “el ataque de un asesino”. Ayer, su ministro de Seguridad acordó con Edesur un servicio adicional de policías para cortes en los barrios que la empresa señale como “calientes o riesgosos”. El empleado muerto cobraba 400 pesos mensuales y 1,50 peso por cada corte de suministro.
Hasta el último mes de enero, el Gitano vivía en la esquina de Buenos Aires y Carlos Morell, frente a un potrero de Burzaco, uno de los barrios de Adrogué, en el sur del conurbano bonaerense. Sus antiguos vecinos dicen que era chatarrero. En su casa armaba y desarmaba autos viejos, para venderlos por piezas. Era conocido por su mal genio, pero hasta enero su fama no pasaba de eso: “Yo lo conocía de toda la vida –le dijo Gustavo Corcinte a Página/12–, sabía que no estaba en su sano juicio, pero nunca me imaginé que iba a dispararme”.
Gustavo ahora tiene 21 años y vivía a media cuadra del Gitano. El día del disparo miraba un partido de fútbol en el potrero de enfrente de sus casas. Entre los espectadores estaban los chicos que, con sus juegos, terminaron irritando al Gitano: “Se subieron a sus coches y a él le molestó: les gritaba de todo”, explicó Gustavo. “Yo le dije que les hablara de buena manera y se la agarró conmigo.” De acuerdo con su relato, minutos más tarde, Mazzella cruzó la calle y salió con una pistola calibre 38 largo. “Me puso el arma en el pecho, apretó el gatillo, pero la bala no salió.” Cuando se dio vuelta, sintió un balazo por la espalda que le agujereó un pulmón y le perforó las arterias en la zona del hígado.
La reacción de los vecinos lo obligó a buscarse una nueva casa en un pacífico barrio de clase media de Gerli, en Avellaneda. “Era un vecino nuevo, nunca tuvimos quejas ni denuncias contra él”, le decía a este diario el comisario del barrio, Sergio Sudaire. Aunque ayer hubo versiones que aseguraban que estaba prófugo de la Justicia con pedido de captura, el antecedente en cuestión era el disparo contra Gustavo Corcinte. Pero la causa que se originó con su denuncia quedó caratulada por un delito excarcelable: “portación de arma y lesiones”.
El Gitano no tenía otros antecedentes. Estaba sin trabajo, contaba con un Plan Jefas y Jefes y con el sueldo de su mujer, empleada en un geriátrico. Con ellos vivía un hijo de 15 años, el adolescente que ahora está a disposición de un juzgado de menores de Lomas de Zamora, señalado como autor de la primera lesión contra los empleados de Edesur que el martes se dirigieron por un corte programado hasta su nueva casa, en Donovan 232 de Gerli.
Arnaldo Carvallo, el empleado muerto, y Gastón García, el herido, trabajaban para Lexeton S.A., contratista de Edesur. Llegaron al mediodía en un Renault 6 para ejecutar el corte. De acuerdo con los investigadores, fueron interceptados por Mazzella y su hijo, quien habría sacado el puñal con el que hirió a Gastón García. Sus compañeros lo trasladaron hasta el hospital vecinal de Lanús y regresaron por las herramientas. De acuerdo con el comisario Sudaire, lo hicieron sin pedir protección policial. Fuentes de Edesur consultadas por Página/12 contaron que “hicieron la denuncia, pero por alguna razón no esperaron al patrullero”. Cuando volvieron, Mazzella y su hijo los atacaron a balazos, según fuentes de la causa. Carvallo cayó muerto a cuatro cuadras de ahí. Mazzella está detenido a disposición del fiscal de Lomas de Zamora, Daniel Gualtieri, quien ayer le tomó declaración indagatoria. García fue dado de alta, y los familiares de Carvallo asistieron a su entierro.
Felipe Solá ayer se condolió de los hechos: “No es costumbre que a un operario se le tire con un revólver. Se encontraron con un asesino”. La cuñada del empleado asesinado, Claudia Juárez, le dio una respuesta algunas horas antes: “Mi cuñado tenía mucho miedo de que le pasara algo así”, ya que en otras oportunidades había sido amenazado con navajas para que no cortara el suministro eléctrico. “Tenía que traer el plato de comida a casa”, dijo, y contó que trabajaba por 400 pesos mensuales y 1,50 peso por cada corte de suministro.
La Asociación de Distribuidores de Energía Eléctrica de Argentina denunció que “sólo en Capital Federal y el Gran Buenos Aires, las distribuidoras padecieron en los dos últimos años más de 2500 ilícitos contra sus empleados y contratistas”. Ayer mismo la provincia salió a dar una respuesta a los reclamos. El ministro de Seguridad, León Arslanian, se reunió con el presidente de Edesur, José María Hidalgo, para ofrecerle el servicio de policía adicional que coordinarán con las Departamentales de cada región.

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El gobernador Felipe Solá dijo que el empleado tuvo la “mala suerte” de toparse con un asesino.
La cuñada del muerto contó que el hombre vivía con miedo por las amenazas que recibía.
 
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