SOCIEDAD › LA FEDERACION DE TIRO DEBERA INDEMNIZAR A UNA MUJER

El último disparo de Elvira

En 1996, la Federación Argentina de Tiro se negó a declarar campeona a Elvira Bella por ser mujer. Ahora, un juez ordenó que le pagara 35.000 pesos por su conducta “discriminatoria”.

 Por Andrea Ferrari

Para Elvira Bella tirar por primera vez con un fusil fue casi como enamorarse. Así lo recuerda ahora, cuando ya no tira, después de haberse hecho famosa como la mujer discriminada por la Federación Argentina de Tiro, que en 1996 se negó a declararla campeona solamente por su condición femenina. Elvira les ganó la pulseada en la Justicia, que forzó a la entidad a entregarle tardíamente la medalla. Ahora vuelve a mostrar su puntería infalible: un juez acaba de condenar a la Federación a pagarle una indemnización de 35 mil pesos por haber asumido una conducta “abusivamente discriminatoria”.
No es fácil encontrar antecedentes de una indemnización por discriminación sexual en Argentina. Sin embargo, Elvira Bella sabe que la pelea no termina: el fallo firmado por el juez Omar Solimine es de primera instancia y sin duda será apelado por la Federación. “Pero nosotros también apelamos –sostiene–, ya que Ernesto Alais quedó afuera y yo creo que es responsable.”
El general Alais –el mismo que se volvió célebre por el lento paso de sus fuerzas cuando le ordenaron que reprimiera la rebelión de Semana Santa y que ahora está en Atenas por ser miembro del Comité Olímpico Argentino (ver página 23)– era el presidente de la Federación de Tiro cuando Bella fue discriminada. Aunque fue demandado junto a la institución, el juez no consideró probada su responsabilidad. Pero Elvira se propone insistir: “El es quien maneja los hilos de la Federación desde hace más de 25 años. Está desde que yo empecé a tirar”.
Su pasión por el tiro nació en una época difícil. Acababa de morir su marido y sus dos hijas se habían casado. Fue una de ellas quien la convenció de ir a un curso de defensa en un club de la zona. “Más que nada buscaba que yo me vinculara socialmente –recuerda ahora–, pero al principio yo no quería ir.” Su hija y su yerno la acompañaron en esa primera época, “pero después dejaron de ir y yo me seguí quedando. Empecé primero con arma corta. Después apareció el fusil en mi vida y fue como un enamoramiento. Encontré una posición cómoda y nunca perdí en las tiradas de fusil. El arma larga era lo mío”.
Lo dice con nostalgia, porque el tiro quedó en el pasado. Se acuerda del disfrute de los primeros campeonatos, en el Tiro Federal de Buenos Aires, el placer de un triunfo tras otro. “Fui campeona provincial en Buenos Aires y siempre compitiendo con hombres, sin problemas”, cuenta. Las cosas se torcieron cuando se presentó en el torneo nacional en su categoría, fusil máuser a 300 metros, que se realizaba en Bahía Blanca. Otra vez ganó: su puntaje fue mejor que el de todos los competidores masculinos. Ya estaba festejando cuando alguien le advirtió que se estaba gestando una maniobra para dejarla afuera. Efectivamente, poco después, el juez de la competencia le avisó que no iban a darle la medalla porque era mujer. “Entonces todos los varones ascendieron un puesto –recuerda–. Cuando llamaron a los premiados al podio a mí me convocaron a recibir el premio de ‘dama mejor clasificada’. ¡Pero si yo era la única mujer que había competido! Entonces me negué a subir.”
A eso siguió una serie de protestas, denuncias y un recurso de amparo: todo terminó en un fallo que obligó a la Federación a darle la medalla. Pero antes de eso volvieron a discriminarla: en 1997 le impidieron que se anotara para la competencia. Presentó entonces una medida cautelar y fue a participar acompañada por un oficial de Justicia. Los organizadores la dejaron tirar a regañadientes y nuevamente el puntaje de Bella la debería haber llevado al podio, pero otra vez se encontró con la sorpresa: “Dijeron que el juez les ordenó que me dejaran tirar, pero no que me premiaran”.
La Justicia consideró probados esos hechos. “El privar a la Sra. Bella de los premios correspondientes por haber obtenido la mayor puntuación en las competencias de Fusil Militar Competición Tendido 300 mts. en el año 1996 y el segundo mayor puntaje en el año 1997, por la sola circunstancia de ser mujer, resulta efectuar un trato de inferioridad y ello produce un menoscabo en los derechos”, sostiene el nuevo fallo.
El último golpe fue que la excluyeran del Campeonato de las Américas, que se realizaba ese año en Buenos Aires: “Convocaron a otras chicas que estaban por debajo y a mí me dejaron afuera”. Todo eso terminó con el romance entre Elvira y el fusil. “No tiré más, me sentía muy mal. A mí deportivamente me cortaron de raíz”, dice.
El daño psicológico y moral fue reconocido ahora, en el fallo que ordena la indemnización. Pero a ella aún hoy le resulta difícil entender por qué se dieron así las cosas. “Todo demuestra que ellos no aceptaban que una mujer ganara, aunque cuesta creerlo. Uno no sabe qué les pasa en la cabeza, pero te sentís violada. Aquel día, en Bahía Blanca, lo llamé a quien es mi actual marido y le dije que me parecía que me iba a morir del corazón. ‘Salí a caminar’, me dijo. Y caminé hasta que partió el micro para Buenos Aires.”
Ese enfrentamiento le cambió la vida a Elvira. Algunos que la reconocían por la calle le preguntaban si era “la señora del problema”, recuerda. En esos años formó una asociación contra la discriminación en Morón y se convirtió en referente para otras mujeres. “Me llaman cuando una chica es discriminada en un deporte, como esgrima o ajedrez.” También supo que la Federación de Tiro había cambiado los reglamentos y ahora las condiciones son más equitativas para las mujeres. “Me dijeron que a esos reglamentos los llaman Elvira Bella –cuenta–. Yo estoy contenta con eso, a pesar de toda la pérdida.”
Lo que perdió fue ese deporte que le había abierto un camino cuando menos lo esperaba. “Tenía 52 años cuando salí campeona –cuenta–. Y para una persona grande ser campeón es mucho más importante que para alguien de 20, que tiene toda la vida para hacer cosas.”

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Tras el primer episodio, en 1997 volvió a competir amparada por una orden de la Justicia, y ganó.
 
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