SOCIEDAD › CONDENAN A CUATRO AÑOS A UN MAESTRO DE JARDIN

Abusos en la clase de música

Después de un complicado proceso que comenzó en octubre de 2000, un profesor de música fue condenado a cuatro años de prisión por ser hallado culpable del delito de abuso sexual en perjuicio de dos menores de 3 y 4 años. En el camino quedaron otras nueve denuncias del mismo tenor, porque en esos casos no se pudo demostrar fehacientemente la culpabilidad del docente Claudio Alejandro Alvarez, quien en el momento de los hechos se desempeñaba en el jardín de infantes 901 “Comandante Espora”, de Vicente López. Los peritos dijeron en el juicio que los estudios demostraron que el maestro de música tiene “una perturbación en la esfera psicosexual”. En otro caso por abuso sexual, un sacerdote fue sobreseído de culpa y cargo por un juez de primera instancia que ordenó, además, que se abra una investigación para determinar si incurrió en el delito de “falsa denuncia” la chica que había acusado al religioso.
El profesor de música Claudio Alvarez, luego de un mes y medio de juicio oral, fue condenado a cuatro años de cárcel por los miembros del Tribunal Oral 4 de San Isidro, Federico Ecke, Osvaldo Rossi y Carlos Santillán, que hicieron lugar al pedido de pena solicitado por la fiscal Gabriela Baigún. El caso comenzó con la denuncia de 11 padres ante la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de San Isidro, cuando era su jefe el comisario Aníbal Degastaldi, quien luego fue removido del cargo.
Los padres dijeron que sus hijos les habían contado que el profesor de música los hacía participar de “juegos feos”, recordó a Página/12 una fuente judicial relacionada con la causa. “Los chicos contaron que el profesor los obligaba a darse besos en la boca, entre ellos, y algunas veces los hacía jugar con sus genitales, mientras él se masturbaba en presencia de los chicos”. María, la madre de uno de los chicos, dijo en su primera presentación ante la Justicia que lo que los convenció acerca de la veracidad de las denuncias fue que “todos los chicos contaron lo mismo, de manera que era imposible que pudieran organizar una mentira, dado que no tienen la edad como para hacerlo”.
En las únicas declaraciones públicas que hizo desde que comenzó el proceso en su contra, Alvarez negó los cargos y sostuvo: “Nunca les hice nada”, aludiendo a los alumnos que lo denunciaron. “No sé por qué surge esto, nunca tuve problemas, ni con las autoridades del colegio, ni con las madres”. El docente que ayer fue condenado dijo que los padres de los chicos “inventaron cosas” en su contra. “No digo que los chicos mientan. Digo que es algo que les meten sus mamás en la cabeza”. Sin embargo, Degastaldi había declarado en marzo de 2002, cuando el maestro de música fue detenido en su casa de Munro, que Alvarez “admitió algunos de los delitos que cometió, abrumado por las pruebas”.
Distinta fue la suerte de otro acusado por abuso. El sacerdote Luis Anguita, del Colegio Franciscano Tierra Santa de la Capital Federal, fue sobreseído porque “no se pudo probar judicialmente” la denuncia que había sido formulada en su contra por una alumna que dijo haber sido forzada a tener relaciones íntimas con el religioso, cuando ella tenía 13 años. El sobreseimiento fue dictado por el juez de instrucción Julio Lucini, quien dejó constancia que el proceso no había afectado el “buen nombre y honor” de Anguita. Al mismo tiempo, Lucini ordenó extraer testimonios del expediente y enviarlos a la Cámara del Crimen para que se investigue si la joven incurrió en el delito de “falsa denuncia”.

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