SOCIEDAD › CON NUEVE ACUSADOS, EL CASO BELSUNCE FUE ELEVADO A UN TRIBUNAL

Del country Carmel al juicio oral

El juez dio por terminada la investigación sobre la muerte de María Marta. Carlos Carrascosa será juzgado por homicidio. Los otros ocho acusados, por encubrimiento. El juicio, aún sin fecha.

 Por Horacio Cecchi

Lo que nadie creía que fuera a ocurrir jamás, ocurrió. Así podría definirse el estado de situación del caso García Belsunce. Ayer, el juez Diego Martínez, de San Isidro, decidió elevar a juicio oral la causa que acusa a Carlos Carrascosa por el homicidio de María Marta García Belsunce, y con él a los ocho imputados por encubrimiento, entre parentela, fidelidades de diferente tono, masajista y médico. Ocurrió, sí. Pero todavía no, o casi casi. Porque los abogados de los acusados cuentan con cinco días a partir de recibir la notificación de elevación para apelar la decisión. El 16 de agosto pasado, Alberto Cafetzoglus, abogado del viudo célebre, había asegurado que su cliente prácticamente pedía a gritos ir al juicio oral “para demostrar definitivamente su inocencia”. De ser así, se entiende que no apelarán. Pero no está claro. Desde el inicio de la causa, una cosa es lo que se dijo y otra lo que se hizo: el juez Martínez, previo a elevar a juicio, debió rechazar las impugnaciones de los mismos que piden el juicio oral a gritos.
La decisión de llevar a juicio oral a Carrascosa ocurre 1043 días –2 años, 10 meses y 10 días– después del homicidio de María Marta. La prolongación del caso sobre la base de constantes apelaciones y el hecho de que el expediente haya llegado a la Suprema Corte bonaerense y a la Corte nacional hicieron del proceso entero una síntesis del descrédito sobre la Justicia, y una especie de lugar común para los siempre rumoreados beneficios de los que es capaz el poderío económico y los buenos vínculos.
Una breve síntesis de los últimos sucesos del caso que envolvió al país durante más de un año hasta hartarlo por tanta telaraña estratégicojurídica no estaría mal para entender qué se dice cuando se dice, pero también qué se hace.
El 16 de febrero de 2004, el fiscal Diego Molina Pico hizo el pedido de elevación a juicio oral. Acusó a Carrascosa de homicidio agravado por el vínculo; al cuñado de la víctima, Guillermo Bártoli; al hermano, Horacio García Belsunce; al padrastro Constantino “Dino” y a su hijo, Juan “John” Hurtig; a los amigos de Carrascosa, Nora “Pichi” Taylor de Burguess y Sergio Binello; al médico Gauvry Gordon y a la masajista Beatriz Michelini, todos ellos por encubrimiento del crimen.
Para esa fecha, la Corte bonaerense dispuso que Carrascosa volviera a prisión. A cargo de la balanza de la Justicia estaba, en ese momento, Diego Barroetaveña, ahora juez del Tribunal Oral 21 porteño. En abril del año pasado, Barroetaveña no sólo rechazó el pedido de elevación del fiscal sino que apartó a Molina Pico de la causa. Con él, también apartó a otro personaje clave, en este caso de la cárcel: anuló los testimonios que llevaban a prisión al viudo célebre, sosteniendo que en sus últimas declaraciones dos testigos contradecían lo que habían testimoniado en un principio. Un año antes, el fiel de Barroetaveña, de su balanza, ya había sufrido oscilaciones bruscas cuando confirmó la prisión de Carrascosa por el peligro inminente de que intentara evadirse, y una semana después lo liberaba porque el peligro inminente se había disuelto.
Pero en noviembre de 2004, Casación repuso en el caso como fiscal a Molina Pico y le ordenó a la Cámara de Apelaciones de San Isidro que resolviera de nuevo sobre la prisión de Carrascosa.
A principios de agosto, la causa tomó impulso. El 3, la Cámara de San Isidro, con composición nueva, desestimó las supuestas contradicciones de los testimonios de la acusación en las que se basó Barroetaveña para revocar la prisión de Carrascosa. Uno de los jueces, Ernesto García Maañón, incluso, señaló en su fallo que escapaba a su comprensión “que las declaraciones posteriores, las más alejadas de la fecha del hecho, tengan para el juez la entidad suficiente para desmerecer el valor de las primeras. O ha recepcionado pocos testimonios durante su carrera judicial o no ha aplicado las reglas de la lógica, la psicología y la experienciacomún (...) que regulan el correcto discurso de la mente en sus operaciones intelectivas”. Y agregó: “Conociendo la dilatada carrera judicial del Dr. Barroetaveña, estimo que se trata del segundo caso”.
Además de este desusado cuestionamiento, los jueces García Maañón y Oscar Quintana enumeraron la cantidad de elementos contradictorios del caso, pero no del lado de los testimonios acusatorios, sino del de los acusados: una larga lista de dichos y contradichos, entre los que sobresale una antología, especialmente, la hazaña del grifo asesino y la posterior enmienda de los cinco pitutos, las marcas de la Gotita, la partida de defunción trucha y la mirada de oso de la Bonaerense, entre otros relatos.
La decisión de los camaristas provocó, de inmediato, el pedido de Molina Pico para que Carrascosa fuera detenido. El juez Martínez lo rechazó, ya que la decisión sobre la libertad está apelada en Casación y eventualmente ante la Corte.
Pese a que las 6 mil fojas del expediente, traducidas en 1043 días, son en su mayor parte resultado de apilar uno y mil recursos y apelaciones de la defensa, el abogado de Carrascosa, Alberto Cafetzoglus, el 16 de agosto pasado aseguró que “lo más sano es que (Carrascosa) llegue a juicio para demostrar que es inocente”. De cualquier forma, el juez Martínez debió rechazar las apelaciones presentadas por la defensa.
En el último mes, y en ausencia de Barroetaveña, el caso revivió y tomó un vertiginoso giro.

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El acusado estrella es el viudo, que deberá responder por la figura de “homicidio agravado”.
 
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