SOCIEDAD › PROCESAN A TRES DE LOS
DETENIDOS POR EL HOMICIDIO DE CHASCOMUS

La pista del crimen por encargo

La jueza liberó a uno de los detenidos y procesó a los otros tres. Desestimó que el móvil del crimen haya sido el secuestro, como dijo la policía. Un juez denunció el apriete de un ex diputado.

 Por Raúl Kollmann

Tres de los cuatro detenidos por el asesinato del joven Mauricio Ponce de León, ocurrido a fines de febrero en Chascomús, seguirán presos y quedaron procesados por homicidio triplemente agravado. El gran misterio es por qué mataron a Mauricio, y en ese sentido la jueza de Garantías de Dolores, Laura Elías, sostuvo en su fallo que no está probado que el motivo del asesinato haya sido un secuestro extorsivo. La magistrada abre así las puertas a otra hipótesis, mucho más fuerte y sólida: el asesinato fue por encargo, como lo hacen suponer las 33 puñaladas con que lo mataron. Habrá que investigar ahora quién dio la orden y por qué. En la misma causa, un juez de La Plata declaró que el ex legislador provincial del PJ Rubén Omar Bricio, dueño del edificio del Club de Empleados de Chascomús, se presentó en su juzgado “de manera prepotente”, diciendo que “no sabíamos con quién nos metíamos”, con el presunto objetivo de que no se rematara el edificio del club. La propiedad finalmente se remató y se la adjudicó Mauricio Ponce de León. Una semana después de tomar posesión lo asesinaron. Para redondear el cuadro, la madre de uno de los detenidos denunció que su hijo robaba para la policía de Chascomús, por lo que podría haber sido mano de obra del crimen por encargo de los uniformados o de alguien aún más poderoso de la ciudad.
El fiscal Eduardo Campos Campos había pedido el procesamiento de los cuatro detenidos, a quienes les imputó homicidio triplemente calificado por ensañamiento –debido a las 33 puñaladas–, alevosía y participación de dos o más personas.
Diego Urquiaga quedó imputado porque fue señalado como la persona que convocó a los otros para cavar una tumba y, sobre todo, porque en su casa se encontró el celular de la víctima, Mauricio, mientras que la batería del aparato apareció debajo del cuerpo. Urquiaga le dijo a la Justicia que se había encontrado con Mauricio el mismo día en que fue asesinado para venderle un DVD que había comprado en Paraguay, adonde había viajado con su novia. Pero la novia declaró que nunca estuvo en Paraguay.
A Pablo Brandoni se lo inculpó porque relató que, un mes antes del crimen, Urquiaga le propuso participar de un supuesto secuestro y asesinato y que su papel debía ser el de cavar la tumba. Pese a que la víctima era su íntimo amigo, Brandoni no contó nada. Además, su coartada resultó débil.
A Claudio Bustingorri se lo sindica como una de las dos personas que acuchillaron a Mauricio. Hay testigos en su contra: Bustingorri tiene antecedentes policiales, fue detenido en un Peugeot 405, un vehículo inaccesible para su situación económica, y dentro del coche se encontraron una computadora portátil y una cámara digital, ambos efectos robados más de un mes antes del crimen. Bustingorri trabajaba también en el bar conocido como El Sport, ubicado en la parte delantera del Club de Empleados.
Quien recuperó la libertad fue Claudio Torrado, porque no se encontraron las suficientes pruebas en su contra. Inicialmente aparecía como la otra persona que acuchilló a Mauricio y también trabajaba como barman en el club. En verdad, si hay algo que relaciona a los cuatro que hasta ayer estaban imputados era que se pasaban muchas horas en ese local.
El dato notable del fallo de la jueza Elías es que desestimó la figura de homicidio criminis causa, que consiste en que el crimen habría tenido como motivo ocultar otro delito, en este caso el secuestro. O sea que la magistrada considera que no hay suficientes pruebas para convalidar la hipótesis inicial que trató de imponer la investigación policial: que los cuatro acusados secuestraron a Mauricio, iban a pedir por él 200.000 pesos que eran parte de una indemnización que cobró y que lo mataron porque los conocía a todos. En realidad, nadie llamó nunca para pedir rescate, el asesinato estaba probado e incluso el crimen parece mucho más una venganza que otra cosa. La cuestión ahora es encontrar el verdadero motivo. Buena parte de los que habitan Chascomús están seguros de que la muerte de Mauricio tiene que ver con el edificio que éste adquirió en el remate. Allí funcionaban tres ámbitos distintos. Por un lado, el Sport, el boliche mejor ubicado y uno de los más concurridos de Chascomús, administrado por Leonardo Tanzi, un hombre relacionado con el ex legislador Bricio. Detrás del Sport funcionaba el club mismo, con un salón de juegos y pool.
En la causa judicial aparece el lugar relacionado con la venta de drogas, al punto de que Bustingorri estaba muchas veces detrás de la barra del Sport y en el momento de la detención se le encontraron varios gramos de cocaína encima. Por último, el piso superior estaba destinado a una especie de bailanta, con otro individuo cercano a Bricio, Jorge Cotta.
En la causa judicial por la muerte de Ponce de León se presentó a declarar el juez Ricardo Osvaldo Larrosa, quien tuvo a su cargo el juicio por una hipoteca de 70.000 dólares que sacó el club. Larrosa señaló el carácter amenazante de Bricio, a quien tildó de prepotente, y declaró que buscó de todas las formas posibles atrasar el remate. “Se presentaba como diputado, hacía alusión a que no sabíamos con quién nos metíamos, que él tenía influencias en el poder. Sé por comentarios –sostuvo judicialmente el juez– que una escribana que actuó en el caso fue víctima de amenazas y extorsiones y que Jorge Cotta (el supuesto concesionario de la bailanta) aparecía en actas como secretario del club del que Bricio era titular.”
En ese remate, el edificio fue adjudicado a una tía de Mauricio Ponce de León, aunque todo el mundo tenía en claro que el dinero usado para la compra pertenecía al asesinado, que lo cobró como indemnización de un accidente en que un tren le cortó las piernas. Pese a una cantidad increíble de maniobras judiciales de Bricio, Mauricio tomó posesión del edificio un martes, y el sábado le metieron las 33 puñaladas.

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La propiedad del edificio del Club de Empleados de Chascomús parece estar en el centro de la escena.
 
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